CAPÍTULO 13

55 10 1
                                    

EVAN

Le estrujo el cuello Álex, pero él se limita a sonreír perversamente, y con un movimiento de la mano se suelta de mi agarre.
Me empuja y caigo al suelo, mientras que él se sienta en un sofá y se ríe de mí.
— Sabes que no puedes hacerme nada, O'Connor. — Dice con tono burlón.
Después abre la boca, dejando ver una repulsiva lengua de serpiente que hace que me entren arcadas.
Álex se acerca a mí, y ahora es él quien me agarra el cuello.
— No sé por qué sigues intentándolo O'Connor, sabes que no puedes herirme y mucho menos matarme. Cosa que yo a ti sí. — Dice hechándome el aliento en la cara. — Ventajas de ser el malo de la familia.
Empieza a apretar con fuerza y cada vez me cuesta más respirar.
— May... — Consigo decir antes de quedar inconsciente.

***

MAY

Me encojo en la cama de Evan sin saber bien qué hacer.
No sé ni qué pensar...
Las lágrimas brotan de mis ojos con gran intensidad.
Corro por la casa en busca de un baño, hasta dar con uno que me recuerda al de la mía.
Me pongo frente al espejo, y el reflejo de una chica con los ojos hinchados y rojos es todo lo que veo.
Empiezo a sollozar de nuevo, como una niña pequeña que ha perdido su muñeca y sabe que no la volverá a ver. La diferencia es que yo no he perdido una muñeca.
He perdido a mi madre.
Me siento en la taza del váter y me encojo, quedándome ahí, quieta, meciéndome y llorando.
Como si eso pudiera cambiar algo.

El tiempo pasa demasiado despacio, y Evan aún no ha vuelto.
Tenía la esperanza de que su presencia me reconfortaría, ya que Sarah no coge el teléfono.
Miro la hora y me estremezco.
Han pasado apenas 3 horas desde que ese hombre me llamó y me dió la terrible notícia.
No quiero estar sola durante más tiempo y no sé cuando volverá Evan.
Si vuelve.
Empiezo a llorar de nuevo ante la idea de quedarme completamente sola, y me paso el dorso de las manos por los ojos, como haría una niña pequeña.
Decido ir a casa de Sarah, por lo menos podría estar con ella, y estoy segura de que sus padres me acogerían, por lo menos temporalmente.
Cojo mi móvil y un buen trozo de papel para secárme las lágrimas.
Me dirijo hacia la casa de Sarah con la cabeza gacha, evitando cruzar la mirada con la gente que pasa por mi lado, ajenos a lo destruida que ha quedado mi vida.
Llego a la casa de Sarah en cuestión de minutos.
Cuando veo la puerta derribada y la mancha de sangre en la moqueta se me cae el alma a los pies.
Entro sigilosamente, temiendo hacer ruido por si el responsable de esto sigue por aquí.
Veo un pasamontañas en el suelo, y al entrar al salón se me escapa un grito.

***

EVAN

Un grito me hace recobrar el sentido de forma parcial, y una mano sobre mi rostro me hace suspirar.
— ¡Evan, Evan! ¡Abre los ojos, por favor! — Noto una especie de presión en el pecho y noto que empieza a humedecerse.
Me incorporo sobre los codos y lo que veo me deja atónito: May, llorando desconsoladamente sobre mi pecho.
Algo me hace pasar la mano por su cabeza, y cuando lo hago, ella parece percatarse de que estoy despierto.
Nos quedamos los dos mirándonos intensamente durante varios segundos, hasta que finalmente estrujo a May entre mis brazos y empiezo a darle besos en la mejilla para consolarla.
— Shhh... Ya está, ya pasó... Estoy bien. — La miro a los ojos y le acaricio la mejilla antes de depositar un suave beso sobre sus labios.
Ella sigue llorando y nos quedamos abrazados durante unos minutos, hasta que finalmente, dice:
— Evan, mi madre ha muerto. — La miro a los ojos esperando a que me diga que es una broma, sin embargo, no lo hace.
May empieza a sollozar de nuevo y me maldigo por no saber qué decir.
Es entonces cuando May se aparta de mí y empieza a inspeccionar con la mirada el pequeño espacio en el que nos encontramos.
— ¿Y Sarah? — Pregunta con la voz rota.
Le lanzo una mirada compasiva, intentando recordar, asimismo, que sucedió con Álex después de que intentara extrangularme.
Llego a la conclusión de que seguramente me daría por muerto y se marcharía.
O tal vez me dejara vivo adrede, para rematarme con Sarah.
— No lo sé. — Le respondo finalmente a May.

Corazones de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora