Lo Imposible

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Helios se adelantó hacia Kousagi. Todos estaban callados ante la muchachita de 16 años. Pero Helios sabía que había visto esos ojos, ese cabello rosado con puntas violetas en otro traje. Lo había visto grabado en el templo de la Tierra. De pronto su memoria lo llevó a un flashback.

- Así que ustedes cuatro serán los generales del heredero que nazca... - Helios sonreía a los pequeños elegidos que entrenarían para proteger al hijo de los reyes de la Tierra que estaba pronto a nacer.

- ¡Sí! – los cuatro chiquillos estaban felices. Les habían dado un uniforme especial y se sentían como si ya fuesen adultos.

- Ahora tenemos acceso a la sala de los generales. – Neflyte dijo con orgullo.

- Y también podemos hablar contigo. – dijo Zoycite. – Siempre quise hablar contigo...

- Pues ahora puedes...

- ¿Y podemos ver el cristal dorado que custodias? – preguntó Jedite.

- Bueno, eso sólo lo podrán hacer al lado del príncipe.

- ¡Qué mala suerte! – se quejó Malachyte.

- Pero lo importante es que ustedes son los protectores del heredero de la Tierra. Serán sus confidentes. Lo protegerán de todo mal.

- ¿Y tú?

- Bueno, mi caso es especial. Yo debo proteger el cristal dorado. Y de cierta manera, protegeré al príncipe y a ustedes también.

- ¿Y la Luna?

Helios se quedó pasmado ante la pregunta.

- ¿La luna qué?

- ¿Podemos ser amigos con las sailors de la luna?

- ¿Qué te dice tu corazón?

- Que sí, pero a veces siento que al rey no le parece.

- Pero ustedes son ustedes...

- ¿Es cierto que en la luna hay un cristal más poderoso que el dorado? – interrumpió Malachyte.

- Estás muy pequeño todavía para ocuparte de eso. Cuando seas grande sabrás ese tipo de información.

Helios ya iba a marcharse cuando Neflyte y Zoycite lo detuvieron.

- ¡Espérate Helios! Ahora que nos dejaron entrar a las salas de los generales, descubrimos una puerta secreta que da al pabellón de la que es la habitación de los reyes y hay un cuadro de plata con la imagen de una joven muy bonita... ¿Nos podrías decir quién es?

- En primera debería de regañarlos porque no deberían andar metiéndose donde no... de por sí lograron una gran hazaña en llegar al salón de generales...

- ¡Ándale Helios! Seguro tú la conoces... ¡es muy bonita!

- ¡Dinos quién es!

Helios suspiró y se dejó arrastrar por los niños hasta las cámaras privadas del rey. Cuando estuvo delante de la imagen se asombró. Nunca había visto a aquella mujer. Sin duda era muy bella y joven. Pero el cuadro estaba cubierto por una pesada cortina. Oyeron pasos y Helios apresuró a los niños a salir pero él se quedó. El rey lo vio y palideció al ver al albino frente a la imagen.

- Helios... ¿qué haces aquí?

- Majestad... venía a preguntar cuánto falta para celebrar el nacimiento de su primogénito.

El rey volvió a tapar la imagen con la cortina. Sabía que Helios la había visto y empezó a hablar.

- Te preguntarás cómo tengo yo esa imagen.

Dos LunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora