7.

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El tercer día después de conocer a Martha, Marina y ella ya se habían hecho amigas.
Fueron al estudio de fotografía y Marina quedó sorprendida, millones de fotografías en cajas, y otras decenas en la pared.
-Ven-Dijo Martha-tengo que mostrarte algo.
Sacó Martha de una caja una foto, era una foto negra, y solo se veía un aro de luz... era un eclipse.
-Me habías dicho de lo que pensabas con el Sol y la Luna, y las estrellas.-dijo Martha al cabo de un rato.
-Sí.
-Bueno, ahora ve esto.
-Vaya, no se ve nada más que ese brillo del eclipse.
-Ni una sola estrella.
-Exacto.
-Solo imagina que tanto se deben de querer el Sol y la Luna para que, al pasar uno frente al otro, no se vean ni las estrellas.
-Prefiero pensar que se besan.
-Pues, te diré algo, el día en el que ambos se besen, nosotros vamos a desaparecer.
-Y ya nunca veremos las estrellas.
-Exactamente.
-¿Por qué me dices esto, Martha?
-Tanto tiempo tienen estos dos cuerpos viéndose, estando tan cerca de tocarse y no pueden. Se aman, Marina, pero no pueden estar juntos, serían destructivos. ¿Piensas que por eso no estás con Pedro?
-No.
-¿Cómo dices?
-No estoy con Pedro porque soy una estúpida, pasé toda mi vida gustando de chicos idiotas y nunca me di cuenta de cuanto quería a Pedro. Lo amaba, lo sigo amando, y me doy cuenta ahora, ahora que no me puede ver, ni oír.
-Pero a mi sí, Marina, a mi sí.

MarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora