Pedro llegó 10 minutos después.
-Hola, sé que esto es un poco raro.
-Hola.
-Mi nombre es Martha, y soy una Médium.
-¿Y ahora me vas a decir que puedes ver a Marina y me cobrarás para "hablar" con ella?
-No pienso cobrarte.
Pedro palideció.
-Martha, ¿cómo va a saber que soy yo?
-¿Algo que sea como de ustedes solamente, Marina?
Silencio, al menos para Pedro.
Pero Marina ya había hablado.
-Cuando tenía 7 años, estábamos en el patio del colegio, y él me empujó. Dijo que era porque le gustaba, y luego le dije "Como me vuelvas a empujar, te reviento" y luego me dijo que una viejita no podía reventar ni un globo.
Martha lo dijo.
Pedro se desplomó en el piso, era verdad.
-¡Oh, Marina! De verdad que te amo ¿puedes creer que fui tan estúpido para no decírtelo? Y tú de idiota que no te dabas cuenta ¡te quiero desde que tengo 10 y nunca te lo dije! Sino hasta ahora, 7 años después, ya cuando estás muerta. Maldita sea, soy un estúpido, Marina, y tú una idiota.-paró un momento-Y aún así te quiero.
-Yo también te quiero, Pedro, y aunque no puedas oírlo de mi voz, te amo, te amo. Aunque fueras un idiota. Más de una vez tuviste la oportunidad de sobrepasarte conmigo, cuando estaba tan borracha que ni siquiera hablar podía, y tú me llevabas a mi cama, y me cobijabas.
Martha se lo dijo a Pedro.
-Porque, eres especial, Marina. No te haría nada que tú no quisieras.
-Pedro, Marina dice que ella quería.
-¿Por qué me lo haces saber ahora? ¿Por qué ahora que ni siquiera oírte puedo?
-Pedro, las personas nos damos cuenta ya muy tarde.-dijo Martha-y eso no me lo dijo Marina, aunque lo sabe.
Pedro se hizo un ovillo en el piso, las lágrimas resbalaban por su rostro, él gritaba.
-¡Marina! ¡Maldita sea! ¡Soy un idiota! ¡Ahora estoy solo! Te quiero aquí, viejita de 17 años, idiota, princesa, imbécil, te quiero aquí ¡conmigo!
Y se desmayó.
Marina lo abrazó.
Y, al parecer, Pedro sintió, porque, en sus sueños, este sonrió.

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