6.

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-Caro, ¿qué nos dirá Marina?
-No es como que realmente me importe, o sea, es una tonta, es más, a lo mejor la "médium" era amiga de Marina y esta le contó todo.
-Pero...-Dijo Sara desviando la mirada y poniéndose pálida al ver salir a Natalia.
-¿Qué? ¿Acaso te asustan los fantasmas?
-Ya basta, Carolina. Me tienes harta, todo el tiempo tratándome como estúpida. Ya, haré lo que yo quiera y cuando quiera, aceptando las consecuencias, como deberías de hacer tú.

Las dos pelirrojas entraron, Sara más decidida, Carolina con un aire burlón.
-Hola, chicas.-dijo Martha desde la mesa con un montón de fotos encima-¿Están listas?
-Sí.-Dijo Sara.
-¿Para hablar con un fantasma inexistente? Por supuesto.-Dijo la otra pelirroja.
-Carolina no cree que realmente yo esté aquí-dijo Marina.
-¿Cómo se lo demostramos?-preguntó Martha, acercándose a las chicas.
-Marina-empezó Sara-estés o no aquí quiero que sepas que lo lamento. De verdad, no sé ni porqué lo hacía. No lo había pensado bien, pero es que tú eras tan linda, aunque no lo querías, y Carolina me hacía sentir tan poca cosa a lado suyo y tuyo, que, creo que me dejé llevar.
-Eres solo otra perra estúpida-Dijo Marina-¿Qué? ¿Acaso crees que golpeándome todo iba a ser mejor? Carajo.
Martha lo repitió.
-Pues...No, pero así ganaba la aprobación de mi hermana.
-Basta de tanto drama, basta de tanta estupidez. No hay ningún fantasma aquí, ya no seamos estúpidas, ¿sí? No hay fantasmas, no sean tontas.
-¿Crees que no hay fantasmas? ¿Por qué?
-Porque no los veo.
-Algunas cosas no las ves tú, y no significan que no sean reales.
-Estás loca.
-Loca o no, yo veo a Marina, y sé cosas de ti porque ese fantasma me las ha dicho. Así que dime, ¿no crees en los fantasmas?
-Exacto.
-Hay muchos tipos de fantasmas, pero ningunos son como nos dicen que son. No son blancos, ni flotan. Ellos están aquí, y caminan como nosotros. Sienten, lloran, ríen, pero no viven. Los fantasmas del pasado, en cambio, son simples recuerdos tuyos. Para mí, un fantasma es un algo del pasado, que ya no está en el presente, o no físicamente. Tú y yo somos fantasmas para alguien que nos recuerda pero no nos ve físicamente.
-Ahora me vas a dar millones de definiciones absurdas de lo que para ti son unas apariciones...
-Cállate, Carolina.-dijo Sara-Ya basta ¿sí? Martha, yo te creo. No solo te creo porque sé que existen los fantasmas, sino porque en este momento estoy viendo a Marina, está de espaldas a nosotras, viendo por la ventana, y en algo piensa.
-Tal vez los locos no seamos nosotros-dijo Marina.
-¿Cómo dices?
-Martha y tú no están locas. Me ven a mí, y yo existo porque pienso. Así que, no, no estamos locas. Tal vez la loca sea la que no me está escuchando.
Sara se giró y vio a su hermana.
Marina tenía razón.
-Sara-dijo Marina acercándose a la chica que la pudo ver-¿Por qué fingiste todo este tiempo?
-Porque el miedo me carcome. He estado rodeada de todos los tipos posibles de fantasmas, y cada vez que mencionaba algo me decían loca, y me querían meter a un manicomio. Sabía cuando algo era un fantasma, porque son más sabios, piensan más. Dejan de preocuparse por cosas terrenales y se ocupan en su espíritu. He llegado incluso a ver simples luces, luces que no hablan, solo brillan, y brillan tanto que transmiten... no sé, es algo inefable.
Marina abrazó a Sara, y esta le respondió el abrazo.
-Vete, y no dejes que los "cuerdos" te digan qué hacer, pensar o decir.
-Gracias, Marina.
Sara dejó la sala, no sin antes escupirle a su hermana y golpearla.
-No nos veremos pronto, Caro.
-Te perdono, Carolina, y ojalá entiendas algún día que tienes que ser tú a tu manera, y que si te quieren así no importa cómo son los demás.
Martha lo repitió,
-Está bien, Marina. Y gracias.

La primera pelirroja que salió volvió corriendo a su casa. Guardó sus cosas en su maleta, fue corriendo a la peluquería y se cortó el cabello, ya no quería ser como su hermana.
Ya que sus padres estaban divorciados, fue con su padre y su madrastra, la recibieron con los brazos abiertos.
Sara por fin encontró a un hombre que la entendía y la apoyaba, y como escritora eso fue una tarea difícil.

Carolina volvió a su casa, vio que no habían cosas de su hermana, o no muchas, se tiró en la cama, se puso a llorar. No estaba loca, y eso la entristecía.
Siguió su vida de manera normal, hasta que se casó.
Su esposo la golpeó y recordó lo que un fantasma le había dicho 15 años atrás. Tomó valor, lo golpeó de vuelta y le dijo.
-Si me quieres, va a ser con mis errores o te largas.
Conoció a otro hombre unos años después, uno que realmente la quería y la valoraba.
Tuvo una hija y dos hijos.
Marina, Cristobal y Andrés.

MarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora