4. Capitulo perdido en el tiempo...

53 8 0
                                    

Cigarrillos a medio fumar.
Canciones sin terminar.
Libros a medias.
Cafés con prisas.
Pláticas sin pensar.
¿Cuántas veces Marina había hecho algo así? Prácticamente, todos los días de su vida.
Cosas a medias... y se quejaba de no tener nada.
Y cuando tenía algo, lo dejaba a medias, inconcluso, sin disfrutarlo.
Decía que no había tiempo, pero siempre hay tiempo... solo que nos apresuramos de más. Siempre pensando en el futuro.
Mil veces preguntándonos por el segundo que viene y no por el segundo en el que estamos.

Y sí, Marina nunca había pensado en el futuro, pero tampoco pensó en su presente.
Ella vivía del pasado, de los recuerdos malos. Nunca tomó el control de su vida, pero sí el de su muerte. ¿Se sentía orgullosa de ello?
No del todo.
Al fin controlaba lo que ella pensaba incontrolable, la muerte.
Pero, pudo haberla controlado de otra manera.
Al fumar cigarrillos lo hacía.
Al cortarse lo hacía.
Al tomar lo hacía.
Al cruzar una calle sin fijarse lo hacía.
Coqueteaba con la muerte, dejaba que esta la acariciara y le guiñara el ojo, mas nunca que la besara.
Hasta que Marina se aventó hasta sus brazos y dejó que la muerte la besara, y que la abandonara ahí... en la tierra.
Y ahí estaba ella, pensando en eso, un mes después de su muerte.
Pedro, cuanto lo amaba.
Natalia, Carla y las gemelas... que estúpidas eran.
Johanna ¿por qué la abandonaba?
Sus padres ¿por qué sufrían tanto?
A un lado del basurero se puso a llorar, abrazando a sus rodillas, como cuando era una niña.
Y una chica, de cabello negro y una gabardina gigante se acercó... y la vio, realmente la pudo ver.
Habló con ella, con una muerta.
Al parecer, tenía una oportunidad, la muerte se la había dado. No la iba a desaprovechar.

MarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora