Pedro despertó.
Un amargo sabor de boca, los ojos hinchados y el cabello hecho un lío.
Se había emborrachado con pensamientos la noche anterior.
Se metió a bañar, se vistió y fue al estudio de Martha, tenía que acabar de hablar con Marina.
La otra vez había sido raro, al desmayarse, la vio, ahí, parada, llorando. ¿Y si solo había sido sugestión?
En el camino, Pedro iba fumando y escuchando música.En cuanto Pedro llegó, Martha le habló a Marina.
-Quiero verla, no que tú me digas qué dice.
-La verdad es que no sé cómo hacer eso.
-¡Por favor!
Lo pensaron un rato.
Marina tenía un plan.
La vez que Pedro se desmayó, ella entró en su cabeza.
Se lo dijo a Martha.
Martha de dijo a Pedro.
Y Pedro se dispuso a quedarse dormido.
¿Qué pasó entonces?
Marina entró a su cabeza.
-¿Pedro? ¿Acaso puedes verme?
-Marina.
-¿Pedro?
-Marina.
Solo eso contestaba su cabeza, era su único pensamiento.
-Soy una estúpida, Pedro. Te amo, y te extraño, extrañaré poder fumar un cigarrillo contigo mientras escuchamos música. Fui una idiota, soy una idiota.
-Te amo, Marina. Te amo. Te amo.
Y Pedro despertó.Así acabó todo con él.
Pedro fue a su casa y ya no salió de ahí.
Acabó su carrera en Harvard.
¿Se casó? No. Pero adoptó a una niña.
Una niña de ojos negros y de piel muy blanca.
¿Su nombre?
Es de suponerse. Marina.
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Marina
Teen Fiction"¿Cómo sería si yo muriera?" Esta pregunta atormentaba la cabeza de Marina todos los días, pero ¿qué pasa cuando lo logras? A sus 17 años de edad, Marina ya estaba decidida. No se graduaría, ni se volvería a drogar. Ella quería algo más, ella querí...