Elise Beaufort se repetía la primera frase de Orgullo y prejuicio como si fuese un mantra "Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero en posesión de una buena fortuna debe estar en busca de esposa" le daba un toque de humor sardónico al momento, sobre todo porque ella no era una chica inglesa del siglo XIX nacida en Longbourn, en el seno de una familia humilde, era una bruja parisina de finales del siglo XX proveniente de una familia con una excelente posición socioeconómica.
Desde luego, aquello en vez de salvarla la había condenado.
Su mente volaba en todas las direcciones posibles huyendo de aquel despacho, del olor a puro Béarn, del enorme escritorio de roble y mármol y de las personas que la miraban tras de él. Su padre, dentro de una nube de humo, exponía satisfecho las ventajas de aquel "tratillo" que había cerrado hacía pocos días, que ni si quiera había tenido el detalle de mencionar con ella, la principal implicada ¿Qué descuido más tonto por su parte, no? Su madre, Camille, vestida de seda y con la larga cabellera rubia recogida en un elegante moño, reposaba su mano perfecta en el hombro de su marido, mientras asentía con la mirada teñida de emoción. "Su hijita se iba a casar ¡Pero qué alegría!"
—¿Qué te parece? — Terminó Francis Beaufort con una sonrisa satisfecha dándole una alegre palmada a la mesa
¿Qué que le parecía? Solo había escuchado los cinco primeros minutos de lo que parecía el descenso a su infierno personal, pero no le hacía falta escuchar mucho más para saber alrededor de que giraba toda aquella farándula: Dinero. Dinero y posición.
El libro bien podría haber comenzado así: "Es una verdad universalmente conocida que una mujer soltera en posesión de un título de la Nobleza mágica francesa debe casarse con un hombre de buena fortuna"
—¿Y bien hijita?— La animó su madre con voz suave y los ojos celestes fijos en ella.
—No me quiero casar con Edmond Padgett.
Se sorprendió a sí misma por lo tranquila que le había salido la voz.
—¿ No has escuchado nada de lo que he estado diciendo? Es una de las grandes fortunas de Europa ahora mismo, y su padre me ha preguntado específicamente por ti. No fue cosa mía cariño, todo esto me lo propuso Monsieur Padgett.
Elise compuso una mueca involuntaria al ver la satisfacción en el bello rostro de su madre cuando escuchó que habían preguntado por ella.
—Ha habido otras ofertas, mi rosa francesa— dijo su madre con voz afectuosa —, pero tu padre y yo sabemos que tú podrías aspirar a lo mejor, y esto es lo mejor.
Mi rosa francesa, muñeca de porcelana, chica besada por el sol, flor de invierno... Elise giró la cabeza hacía el enorme espejo que su padre tenía en el despacho, bien sabían todos lo mucho que a su madre le gustaba mirarse.
Se quedó observando su rostro, su pelo, sus ojos, el contorno de su cuerpo, sus labios. Cuando era más pequeña, le encantaba saber que era la más hermosa, tener poder sobre los demás. En ese instante, lo odió.
Odio que su padre la considerara un bien comerciable, mi hija a cambio de la mayor fortuna de Europa y que su madre se tomase como un logro propio y una alabanza a su persona el hecho de haber conseguido al hombre más rico, Elise no dudaba tampoco de su satisfacción "por aquellas otras propuestas" que habían tenido que rechazar.
—Tendrás todo lo que quieras, ya verás— Sonrió Camille—. Sabes que solo te hace falta pedirlo, Tal y como te enseñé.
—Sabes que ya no uso esos trucos, mama.
—No entiendo por qué, has nacido con un don, es un desperdicio no utilizarlo.
Elise bufó casi imperceptiblemente, no iba a contarle a su madre porque, ella nunca lo entendería y para Elise sería como volver a abrir en canal una herida mal suturada que en parte se había hecho ella con su propia vanidad. Una sensación de profunda tristeza, desazón y vergüenza se le arremolinó en el estómago.
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El juego de Beauxbatons
Teen FictionLa vida de Elise Beafourt aparenta ser perfecta. Perteneciente a la nobleza mágica, prometida con uno de los chicos más ricos de esta sociedad y dotada de una belleza sobrenatural. Pero como suele pasar, nada es lo que parece: alejada de sus sueños...