—Elise.
Aligeró el paso por el pasillo esquivando los grupos de alumnos que iba encontrando de frente. Quizá se había apresurado al decirle a Amaia que prefería ir a la biblioteca sola. Pero qué diantres ¿Es que iba a necesitar guardaespaldas?
—Elise Beaufort. No vas a poder evitarme eternamente, podemos hacer pública nuestra relación si eso es lo que...
Elise paró en seco, giró y miró las caras de los alumnos, para su suerte parecía que nadie había captado la frase malintencionada de Padgett.
—¿Qué pretendes? — siseó Elise cuando el chico llegó a su altura.
—Solo quiero hablar, que nos conozcamos, no me gustaría que llegase el día y fueses una desconocida, querida. —dijo levantando las palmas de las manos en signo de paz.
—¿Dejándome como una amante despechada? — susurró Elise con los ojos chispeantes.
—Aquí no podemos conversar con tranquilidad, madame, muchos ojos nos vigilan.
—Tienes entrenamiento en una hora. — Hizo notar Elise en el tono más neutro que pudo cruzándose de brazos.
Sus compañeros seguían pasando a su alrededor, algunos los miraban con extrañeza, Elise no podía culparlos, estaban parados en medio de un pasillo que, a aquellas horas, era bastante transitado al encontrarse cerca de la biblioteca y de diferentes aulas. No le gustaba darle la razón a Padgett, pero tenía que admitir que aquel no era el sitio más discreto ni de lejos.
—Tiempo de sobra, puedes acompañarme a la Sala Común. — Elise bufó, acabaría cediendo, pero hacerlo de primeras era una bajada de pantalones por su parte, y a ella no le gustaba perder. Le lanzó una mirada de odio mientras él se ponía a su lado.
—Muy bien. — dijo secamente.
Hasta que llegaron a una zona más tranquila sus pasos fueron acompañados por el charloteo insustancial de Padgett adornado aquí y allá por monosílabos y ruiditos de confirmación por su parte.
—Estas siendo irracional, querida — dijo entonces Padgett, cortando el hilo de lo que sea que estuviese diciendo, era probable que ni él mismo se estuviese escuchando —. Muchas personas tienen matrimonios arreglados y felices, no sé porque tienes que estar tan a la defensiva, te estoy proponiendo que nos conozcamos antes de dar el paso, creo que sería lo más cómodo para ambos. Creo que es lo más lógico. Hazlo más fácil para todos y deja de ser tan cabezota. Yo no tengo la culpa de lo que tus padres creen que es mejor para ti.
Elise estuvo a punto de ceder, casi. Padgett la miraba con ojos de corderito, y hablaba con esa voz pausada y razonable que hacía que pareciera una histérica.
—Quizá, pero no quiero casarme. — contestó con rotundidad — ¿Quieres casarte tú conmigo? ¿Tan irracional crees que es que intente mirar por mis intereses?
Padgett aminoró el paso, parecía un poco contrariado, lo que sorprendió a la chica, creía haber dejado más que claro que no quería casarse con él.
—¿El problema soy yo, o lo es el matrimonio en sí? — preguntó con calma.
—¿A ti que te pasa? — Soltó a bocajarro sin poder aguantarse más — ¿Tú recuerdas nuestra última conversación? Esa en la que dijiste que hay que tener cuidado con nosotras, me llamaste semi-humana, estabas encantado con lo que pasó ¿Crees que me gustaría tener alguien así a mi lado?
—Intentaste manipularme, así iba a ser nuestro matrimonio. El primer día, no habíamos estado juntos ni media hora, venías con tú idea preconcebida, no ibas a darme ni una oportunidad. Solo vi como recogías lo que sembrabas. No puedes juzgarme por eso.
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El juego de Beauxbatons
Dla nastolatkówLa vida de Elise Beafourt aparenta ser perfecta. Perteneciente a la nobleza mágica, prometida con uno de los chicos más ricos de esta sociedad y dotada de una belleza sobrenatural. Pero como suele pasar, nada es lo que parece: alejada de sus sueños...