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El chillido de los frenos del tren lo despertaron, todo el viaje había dormido para recuperar fuerzas físicas y mentales.

Afortunadamente gracias a que llevaba poco equipaje y sostenía su morral con fuerza sobre su pecho, todas sus pertenencias estaban aún con él cuando, antes de bajar del tren, echó un vistazo y contó cada cosa que llevaba.

Lo primero que hizo al descender del vagón fue preguntar a algunos humanos sobre cómo llegar a las casas de geishas de Kyoto. Al parecer, tendría que tomar un carruaje jinrikisha o que caminar bastante, eso le preocuparía si fuese un ser humano y sus capacidades físicas se limitasen tanto. Pero no era un humano, y había tomado mucho tiempo para descansar, por lo que caminar rápido no iba a ser un problema.

Su mente por otro lado no estaba del todo tan bien; entre la pérdida de sus padres y el rapto de sus hermanas, el estrés y la tristeza eran difíciles de mantener a raya. A su cabeza le costó mucho dejar de pensar, y poner la mente en blanco el suficiente tiempo para que Tanjiro pudiese continuar con su camino.

Asegurándose de que seguía el camino correcto, y aunque algunos humanos lo mirasen raro gracias a sus características físicas tan llamativas, Tanjiro olfateó el aire, en busca de algo.

Inhaló sobre uno de los pilares de madera que iban del suelo al techo, y ahí lo encontró.

«¿Hanako?» detectó Tanjiro con dificultad, pero juraría que su hermana menor estuvo de espaldas sobre ese pilar por un largo tiempo, «ahora... ¿dónde estás, Nezuko?» le parecía raro no encontrar el aroma de su otra hermana si es que Hanako había estado aquí.

Bueno, por lo menos encontró una pista. Sus hermanas habían estado donde él se encontraba, o al menos, Hanako lo había estado.

Tanjiro se abrió paso entre un montón de gente, fue preguntando instrucciones sobre cómo moverse en Kyoto y pidió información sobre las okiyas que podría encontrarse ahí.

"El barrio de geishas" era a donde debía dirigirse.

—¿El Barrio de Geishas?

—Es el sitio donde se encuentran casi todas las okiyas y las más grandes casas de té donde todas las geishas de Kyoto frecuentan —le dijo un anciano humano—. Claro, hay otras okiyas por otros lados, pero las más conocidas las encontrarás en el barrio.

—Entiendo, gracias, señor.

En esa zona, se hallaban, al parecer, casi todas las okiyas de geishas de Kyoto. La más sonada era la que pertenecía a una mujer llamada Mimí Agatsuma. Al parecer, ella tenía a la más famosa geisha del momento, una tal, Warabihime.

«Empezaré por ahí» pensó Tanjiro, tomándose un receso para desayunar una brocheta de carne de cerdo azada y un té.

No era común que a los demonios les gustase la carne cocida o por lo menos comiesen con frecuencia debido a su natural apetito voraz, pero en el caso de Tanjiro, él podía comer poco y constante. Además, tampoco tenía problemas con comer carne cruda o azada, gustaba la carne de ambas formas mientras esta fuese de cerdo.

Poco después, también se tomó su tiempo para visualizar Kyoto cuando arribó en su centro.

Edificios altos de madera, varios puestos de diferentes platillos, muchas personas... y muchos demonios. Pudo detectar a la mayoría; algunos estaban atentos de él también.

Tratando de ocultar tanto a su lado alfa como su lado omega, Tanjiro evitó llamar la atención de alguno de los demonios que lo miraban. Tal vez lo confundían con un beta y por eso algunos hasta le hacían muecas de asco y desprecio.

«Mejor así. Qué me ignoren. Qué me eviten» se dijo sin bajar la guardia, «no necesito más problemas».

Para cuando por fin pudo percibir el suave aroma de Nezuko, el cual estaba combinado con el de Hanako, Tanjiro supo que había llegado al barrio de geishas.

Estaba tan cerca.

¡Tan cerca de volverlas a ver que...!

«¡No puede ser!» exclamó asqueado, tapándose la nariz.

Un repentino olor fuerte y repudiable le llegó de pronto, obligándolo a taparse la nariz y boca con la mano derecha.

«¡Qué repugnante hedor! ¡Vomitaré!» se apoyó de espaldas contra una de las paredes de madera.

¿Qué diablos era eso?

Olía como carne de pollo podrida marinada con mierda de perro y pies de demonio vagabundo mojados.

Dios... apenas pudo contener las arcadas.

Sin que tuviese otra elección, se alejó rápido de las okiyas.

Seguro esto era algo relacionado a los posibles métodos de las madres y abuelas de las casas para mantener alejados a los demonios intrusos. Su teoría se hizo más fuerte cuando, una vez fuera del territorio antes mencionado, pudo volver a respirar con normalidad.

«Están aquí» confirmó esperanzado. «Ahora sólo tengo que descubrir, ¡dónde las tienen! ¡Y cómo llegar hasta ellas!»

No sabía mucho sobre las geishas más allá de lo que ya había pensado antes, así que Tanjiro se preguntó si Hanako o Nezuko podrían salir de la okiya donde estuviesen por lo menos el suficiente tiempo para que él pudiese encontrarlas.

No le gustaba la idea de esperar hasta que eso pasase, pero por cómo veía la situación, no tenía otra elección. El entrar haciendo alboroto y causando destrozos tampoco le parecía una muy buena idea; lo último que quería era perjudicar aún más a sus hermanas metiéndolas en peleas innecesarias.

—Sabía que nos seguirías; eres tan predecible.

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Luna Solar |【 Estaciones Lunares 1 】| 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora