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Nada.

Esa fue su primera emoción.

Nada.

Fue su primer pensamiento.

Sus padres, un par de demonios sádicos que tenían hijos solo para masacrarlos como diversión, siempre pensaron que habían engendrado a un verdadero bicho raro cuando ella nació; un ser de indestructible material, ni más ni menos. Así que, divirtiéndose intentaron sacarle el mejor provecho posible a eso.

En su hija desquitaban todas sus frustraciones, por mínimas que fuesen.

En su hija probaban sus nuevas técnicas de lucha.

Sobre su hija dejaron caer toda su incompetencia como demonios y como padres, porque por más que la golpearon o insultaron, ella no dejaba de mirarlos y percibirlos como el par de imbéciles insignificantes que eran.

Poco después sus progenitores descubrieron que en verdad no podían matarla a golpes como a los otros, ni humillarla. Por mucho que era lastimada o mutilada, tampoco podían dejarle algún daño permanente; y jamás pudieron cortarle el cuello... vaya que lo intentaron.

Cuando se dieron cuenta de que hicieran lo que hicieran, ella ni siquiera reaccionaba a lo que debería causarle dolor, ellos simplemente se aburrieron y a sus tiernos 99 años, amarraron a su criatura de pies a cabeza y la vendieron como (y se cita) un juguete, entre sus conocidos demonios.

Esa misma noche un tipo la compró y usó su cuerpo de diferentes formas: como saco de boxeo y como placer gratuito. Pero eso a ella tampoco le importó. No sintió nada, ni física ni emocionalmente. Se aburrió demasiado rápido nada más de verlo sobre ella así que prestó su atención a otras cosas más importantes, como la madera vieja del techo de la casa.

Sin dolor... sin miedo... sin nada.

Ese demonio, como sus padres, se cansó bastante rápido de que hiciera lo que hiciera, ella no reaccionaba a nada; tampoco era capaz de morir y sus heridas, fuesen cuales fuese, sanasen rápido.

Las amenazas sobre matarla, los golpes y los intentos de humillación no bastaban para obligarla a ser sumisa o siquiera un ser vivo con un mínimo de emoción.

Ella no obedecía.

Ella no temía.

Ella no sentía.

Eso claro, hasta que la pequeña cumplió 111 años y algo en su interior despertó, por fin, junto a su cuerpo y mente; algo que no tuvo en los años anteriores.

¿Poder?

¿Poder de qué tipo?

Ella no pudo darle un nombre, pero le gustó sentirlo.

Le... gustó... sentirlo.

Sí, por primera vez algo le gustaba. Y esa sensación fue casi una revelación gloriosa. Deleitante. Reveladora.

La luna fue su testigo, después de todo, fue el brillante astro blanco quien la llamó. Astro, que esa noche, se veía más hermosa y grande que nunca.

Manteniendo aún una forma infantil, la pequeña cría de demonio salió de esa cama asquerosa sin ningún pensamiento en su cabeza, con el cuerpo sucio, ensangrentado y amoratado.

Se fue de esa casa vieja para admirar hipnotizada aquella figura blanca, circular y brillosa.

Hasta su edad adulta, ella todavía piensa que la luna... fue quien la despertó.

Manteniendo su mirada sobre esa figura inalcanzable, la pequeña demonio pudo percibirlo por fin.

Su olfato... pudo detectar a más demonios a su alrededor; incluso animales y plantas; humanos también, a lo lejos. Su vista... se hizo más aguda y exacta. Su sentido del tacto... llegó, haciéndole percibir el viento frío sobre cada una de las cortadas y golpes; dolor, fue su primera experiencia con ese sentido. Por otro lado, su boca... al fin pudo saborear la sangre; la suya de hecho, pues esa tarde había recibido otra brutal paliza de la cual todavía se estaba recuperando.

Dolor físico.

Molestia.

Cansancio.

Cuando él llegó hasta ella pegando gritos exigiendo el por qué se había desaparecido de la cama sin su permiso otra vez, ella lo volteó a ver con un solo pensamiento:

"Sin cabeza".

En un tiempo bastante corto, pétalos rosados brillantes aparecieron rodeando a la pequeña, y luego todos se lanzaron a él como navajas manipuladas a voluntad. Iban y venían a través de su carne. Él intentó defenderse usando una técnica relacionada al viento o algo así, pero fue inútil. En menos de 4 minutos, su cabeza ya había caído y se deshizo poco después de que ella pasase por encima de esos restos.

Buscó a sus padres para hacerles algunas preguntas, pero los encontró jugando con otras crías que habían tenido. Ellos trataron de atacarla en cuanto la vieron, pero ella los mató.

Ese no había sido su plan... sólo pasó.

Por desgracia, sus hermanitos ya se estaban deshaciendo en cenizas también para cuando ella les prestó atención. Así, se convirtió en la única sobreviviente de aquella disfuncional familia de "locos". Y no supo qué pensar de todo eso en su momento.

Vino otro sentimiento: confusión.

Pasó de página bastante rápido después de eso.

No era capaz de guardar estima por nada; ni siquiera por esos hermanos y hermanas que no había conocido.

Ella se dedicó a vivir en el bosque haciendo una pequeña cabaña para soportar los climas intensos como el calor, el frío, las lluvias y las tormentas de nieve.

Familia.

Ella no sabía lo que la palabra familia significaba hasta que conoció, a sus 113 años de edad, a las hermanas Kochō.

En ese entonces ella se alimentaba de algunos cerdos que podía cazar durante las noches, en el pueblo más cercano, que ya había adoptado como su territorio.

Algunas veces quiso comer humanos, pero algo en el olor de esas criaturas le desagradaba y le hacía perder el apetito. Así que sólo se limitó a los cerdos, sin embargo, sólo uno no le bastaba; a veces devoraba 4 o 5 en una noche cada mes.

¿Cómo fue su primer encuentro con hermanas Kochō?

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Luna Solar |【 Estaciones Lunares 1 】| 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora