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Pedri estaba enojado y feliz, ¿Furiosamente feliz? Quizás, y le daba igual.

Se suponía que los domingos eran solo de él y su bichito, pero no, tuvieron que llamarlo en la empresa.

Sin embargo, estaba feliz por eso también, había sido ascendido de puesto, ahora era el encargado de un piso para él solo, eso significaba más ganancias, y menos trabajo, ya que tenía solo que mandar y revisar informes, no hacerlos.

Estaba agradecido con eso, sus jefes le habían obligado a celebrar, obligado porque no podía rechazarlos cuando lo invitaron.

Miró su celular, eran las nueve y cuarto, un poco tarde, pero seguían siendo las nueve, ya quería ver a su pequeña, y también a Gavi, ese tonto Omega que lo tenía suspirando.

Estacionó su auto y fue hasta la puerta de su hogar, abrió encontrando mero silencio, pensó que quizás estaría durmiendo con la pequeña en algún lugar.

Fue hasta la cocina para tomar un poco de agua, al abrir la nevera alzó una ceja, todos los biberones que había preparado para la niña estaban intactos, además el puré estaban como lo había dejado.

Algo no estaba bien, sabía que Sofia se tomaba dos mamaderas en la tarde y también comía un poco de puré.

Cerró la heladera despacio y fue en busca de sus amores.

Sintió el aroma del Omega y su pequeña venir de su habitación, entró despacio para no hacer ningún tipo de ruido.

Vió un bulto en su cama, se acercó despacio y lo que vió lo dejó confundido.

Su hijita estaba pegada al pecho del Omega.

La mocosa estaba despierta y pegada a uno de los pezones del Omega .

-¿Cómo...?-se preguntó por lo bajo, no sabía que Gavi podía lactar, tampoco sabía que el Omega estaba en cinta.

Pero sabía que no, su aroma seguía siendo como el día que lo conoció, un aroma fresco a flores silvestres.

No el aroma a flores y miel que caracteriza la gestación.

-Papá.― vió como la pequeña se despegaba del castaño, para sonreírle, Pedri sintió un ligero aroma a leche flotar en el aire.

Estaba seguro que si fuera una computadora estaría reiniciando su sistema por sobre carga de datos.

¡Papalla pequeña exclamó feliz, sentándose en la cama y agitaba sus bracitos.

El otro se removió lentamente mientras se despertaba un poco.

-Sofi , ¿Qué hacés despierta?— Gavi se sentó un poco, bostezando y tallas uno de sus ojos, pero Sofia solo agitó los brazos en dirección del pelinegro.

Gavi sintió como su cuerpo se volvía de piedra, se había quedado dormido en la cama del Alfa, además, estaba 90% seguro que estaba detrás suyo, más por la emoción de Sofia .

-¡Papá!- Bien, ahora estaba 100% seguro que Pedri estaba alli, su camisa estaba subida y uno de sus pezones se sentía húmedo.

"Oh"

Bajó su camisa despacio y volteo lentamente hacia donde estaba el alfa, Gavi no sabía cómo interpretar la expresión que tenia en el rostro.

Se miraba entre confundido, admirado y otras cosas más, no sabía qué decirle, no estaba seguro si lo trataría de bicho raro y lo echaría de su casa, tenia miedo.

-B-bienvenido a casa, Pedri...-era un idiota y no se lo tenían que decir dos veces.

-E-estoy en casa...-bien, quizás el solo no era el idiota en la situación.

(....)

-Tu cuerpo y Omega reconocen a La cachorra como propiedad tuya, es decir, no solo has formado un lazo con ella, sino que la ves como tu hija -Gavi sentía su rostro arder.

Pedri a su lado no decía ni una palabra, más bien se miraba en otra dimensión.

-¿Entonces por eso empecé a lactar? - preguntó con un hilo de voz y el médico asintió lentamente.

-Así es, cuando tu cuerpo la reconoció se adaptó a la situación, los cachorros necesitan ser amamantados, incluso hasta la edad de tres años, y vos al saber que ella no lo fue cuando era más pequeña, tu Omega quiso reparar eso.-

su amor y tristeza por la niña lo llevaron a ese punto: quererla cuidar como se debía.

Ahora estaba completamente atado a Sofía , como si fuera su madre de verdad, no era como pensó que alcanzaría las cosas.

Pero estaba satisfecho.

(...)

I love you mom PEDRI Y GAVI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora