Saqué el móvil de mi bolso y busqué el número de teléfono, después de dos timbrazos Marcelo me contestó la llamada.
—¿Estás en casa? —fui directo al grano.
—Sí, estoy, ¿por qué?
—Porque estoy frente a tu puerta.
—¿Qué? —escuché del otro lado de la línea como si se hubiera tropezado y caído de bruces.
—¡Marcelo! ¿Estás bien? —le pregunté asustada de que se hubiese hecho daño.Ese día me había levantado con toda la determinación en mi cabeza, disimuladamente pregunté a mi cuñado la dirección de Marcelo y me propuse hacerle una visita. Era mi día libre y que mejor cosa para hacer que intentar seducir a uno de los solteros más codiciados del paese. Lo normal.
Me bañé y preparé a conciencia de a lo que iba, arreglé mi cabello con esos lindos bucles que mi hermana me había enseñado, me puse un bonito vestido blanco con pequeñas flores de color violeta y agarré el regalo que le había llevado a Marcelo.
Durante mi paseo noté que todo estaba bien cuidado y limpio, se notaba que a pesar de las circunstancias, el Sindaco no había descuidado su trabajo. El paese era un lugar poco poblado, tranquilo y bonito, pero las noticias viajaban rápido, así que me fui caminando por la calle menos transitada, no quería que nadie en casa de mi hermana y sus alrededores supiera que iba a visitar a un hombre en su casa a solas.
Llegó un momento en qué inevitablemente tuve que tomar la calle principal. Pasé por delante de la mansión de El Arquitecto esperando no toparme con los dichosos Cacciatori; después de ese día en que los grabamos no los había vuelto a ver y ahora no sabía cómo volver a interactuar con ellos. Esperaba al menos que cuando eso ocurriera mi hermana estuviera conmigo, eso amortiguaría un poco las cosas. Aunque a decir verdad, Alessio ya nos había ordenado mantener la distancia de ellos.
Por más que traté de esquivar a la gente, justo al pasar por delante de la cancha de fútbol donde le hice el vídeo a los Cacciatori, me encontré a Allegra Manzoni, la cual estaba saliendo de la casa donde vivía. Era la chica que trabajaba en el Alimentari que estaba justo frente al bar. Era una jovencita de unos veinte años, callada y amable, de pelo oscuro, con una contextura más pequeña que la mía.
Al cruzarnos me saludó y siguió su camino sin decir nada más, yo le devolví el saludo como si tuviera una ardilla atascada en la garganta, aún no hacía nada y ya me sentía sucia y culpable como un delincuente. Al menos no me había topado con las dos ancianas Savina y Ottavia, porque me hubieran llenado de preguntas y ahí la cosa si hubiese sido insalvable.
Seguí caminando hasta llegar a una gran casa de dos pisos con aspecto victoriano al final de la calle y aquí estábamos. Pasaron unos minutos luego de llamarlo a su teléfono, Marcelo abrió la puerta, tenía el pelo alborotado y lucía realmente sorprendido por mi presencia, seguramente lo mejor y más decente hubiese sido avisar que iría, pero para los fines de mi plan era mejor que así fuera.
Me dejó entrar y cruzamos el recibidor hasta la sala principal, todo era en madera preciosa, en tonos marrones y crema. Una gran pintura de flores amarillas protagonizaba la habitación y justo debajo estaba la chimenea.
—Por favor, toma asiento. —me indicó el sofá color crema detrás de mí.
—Gracias. —y agregué— debe haberte impactado mi presencia. —él soltó una risita nerviosa.
—Pues sí. —dijo con sinceridad.— confieso que no me lo esperaba, pero es una agradable sorpresa, no suelo recibir muchas visitas.
—Seguramente te preguntarás qué me trae por aquí. —saqué el regalo de mi bolso y se lo extendí— vine a traerte tu regalo, ¿lo recuerdas?
—¡Oh es cierto! ¡Cielos! —apoyó su fiel bastón a un lado, tomó el paquete y en seguida lo abrió. Se encontró con un estuche de madera, dentro del cual estaba el licor de cien años. —¡Wao! Es una verdadera joya, no puedo esperar para probarlo.
—Pues Adelante. —lo animé, feliz de ver qué en verdad le gustaba.
—Cierto, esta es la mejor ocasión, brindemos juntos, traeré un par de vasos y lo probamos, ¿te parece?
—Me parece excelente. —sonreí.
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Il bel caffè
Roman d'amourElena es una joven de veinticuatro años, que está decidida a perder su virginidad de una vez por todas, por razones personales se muda a italia y empieza a trabajar en el bar cafe de su hermana. Elena nunca se imaginaría que allí en aquel pueblito...