La sonrisa se desvaneció por completo cuando escuché golpes en mi puerta. Parecía que la madera de esta iba a derrumbarse. Abrí y una roja mirada llena de ira me observó.
-¿Por qué llegaste tan tarde?- Preguntó mi padre al borde del grito. Era obvio que había estado bebiendo hace no mucho.
-Estuve haciendo recados.-Mentí, sabía que si decía que había estado con Joseph desataría un caos. Papá era un libro cerrado en el tema de juntarme con seres masculinos. Solo aceptaba mi alianza con Blossom porque era tradición.
-¡Mentirosa! Eres una embustera, Darcy estuvo aquí antes con Quartz. ¡Me dijo que estabas con el joven Quinn!- Gritó desesperado y sin vocalizar demasiado, el alcohol que viajaba por sus venas lo estaba consumiendo.
Maldita Darcy, pensé, pero realmente la niña simplemente habría respondido la simple pregunta de si sabía sobre mi paradero.
-Es cierto, padre, estuve con Quinn, pero solo estuvimos hablando.-Le expliqué la verdad, de todas maneras me iba a tratar como si fuera una mierda dijese lo que dijese.
-¿Hablando?-soltó una risa irónica.-Marjorie, ¿Crees que soy idiota? ¡Eres una zorra! ¡Tú perteneces a Blossom y solo a él! Seguro te has acostado con él, ¿Verdad, zorra?- Mis tímpanos dolían por el volumen de sus chillidos, pero no era lo único dolía.
Lo cierto es que ya estaba algo acostumbrada a sus gritos e insultos innecesarios hacia mi persona, por eso desconecté en ese preciso momento. Comencé a pensar, como si una filósofa se tratara.
La verdad, los zorros siempre habían sido mi animal favorito, ¿por qué ahora se convertía en un insulto? Son hermosos.
Siempre me han dicho que tener amigos es fundamental, que no tenerlos era una cosa de gente extraña, ¿Por qué ahora que quedaba con alguien era algo malo?
¿Tan horrible era lo que había hecho como para tratarme así? No lo era. No lo merecía.
-Pues sí Grimes, hablaba. ¿Nunca has hablado con un género contrario al tuyo?-No hubo respuesta de su parte.-Se nota.-Continué hablando, pero no por mucho, ya que mi cara comenzó ha escocer y a enrojecer. No me sorprendía que padre me pegara, iba a suceder tarde o temprano, pero aún y así sabiéndolo, mis lágrimas no supieron soportar el no salir a la luz.
Lágrimas con falta de atención, supongo.
-¿Quién coño te crees, niñata? ¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Soy tu padre, yo te di la vida!-La ira hablaba por él.
Agarré la poca fuerza que me quedaba y me levanté del suelo, pues su bofetada me impulsó hasta él. Me quité el rastro de agua que mojaba mi cara y aún con los ojos aguados, respondí.
-¡La vida me la dio madre!- le reproché, no era ninguna mentira.
-¡A la que tú le arrebataste la vida! ¡Eres una asesina!-Fue lo último que escuché de su voz. Cerró la puerta de mi habitación con un fuerte portazo.
Sin mi voluntad, más agua salada comenzó a salir de mi ojo izquierdo para que el derecho siguiera la misma acción. Las finas lágrimas de agua salada caían hacia abajo desde mi mirada, rozaban mis mejillas, para acabar su ruta dentro de mis carnosos labios, saboreando el sabor de la tristeza.
En el fondo sabía que lo que decía papá era cierto, madre había muerto por mi culpa. Sin mi nacimiento ella aún estaría aquí. Comencé a darle vueltas al tema hasta que escuche suaves golpecitos en la entrada de cuarto. Una castaña clara cabellera se asomaba por el pequeño espacio de la puerta con una mueca de preocupación.
-Mar, ¿quieres hablar?-Mi hermana más mayor preguntó.
-No, Sapphire, no tengo nada que decir.- Me sequé el rostro con las mangas de mi jersey.
-Necesitas hablar.-Protestó y se sentó a mi lado en la cama.
-¿Para qué preguntas si vas a entrar a conversar de todas maneras?-Le pregunté algo molesta.
-Cortesía.- Solté una pequeña risa nasal.-Ves, así quiero verte.-Me sonrió ella también.-Escúchame, tú no eres una asesina, naciste, te obligaron a hacerlo, no le hagas caso a papá, está borracho y despechado.-Asentí y me abrazó.
De repente, Rubí vino corriendo hacia mí para abrazarme, le correspondí.
-¿Sabes que estás guapa cuando lloras?-Soltó para aliviar la situación y me sonrió. Reí bajo y sin ganas.
Las dos me dieron un beso en la frente para después irse a dormir. Yo también lo intenté, pero no podía ni cerrar los ojos. A pesar de lo que me habían dicho mis hermanas, no era de mi agrado lo que me había dicho mi padre.
¿Realmente él piensa eso de mí o solo fue la bebida?
