CAP 8: Annabel Lee

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Pasaron semanas de lo ocurrido y yo estuve castigada durante todo ese tiempo. Siempre digo que odio el término reputación y todo lo que conlleva, pero este día había decidido amarlo. Gracias a eso podía celebrar el 31 de octubre con todas las familias. Obviamente, si Grimes no llevaba solo a una de sus primogénitas a esa reunión desataría sospechas.

"¿Dónde está Marjorie?"

"Seguro padre e hija han tenido una discusión, pues las hormonas están muy alocadas en esta etapa."

"¿Cómo se le ocurre no traer a su hija y dejarla sola en casa?"

"Es un mal padre."

"Probablemente tenga favoritismos."

Serían especulaciones que correrían si yo no acudiera ese día. Podían ser falsas o ciertas, eso a mí no me importaba, pero a padre sí. 

"Recuerda, Marjorie, la reputación es nuestra imagen, es como nos ven, es importante, es lo más preciado, cuídala."- Recuerdo escuchar eso cada vez que hacía cualquier cosa "mal vista" según papá.

-Idiota- Yo pensaba.

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31 de octubre

Estaba acabando de alistar mi disfraz de Betty Boop. Adoraba esa caricatura y también me encantaba el estilo flapper.

Portaba un vestido rojo ajustado con un escote palabra de honor, era algo más largo que el vestido original que vestía el dibujo animado. También llevaba el mismo maquillaje que el personaje, incluyendo el tan característico labial rojo y, como dijo una sabia, un delineado tan afilado para matar a un hombre.
Mi pierna derecha estaba adornada con una liga color oro con un corazón granate el el centro, un brazalete de oro perteneciente a mi fallecida madre lucía en mi muñeca, lo había utilizado en su boda con Grimes. No quería ir incómoda, así que me puse unas negras bailarinas con un bajo tacón, pues mi común estatura ya hacía la función de estar en una altura alta. Por último, dejé lucir mi largo oscuro cabello. Lo despeiné un poco para darle volumen y para que mis aros dorados a conjunto con mi disfraz fueran más visibles.

Esta noche me sentía un icono.

Yo era un icono.

Puede que no tuviera la más exquisita autoestima, pero mi ego no solo era una pequeña parte de mi personalidad, yo era lo más cercano a ver el ego reencarnado en un ser humano. Pero las probabilidades de quererse eran bastante nulas cuando te recordaban excesivamente que solo eras un estorbo en la vida de los demás.

¿Así que por qué no camuflar mi falta de estima con algo que me hace sentir fuerte?

Supongo que lo malo no es ser egocéntrica, si no enseñarles a los demás que lo eres. Ahí serás juzgada, duramente criticada y saldrás perjudicada.

Pero la parte buena será que tu ego estará con los brazos abiertos para alabarte por la mínima cosa que hagas.

Solo puedo decir... Viva el egocentrismo.

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𝐓𝐞 𝐁𝐮𝐬𝐜𝐚𝐫𝐞́ 𝐄𝐧 𝐎𝐭𝐫𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚 | 𝐉𝐨𝐬𝐞𝐩𝐡 𝐐𝐮𝐢𝐧𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora