Not just anybody
El año siguiente él estaba otra vez ahí, ahora un poco más alto y con el cabello más largo, se encontraba concentrado cortando unas galletas con forma de copos de nieve.
-¿Podrías parar de ser tan inmadura? -dijo haciendo que saliera de mi escondite, estaba planeando como arruinar sus galletas y que la abuela se enojara con él.
-¿Podrías dejar de ser tan molestoso? -fue lo primero que me vino a la mente, no iba a dejar que ese niño me ofendiera de esa manera.
-No es mi culpa que estés celosa -Ahora se encontraba poniéndole chispas de color azul a las galletas.
-¿Celosa? ¿Yo? ¿Por qué habría estar celosa de... ti? -dije poniéndome frente a él apoyándome sobre la barra.
-No lo sé, dime tú -dijo sin levantar la vista ni un solo instante-. No es mi culpa que tus abuelos me quieran más que a ti, no los culpo, eres bastante irritante.
Yup, dijo eso, no necesité más para abalanzarme sobre él y comenzar a jalarle el cabello con toda la furia que una niña de once años pudiera tener.
-Pero ¿Qué está pasando aquí? -Entró la abuela-. ¡Alex! ¡Suelta a Taehyung y ve a tu habitación! -exclamó.
-Pero abuela, él inició -me defendí
-Claro que no, yo estaba preparando las galletas que me pidió cuando ella vino aquí -Taehyung agachó la mirada solo para encontrar bolas de masa con forma abstracta -. Mis galletas...están...arruinadas -dijo bajando la voz.
Aún recuerdo la cara de la abuela, estaba tan molesta conmigo. Me sentí mal, pero él tenía la culpa, por ser tan arrogante, con aquella sonrisa tan presumida y su mirada tan seria, no soportaba verlo. Así que me di media vuelta y me retiré, no en señal de tregua, no permitiría que Taehyung ganara esta batalla.
Sin embargo, dos años habían pasado y Taehyung seguía llegando a la panadería, ¿acaso no podía ir a jugar videojuegos como los otros niños?. No comprendía cómo prefería pasar sus tardes trabajando con un par de ancianos que amaban el jazz y música regional a jugar con gente de su edad. Bueno, tal vez lo entendía más de lo que pensaba, porque me encontraba en la misma posición que él, solo que eran mis abuelos y no tenía mucha opción. Ahora ambos teníamos trece años, cada vez era más alto que yo. Sin duda ambos estábamos cambiando físicamente, yo tendía a cohibirme un poco más que antes, usaba sudaderas holgadas para tapar los cambios de mi cuerpo. A pesar de todos los cambios que estábamos viviendo, las cosas seguían igual entre ambos, él me molestaba y yo hacía lo mismo. Me metía el pie, yo le pegaba en las costillas, arruinaba sus preparaciones, el comía mis panes sin pedir mi permiso.
-Más te vale que no arruines mi panqué navideño, he estado trabajando en el todo el día -Amenazó al verme entrar al taller. Me detuve en seco al escuchar su voz que en definitiva sonaba al menos una octava más grave de lo que sonaba el año pasado. Sonaba tan...bien. Taehyung, movió su fleco de una forma sutil, dejando al descubierto sus ojos, eran tan lindos, ¿siempre habían sido así? Algo dentro de mi estómago se revolvió y pronto sentí un pequeño hormigueo recorrer mis mejillas-. ¿Por qué me estás viendo? -dijo extrañado.
-No, por nada -salí disparada hacia las escaleras y después de haber entrado en mi habitación me tiré sobre mi cama, sin comprender que acababa de suceder.
Los días siguientes fueron igual de embarazosos, no podía estar cerca de él sin sentir que todo dentro de mi se sacudía. La abuela nos asignó hacer rosca de reyes, uno de mis panes favoritos, en definitiva era pronto para comenzar a hacerlas, ni siquiera había llegado la Navidad pero eso me emocionaba aún más. Los abuelos siempre buscaban la forma de integrar nuestras tradiciones mexicanas en la panadería. Así que tomé mi delantal y alisté los ingredientes, Taehyung se colocó del otro lado de la barra, justo frente a mí, ninguno de los dos habló durante la primera media hora. Ya solo faltaba decorar la rosca, entonces, ambos tuvimos el mismo pensamiento y estiramos el brazo para agarrar un pedazo de ate al mismo tiempo, al tocarlo nuestras manos se rozaron, y ambos volteamos a vernos por unos segundos, no estoy segura de cuánto pasó, pudieron haber sido micro segundos o una hora, pero de lo que estoy segura es que ambos sentimos algo ¿diferente? En cuanto salimos de aquel trance retiramos nuestras manos rápidamente y pronto imperó un silencio incómodo, después de carraspear Taehyung volvió a lo que estábamos haciendo antes y yo hice lo mismo. Metí la rosca en el horno y al dar media vuelta vi que Taehyung me observaba desde el otro extremo de la habitación, apartó la mirada al darse cuenta de que lo había visto.
-Creo que debo irme a casa -dijo quitándose el delantal y colgándolo sobre un perchero que estaba sobre la pared.
-Eh eh eh, ¿a dónde crees que vas muchachito? -dijo mi Abuelo con su particular acento mexicano al entrar al taller-. Hay una tormenta de nieve, nadie sale de aquí hasta mañana.
-Pero señor Rodríguez, mi mamá se va a preocupar -protestó caminando hacia la puerta.
-Acabo de hablar con tu madre y estuvo de acuerdo en que te quedaras -dijo mientras colocaba su mano sobre el hombro de Taehyung.
Taehyung puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos. Ahí estaba otra vez aquella mirada pesada tan característica de él, pero ésta vez en lugar de enfadarme solo causó un revoloteo en mi interior.
-Alex, lleva a Taehyung arriba, preparé chocolate caliente -dijo sacándome de mis pensamientos. Yo solo asentí con la cabeza.
Subimos las escaleras hacia la parte de arriba de la panadería donde se encontraba la casa de mis abuelos, no era muy grande, pero era acogedora, Taehyung parecía conocer el lugar, ya que al entrar se quitó los zapatos y los colocó en el clóset de la entrada posteriormente se sentó con confianza sobre el sofá. Realmente era mi suplente mientras que yo me encontraba en Chicago. Lo miré con disgusto, él pareció darse cuenta de mi mirada porque volteó a verme alzando una ceja y retiró la mirada rápidamente.
Fui a la cocina y serví dos tazas de chocolate caliente, le entregué una a Taehyung y me senté en el sillón opuesto a él. De nuevo, el silencio se apoderó del lugar.
-Bien -dije mientras rodeaba la taza con mis manos, sin tener el valor para mirarlo a los ojos.
-Bien -contestó. Su rostro tenía aspecto aburrido. ¿Cómo podía permanecer tan indiferente por tanto tiempo? Yo sentía la adrenalina suficiente como para darle diez vueltas a un campo de fútbol.
Otra vez, el terrible silencio.
-¿Quieres ver una película? -solté de pronto. ¿Por qué dije eso? ¿Por qué? ¿Por qué? "Ojalá que diga que no" deseé con todas mis fuerzas, sentí como mis manos comenzaban a sudar.
-Ok -respondió finalmente con aquel gesto de aburrimiento.
"No, no, no"
-Ok -dije insegura, dejé la taza sobre la mesa de centro y me hinqué para poder ver la serie de dvd's que se encontraban en la consola de televisión. Comencé a pasar la mano sobre cada uno de los títulos-. "También de dolor se canta" -susurré.
-Espera, ¿te gustan las películas de Pedro infante?
-Claro, espera, ¿Cómo sabes de Pedro Infante?
-Tu abuelo no deja de ponerlas y realmente me parecen muy buenas, a veces quisiera saber español para poder cantar sus canciones -sus ojos brillaban con ilusión.
-¿Cantas?
-No, no realmente -se rascó la cabeza nervioso.
-A mí me suena como que sí -dije alzando las cejas.
-No, no me gusta hacerlo en público -dijo apartando la vista y concentrándose en la televisión.
Quise preguntar más, pero me dio miedo perder el avance que había logrado con él, así que ambos nos sumergimos en la película, ninguno de los dos hablaba, solo se escuchaba la risa de alguno de vez en cuando, pronto "Braulio" el personaje principal, acompañado del mariachi, comenzó a cantar Cien Años, yo empecé a tararear, Taehyung hizo lo mismo, poco a poco se fue soltando a cantar más fuerte, tenía un tono de voz bastante grave para su edad, dulce y firme, ambos estábamos disfrutando la canción, comencé a cantar aún más fuerte, por mi parte, no se podría decir que tengo la voz más espectacular pero realmente disfrutaba cantar, así que ambos nos dejamos llevar por la canción, estábamos tan inmersos que pronto desafiné de forma tan vergonzosa que tuvimos que parar. Nos miramos a los ojos y sin poder controlarlo más, explotamos en risas.
La abuela subió las escaleras lo más rápido que pudo.
-¡Alex! ¡Por última vez deja a Taehyung en paz! -Exclamó al llegar a la sala.
Ninguno respondió, estábamos muertos de risa, de reojo pude ver como la abuela sonreía, al ver que todo estaba en orden se retiró.
Nunca había reído tanto con Taehyung, o más bien, nunca había reído con él, habíamos pasado todo este tiempo rechazándonos que no nos habíamos dado el tiempo para realmente intentar conocernos. Así fue como Taehyung y yo intentamos recuperar todo el tiempo perdido, al regresar a Chicago decidimos hablar por Messenger, ahh como amaba molestarlo con zumbidos todo el tiempo.
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Say it ditto // KTH
FanfictionEsta es una historia sobre amistad y primeros amores, sobre crecer y aprender lecciones. Una historia de cómo el tiempo no es obstáculo si el amor es verdadero. Esta es la historia sobre mi amigo Kim Taehyung y Alex, y como aquella Navidad todo cam...