𝐌𝐈𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓𝐒, james potter

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Lana caminaba sin mucho entusiasmo por la calle de La Hilandera; para su suerte, era muy temprano, así que no tenía que preocuparse por que la gente la mirara extraño por su curioso equipaje: un enorme carrito que transportaba su baúl y una jaula con una lechuza dentro. Eso sin contar los enormes libros que cargaba en uno de sus brazos.

A decir verdad, estaba batallando demasiado; pero la buena noticia era que estaba llegando al punto de encuentro: el patio de la casa Foster. Había acordado verse ahí con su única amiga, Elisse Foster.

Elisse es la única hija del matrimonio Foster, que también es una familia mágica; le habían ofrecido a Lana transporte para viajar hasta Londres todos los primeros de septiembre desde hacía cinco años. Siempre usaban los polvos flú, lo que hacía incómodo el viaje, pero Lana no podía quejarse, en realidad estaba muy agradecida.

Lana solía ser una persona no tan cerrada, antes tenía un amigo además de Elisse; pero Hogwarts puede cambiar a las personas, y estar en Slytherin no le había hecho nada bien a Severus Snape. Él la llamó sangre-sucia durante una discusión que tuvieron por una razón que Lana ya ha olvidado. Había pasado ya un tiempo de eso, pero todavía le hervía la sangre al recordarlo.

Luego de esa experiencia, se mantenía junto a Elisse casi todo el día; aunque, si estaban en Hogwarts, lo más seguro es que Lana estuviera en la biblioteca hablando con Madame Pince o en el salón de Historia de la magia teniendo una educativa charla con el señor Binns. Le gustan las pláticas informativas con gente aburrida.

Lana toca la puerta de la casa Foster dos veces. Una mujer de mediana edad abre con una sonrisa, es la mamá de Elisse, se llama Delia.

—Buen día señora Foster —saluda Lana, con la sonrisa más educada que puede ofrecer, un gesto que Delia aprecia, sobre todo a sabiendas de que Lana es una persona muy seria.

—Buenos días Lana —sonríe y se hace a un lado para que la castaña pueda entrar—, pasa, pasa. ¿Ya desayunaste? ¿Tienes hambre?

Lana hace el mismo recorrido que ha hecho por cinco años dentro de la casa Foster, lleva su equipaje y sus cosas a la sala con menos esfuerzo esta vez.

—Estoy bien, gracias. Desayuné en casa antes de venir —miente, simplemente porque sabe que Delia no le hará más preguntas si le responde lo que ella quiere oír.

—Entonces pasa a la sala, Elisse debe de estar por bajar. Nos iremos en unos quince minutos.

Lana sonríe una vez más y sube hasta la habitación de Elisse. Esta vez abre sin molestarse en tocar.

—Buenos días, tú —saluda Elisse, está parada frente al espejo, arreglando su cabello.

—Buen día, buen día —responde Lana mientras se recuesta en la cama—. ¿Qué tal dormiste esta vez?