𝐌𝐈𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓𝐒, james potter

nineteen.

En año nuevo, tal y como lo había dicho, Lana viajó a través de transportadores hasta aparecer frente a la puerta de la actual casa de su tía Devon. Ella vive en un pequeño poblado a unos treinta minutos de donde Lana vivía antes.

Esta vez, sí la llamó, tal como Elowyn le sugirió antes. Sólo para no llevarse una mala sorpresa. Además la metamorfomaga iba junto a ella, así que si algo salía mal, tendría que ver por ella y además por Elowyn.

Devon sonaba más que encantada de recibir a su sobrina y a su amiga, que por cierto tenía un cabello muy curioso. Su esposo le había hablado de ese tipo de brujas, pero Lana no sabía eso.

Una mujer de mediana edad, cabello castaño hasta la cintura con unos enormes ojos olivos bastante amables junto a unas enormes mejillas rojizas, fue quien abrió la puerta principal de la casa que Lana recordaba, era la casa de su abuela; al parecer Devon fue quien se quedó con ella, está bien, de todas formas su padre no podría haberla disfrutado.

La alegría de Lana volvió a ella cuando su tía la envolvió entre sus brazos y la hizo recordar a cuando era una niña esperando por su tía favorita en la sala de su casa todos los días desde que tenía cuatro años.

—¡Hola dulzura! —la mujer exclama, apenas separándose de ella para poder mirarla a la cara—. No quiero sonar como una anciana, ¡pero mira cuánto has crecido! Dios, parece sólo ayer cuando el idiota de mi hermano te trajo a casa, eras tan pequeña y tan linda, tan...

Lana se aclara la garganta para intentar hacer que su tía no diga más, señala a Elowyn, quien admira la escena con una enorme sonrisa y hace lo posible por que su cabello no delate nada sobre quién es o qué podría hacer.

—Ella es Elowyn —Lana dice—. Estudiamos juntas, es mi amiga.

Elowyn sonríe aún más al escuchar aquello, no sabe si es la primera vez que Lana admite que son amigas en voz alta, pero sigue siendo tan extraño que le cuesta escucharlo por sí misma.

—Es un placer —la peliazul habla, extendiendo su mano hacia la mujer para saludarla.

—¡Oh, ven aquí! —ella exclama mientras la atrae para abrazarla—. Lana me habló sobre ti por teléfono.

—Excelente, ¿qué dijo sobre mí? —Elowyn sonríe.

—Que somos compañeras de habitación y eres parte de mi equipo de fútbol —Lana responde.

—Eso soy —Elowyn afirma, entendiendo lo que Lana quiere que ella haga—. Parte de equipo de fútbol. De la misma casa y esas cosas.

Pero Lana olvidó que Elowyn es una mala mentirosa. Se pone nerviosa, ríe mucho y se olvida de todo lo que debe de decir.

—¿No hace frío aquí afuera? Yo siento algo de frío —Lana murmura, intentando desviar el tema—. Deberíamos entrar si no queremos empezar el año congeladas.

—¡Oh, claro! Entren, mi casa es su casa —Devon dice con una sonrisa mientras se apresura a abrir completamente la puerta de su casa.

Ambas entran y al cruzar por la puerta, ambas tienen la misma sensación. La magia no es algo que se pueda ver, pero pasando tanto tiempo entre el mundo muggle y el mundo mágico, aprender a reconocer cuando hay magia alrededor, es un reflejo (o una habilidad) que ambas han desarrollado con el tiempo.

Y ambas sienten magia. Elowyn cree que es normal, Lana se desconcierta y en seguida se vuelve en modo alerta, mira a su alrededor en busca de algún objeto mágico, alguna varita, algo que pueda delatar la fuente de aquella sensación de magia en el ambiente.

—Por aquí —Devon indica un camino por todo el recibidor hasta llegar a su sala—. Les presentaré a mi esposo.

La simple mención de la palabra "esposo" es algo aún extraño para Lana, todavía recuerda las pláticas con su tía en las que ella le advertía que no debía de confiar en ningún hombre luego de cada decepción amorosa que Devon pasaba. Le alegra saber que encontró a alguien en quien tuviera la suficiente confianza como para llegar al punto de casarse; le decepciona no haber estado ahí en un día tan importante; le confunde el porqué Devon no habla mucho sobre él.