Capítulo XI: No hay caminos al cielo

10 2 4
                                    

"El infierno no es un lugar de castigo, sino la consecuencia natural de alejarse de Dios".

— Dante Alighieri, "La Divina Comedia"

Por primera vez en eones los acuerdos intangibles entre paganos y ángeles se encontraban fracturados, de manera irreparable, como las salvaguardas de la ciudad angelical. La guerra ahora era un futuro cercano, casi tan palpable como las dagas en torno a la correa de la espada de Macco. El hijo mayor de Ares  entre los residentes del diamante. Quien ahora ostentaba el puesto de representante de los semidioses en la monarquía de craturies. Desde su llegada al terreno del diamante había aspirado a destacar, demostrar que su predisposición a las confrontaciones podía ser una ventaja y no solo un rasgo que otros debieran temer.

Conforme Macco supervisaba el cambio de guardia seguía maquinando posibilidades. La guerra se trataba de estrategia, no solo del simple derroche de poder. El alardear frente a los ángeles y vulnerar sus salvaguardas sin duda le provocó satisfacción pero ahora debía ser precavido. El siguiente paso obvio para la jerarquía angelical era buscar infringir el mismo daño. Por eso mandó a llamar a los hijos de Cirse, ellos lanzarían hechizos protectores y defensivos en la periferia. Algo de lo que se enorgullecía Dancaster era que nadie había logrado atravesar sus defensas. Los jóvenes se encontraban situados en toda la periferia del terreno lanzando cánticos para fortalecer las salvaguardas. Se podía ver como aquella barrera brillaba, asemejando a la aurora boreal.

Los semidioses que no tenían edad para estar en un posible enfrentamiento se encontraban en el comedor principal, ayudando a los consagrados a Hera. Los niños, aquellos que recién iniciaban su formación en batalla se encontraban en el bunker, una edificación elaborada durante la primera guerra mundial, como prevención. Macco, había enviado a Briza y Avyah junto a ellos, para distraerlos y cuidarlos. Claro que la selección no había sido aleatoria, Zean y Cool se lo pidieron encarecidamente y él podía entender sus razones.

Se sentía impaciente, la yema de sus dedos se sentía entumecida, como si hubiera sostenido hielo por mucho tiempo. Algo que caracterizaba a los hijos de Ares, además de sus ojos rojos como la sangre, eran los ataques violentos que sufrían. Desde temprana edad había luchado contra ellos, en su intento de demostrar que no sería como sus demás hermanos.

Macco se encontraba junto al árbol de diamante, el primer portal entre el mundo y Dancaster. Solo los semidioses conocían de su existencia y en ese momento era el punto de ingreso y salida más seguro. 

— ¿Macco? — Llamó Ariadne suavemente.

El semidiós se acercó a ella y cuadró los hombros, llevó la palma de la mano derecha a la frente y sus talones golpearon, en un remedo de saludo militar. — Zafiro. — Musitó como único saludo.

— No es necesario tanto protocolo. — Respondió ella negando con las manos. — Solo vengo como una amiga.

— Supongo que ahora todo será más difícil.— Respondió él con una sonrisa mientras volvía a adquirir una postura relajada. — Y no me refiero a saber diferenciar cuando me hablas como reina o como amiga.

Ariadne dejó escapar una suave risa, carente de cualquier emoción y ambos suspiraron pesadamente. En aquel momento llevaban el mismo peso en los hombros. Los ojos dorados del zafiro brillaron intensos por un instante, como cuando una emoción predominaba en ella. Macco y Ariadne siempre habían sido buenos amigos, él fue uno de los pocos semi dioses que no había tenido miedo de ella. La gema podía recordar que antes de Gabriel, antes de su entrenamiento como futura monarca ella había experimentado ciertos sentimientos hacia él. Categorizar la procedencia de los mismos, en ese momento, ya no importaba. Ella se debía lealtad, debía lealtad al juramento que hizo en su cautiverio. Además, Macco era feliz, sin duda, Taranah y el embonaban de una curiosa pero apacible forma.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 29, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sombra de Zafiro: La última gemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora