HIPO
Estaba intentando con todas mis fuerzas abrir mis ojos, lo intentaba, pero el cansancio me vencía. Solamente podía escuchar voces eventualmente, voces que me animaban a despertar, voces que me rogaban despertar, pero no era suficientemente nítidas como para identificarlas, lo que si era claro era un rugido particular que no cesaba, un aliento sobre mi rostro, era como un olor a azufre y pescado. Un dolor de cabeza permanente me impedía siquiera pensar en quien podría ser, pero podía sentir un vínculo especial con dicha presencia, que, por cierto, nunca se separó de mi lado, las demás voces iban y venían y a veces estaban ausentes por largos periodos de tiempo, pero esos gemidos y gruñidos no se apartaron nunca.
Intentaba con todas mis fuerzas recordar cómo fue que termine en ese estado de inconsciencia, pero el fuerte de dolor de cabeza y sobre todo de mi cuerpo me nublaba la memoria. Había una ausencia que no podía distinguir, algo me faltaba y no podía aun identificarlo y eso me empujaba a abrir los ojos y salir de este estado para verificar ese algo que me faltaba, pero no pude luchar contra la debilidad de mi cuerpo y la necesidad de sueño que me era reclamado, así que una vez más no pude sobreponerme al cansancio y terminé cediendo ante el sueño. Otro día más que no podía abrir los ojos.
No sé cuánto tiempo quede en ese estado de inconciencia, pero lo que sé es que cuando volví a intentarlo me resulto más sencillo, supongo que me tomo mucho tiempo para poder reponer las fuerzas de mi último intento. Todavía escuchaba esos gruñidos y gemidos, pero sobre todo ahora era consciente del contacto físico. La superficie escamosa y húmeda y el aliento era más fuerte, podía percibir la cercanía. Lentamente abrí los ojos y me encontré con esos ojos enormes, el negro profundo del iris me intimido por un momento, entonces cerré los ojos para despabilarme y ver si es que había visto bien. Un recuerdo a la vez empezó a caer. Chimuelo... recordé que tenía un amigo, el único, entonces esa sensación de vinculo y cercanía tenía sentido.
—Hey amigo... —susurré con un poco de dificultad mientras algunos otros recuerdos me invadían. La batalla contra ese enorme dragón que tenía subyugados a todos los dragones y que era el problema principal de porque ellos atacaban Berk. Chimuelo gruño alegremente. ¿Como es que puedo saber que fue con alegría? Simple, por sus ojos, se abren de una manera especial cuando está feliz, luego me dio unos pequeños empujones con hocico, con lo cual terminó de despertarme. Los empujones se hicieron más fuertes mientras me movía de la cama. —Me alegra verte —le dije mientras me agarraba de su cabeza, él solo me gruñía alegremente y casi estaba encima de mí, tanto que mi piso el estómago haciéndome enderezar. —Estoy en mi casa —Entonces lo evidente fue que no estaba en mi habitación. Estaban en la planta baja de mi casa. El solo meneaba su cuerpo sacando la lengua con felicidad, supongo que, incitándome a levantarme, pero no podía... me sentía débil y extraño. Mire a Chimuelo fijamente por un momento. —Estas en mi casa —dije con un poco de preocupación, no sabía si estaba bien que Chimuelo este aquí, quiero decir mi papa había dejado en claro que no quería saber nada con ellos, que me volviera a tomar como su hijo no incluía a Chimuelo ¿o sí? pero eso no parecía importarle a Chimuelo quien empezó a saltar por toda la casa tumbando a su paso todo lo que encontraba, haciendo poner un poco nervioso de que alguien escuchara todo el ruido y viniera a por Chimuelo. —¿Sabe mi papa que estas aquí? —la palabra papá me sonaba un poco agria, había pasado tantas cosas que yo simplemente no podía ignorar y esos recuerdos empezaron a invadirme. Dolorosamente.
"Siempre que pones un pie fuera se desata el desastre". Sus palabras me habían golpeado más de lo que él se imaginó. Siempre había querido que estuviera orgulloso de mí, pero al parecer no había nada que yo pudiera hacer para lograrlo. No era un vikingo como él, no era como nadie en Berk y tal vez eso era lo que tanto le disgustaba.
"Tanto años de ser el peor vikingo que hubiera existido en Berk". Asi es como siempre fui a sus ojos, el peor vikingo de Berk. En ese momento solo los nervios hicieron que me sobrepusiera al tan grande desprecio que había salido de su boca. Mi propio padre me veía como el peor vikingo. ¿Que podría esperar de los demás?
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Buscar mi destino
RomanceHipo despierta de su coma luego de perder la pierna y haber vencido a la muerte roja. Pero los recuerdos del desprecio de la gente antes de convertirse en una celebridad lo golpean. El sabe lo que debe hacer y no duda... Debe encontrar su lugar en e...