Volando sin rumbo

903 58 26
                                    

HIPO

El viento era frio, al menos entre las nubes se sentía más frio de lo convencional. Mi chaleco de piel marrón no era suficiente para protegerme del frio, pronto tendría que pensar en algún lugar para pasar la noche. Ya había pasado varias de las islas abandonadas que estaban cerca de Berk. Bueno no estaban tan abandonadas, había dragones de todo tipo y clase. Habíamos pasado por una isla llena de Gronckles y Cremallerus, Pesadillas, Nadders, Terrores y otros. Luego vimos una isla llena de lo que parecía ser luces, no quisimos acercarnos por temor de que se tratara de alguna clase de ardid de dragones para atraer a sus víctimas. Naders volando en formación Pesadillas Monstruosas incendiando el cielo con sus cuerpos, todo un espectáculo que por el momento solo podríamos ver de lejos. Pronto iniciaríamos nuestro estudio de los dragones y su comportamiento, pero primero lo primero. No morir de frio.

—Creo que podemos bajar la velocidad, ya estamos lo suficientemente lejos —Chimuelo ronroneo con algo parecido a estar de acuerdo, llevábamos mucho tiempo a alta velocidad para poder perder el rastro de cualquiera que se aventurara a perseguirnos. —Además que no quiero morir congelado —Chimuelo pareció entender porque empecé a sentir que su cabeza se calentaba dándole un poco de calor a mis manos un poco entumecidas por la exposición prolongada al aire frio. —Gracias amigo, ahora hay que buscar un buen lugar para aterrizar —seguimos volando por algún momento, saque un rudimentario mapa que siempre llevaba conmigo para ver si alguna isla se asomaba en nuestro radio de visión. —Parece que estamos cerca de la isla Árbol alto, eso tendría que ser lo suficientemente lejos como para pensar hacia donde ir desde allí ¿qué te parece amigo? —Chimuelo lanzo un ataque de plasma que terminó explotando —tomare eso como un si ¡allá vamos! —empezamos a descender para ver en el horizonte la isla Árbol alto, estábamos muy lejos de Berk. Cuanto más lejos, mejor.

Finalmente llegamos a la isla, busqué el lugar más solitario e inaccesible tanto para personas como para dragones, una cueva que parecía haber sido labrada en la montaña principal de aquella isla. Al menos esta noche estaríamos protegidos, aunque tal vez no tan a salvo. Me bajé con dificultad de la silla, la pierna estaba empezando a ser una molestia desde hace un par de horas. Traté de no prestarle atención, pero el frio me hacía sentir punzadas hirientes en el muñón que aún estaba fresco y con la piel sensible.

—Lo siento amigo, tendremos que detenernos un poco más de lo previsto, esto es simplemente muy incómodo y doloroso —le dije a mi dragón señalando mi pierna falsa.

Chimuelo alargó la cabeza para que me apoyara en él, sin decir nada simplemente me apoyé y me ayudo a llegar a una roca donde pude sentarme. Me daba un poco de nerviosismo desprenderme de mi prótesis, rudimentaria, pero prótesis, en fin. Tendría que pensar en un mejor sistema, pero primero tendría que encontrar un lugar donde establecerme y armar una fragua. Lo que vi no me gusto porque tenía el muñón con heridas y claramente muy inflamado.

Esto era peor de lo que esperaba, no podría montar nuevamente sin prolongar mi agonía y no estaba precisamente aprovisionado con medicinas, una infección podía hacer que mi expedición terminara antes de lo previsto. Chimuelo me miró con preocupación acercándose mientras ladeaba las heridas entrecerrando los ojos, entonces hizo algo que me hizo ver estrellas, pasó su lengua por el muñón, me hizo rechinar los dientes por el dolor y la sensación de dagas sobre esa parte de mi cuerpo, además que la sensación de su lengua era extraña y producía picazón, pero aparte de eso era refrescante, su saliva no estaba caliente, extrañamente. Me quedé quieto mientras el pico de dolor iba bajando para dar pase al alivio. Saque mi libreta, había ido escribiendo lo que habíamos visto por el viaje y esto era sin duda algo que debía anotar para un futuro libro sobre dragones, aunque no pensaba poner mucho sobre mi dragón ya que al parecer era único, no quería ponerlo en peligro.

Buscar mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora