ASTRID
A la mañana siguiente me sentía con todo el peso del mundo sobre mis hombros. No había podido descansar absolutamente nada, cada cierto tiempo me despertaba sobresaltada por el recuerdo de que Hipo no estaba más en Berk. No podía creer que yo misma todavía tenía el descaro de llamarle mi amigo. Pero es lo que siempre fue, aunque por más de 7 años no nos dirigimos la palabra. Yo jamás volví a tener a alguien tan cercano como él en mi vida, claro, excepto mamá.
Ni Ruffnut
Ni Tuffnut
Ni Patapez
Y mucho menos el pretensioso y arrogante de Patán
Eran mis compañeros habituales en las labores que teníamos que hacer para la aldea, en tiempos pasados encargarnos de apagar incendios provocados por los ataques de dragones, pero ahora con todo lo que había pasado, todo lo que Hipo había provocado, nuestra labor era básicamente el patrullaje de la aldea. Pero no eran nada de lo que Hipo y yo llegamos a ser cuando éramos niños.
Me levante rápidamente frotándome los ojos, porque me esperaba una larga jornada, había decidido empezar mi propia búsqueda. No descansaría hasta que le encontrara y pudiéramos sentarnos a conversar. El necesitaba escucharme y entonces tal vez, solo tal vez podríamos volver a ser amigos. No estaba pensando en nada más que recuperar su amistad. Eso era lo más importante para mí ahora mismo. Aunque en el fondo de mi ser la idea de tenerle conmigo para siempre calentaba mi corazón y me hacía anhelar que todo esto se resolviera pronto.
—¡Astrid! —la voz de mi madre desde la planta baja de nuestra casa me hacía reaccionar y alistarme rápidamente. Rápidamente me saque la túnica que usaba para dormir y me coloque mi habitual vestimenta. Me coloque mis hombreras metálicas, mi leggin, mi falda con tachas y pequeños cráneos que me hacían ver temeraria, mis botas y por último la cinta en mi frente que me identificaba como una chica soltera y sin peligro a la vista. Rápidamente baje las escaleras donde me esperaba mamá con una sonrisa un poco desdibujada.
—Buen día —dije mientras terminaba de arreglar mi cabello para que luciera como todos los días. Tenía la esperanza de que mi búsqueda de hoy seria exitosa asi que no iría como un estropajo recién salido de la cama.
—Siéntate, el desayuno está servido —dijo mi madre mientras ella volvía a la cocina. No se veía tan animada como otras veces.
—No creo que pueda comer... al menos no ahora mismo —respondí cuando vi el desayuno, era como que mi cuerpo no quería recibir alimentos, era extraño ya que siempre había sido responsable con mi alimentación.
—No podrás resistir sin comida en el estómago —sonrió mi madre mientras traía mi bolsa con algunas provisiones dentro de ella.
—Como sabes que... —me sentía un tanto avergonzada que mi mama supiera que lo primero que quería hacer era ir en busca de Hipo. Era como dejar al descubierto lo que tenía con tanto cuidado guardado durante años. —Podría ir primero a hacer otra cosa ¿no crees? —dije tratando de cubrir mi propia vergüenza, estaba inusualmente ansiosa y mi madre podía sentirlo.
—¿Soy tu madre recuerdas? —mi madre frunció un poco el ceño mientras terminaba de meter en la mochila algunos peces y algo de comida para mí. Mientras yo solo baje la cabeza con un ligero ardor en mis mejillas.
—¿Alguna noticia? —pregunté mientras a la fuerza me metía la comida a la boca y casi sin detenerme a degustar su sabor pasaba directamente a mi estómago.
—Por lo que sé, los chicos solo encontraron señuelos y nada más —mi estómago se revolvió ¿dónde debía buscar? Donde debía empezar, sola sería más difícil, pero no quería que nadie estuviera en caso tuviera éxito.
ESTÁS LEYENDO
Buscar mi destino
RomanceHipo despierta de su coma luego de perder la pierna y haber vencido a la muerte roja. Pero los recuerdos del desprecio de la gente antes de convertirse en una celebridad lo golpean. El sabe lo que debe hacer y no duda... Debe encontrar su lugar en e...