Entrenamiento

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HIPO

Las cosas salieron mejor de lo que pensaba desde un punto de vista, pero no tanto desde otro. Bertha estaba abierta a escucharme y llevar a cabo mi plan, porque todas en la tribu hablaban de las doncellas aladas, que eran una tribu de mujeres en tierras lejanas a inhóspitas que tenían dragones en sus espaldas para poder volar y que eran guardianes celosas de los látigo afilados. La curiosidad sobre ello me mataba y quería saber más sobre nuevas especies y sobre otros que se dedicaran a proteger a los dragones, pero primero debía satisfacer las exigencias de Bertha. Si quería permanecer unido a la tribu debía demostrar que podía estar listo para pelear por la tribu sin Chimuelo. Bertha no quería que dependiéramos de los dragones para defender la tribu, por lo que el entrenamiento y las misiones era siempre en solitario. No estaba del todo de acuerdo, porque los dragones podían ser una gran ventaja táctica, pero sabía que por la limitación de Chimuelo no siempre podría tenerlo cuidándome por más que él lo deseara.

Camicazi me había advertido que no debía tomar a la ligera cualquier ofrecimiento de su madre, porque la palabra era un juramento aquí y eso requería ir hasta el final en lo que sea que se hubiera comprometido uno. Había dado mi palabra de dar todo mi conocimiento y habilidades en la forja para proveerles de todo lo que se necesitara para sus misiones, incluyendo mis nuevos inventos, en los que podría trabajar de manera independiente para probarlos con Bertha y Camicazi antes de introducirlos a la tribu. No podría vivir con ellas, porque era parte de la tradición, una que Bertha ni las ancianas estaban dispuestas a romper, pero si podría vivir en las cercanías y me ayudarían a establecer un espacio para poder traer otros dragones para el entrenamiento personal y luego ir capacitando a futuros jinetes, Camicazi la primera de ellas.

Pero primero lo primero, debían atender y curar mi muñón que como dijo la sanadora de la tribu, estaba al borde de desencadenar una infección que podría llevarme a la muerte. Por lo que me encontré descansando en mi cueva temporal junto con Chimuelo. Camicazi sería el enlace temporal para poder trabajar con la tribu. Fue bueno que Bertha delante de todos me diera la bienvenida para que el resto de la tribu empezara a verme menos como una amenaza y a Chimuelo tampoco. Lo primero que hice fue pedir cuanto texto tuvieran sobre los dragones para poder usar mi tiempo en recuperación para poder empaparme de nuevo conocimiento adicional al que ya había tenido en Berk.

Fue leyendo esos libros y documentos que empecé a sentirme nostálgico, pero la presencia de Chimuelo me hizo consciente que nuestros destino siempre estuvo más allá de Berk y que debía esforzarme por lograr todo aquello que tenía en mente. Ya habíamos liberado a los dragones del muerte roja, por lo que ahora teníamos que ir más allá a conocer los límites del mundo y las nuevas especies que aún nos eran desconocidas.

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Después de casi dos semanas de recuperación era momento de empezar a entrenar, solo seríamos, Lia, Bertha y yo, no estaría Camicazi porque Bertha no quería ninguna interrupción o que ella intercediera para que bajara el ritmo. Comprendí cual era el valor de las palabras de Camicazi al finalizar el primer día de entrenamiento. Había sido brutal y según me dijo Bertha, seguiría siéndolo por los próximos meses. Haré de ti un ladrón decente, esas fueron sus palabras y no exageraba, fortalecer mi cuerpo era solo la primera parte y no iba a parar hasta que no hubiera gotas de sudor en mi frente, jadeos de cansancio y muecas de dolor, pero sobre todo quería que mi pierna de metal nunca más fuera un signo de desventaja o muestra de que no podía hacer lo que el resto, asi que me dijo que debía trabajar en un nuevo modelo para que pudiera ser parte de mi cuerpo sin que llegara a notar la ausencia de mi pierna real. Era un concepto difícil de pensar con tanto cansancio, pero también debía encajar con el pedal de la cola de Chimuelo, quien en este tiempo había seguido entrenando con Camicazi para que su temor a las alturas y su confianza en los dragones aumentaran. No era sencillo, al final del día a veces ambos estábamos tirados en el pasto llenos de cortes, moretones y sin aliento para poder avanzar.

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