Un discreto adiós

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BOCÓN

Ayer por la noche había terminado de hacer la cola del reptil engreído de Hipo, tenía que adecuarlo a su nueva pierna, no era precisamente una fina obra de herrero, pero le serviría por un tiempo hasta que el pudiera pensar en algo mejor. Con Astrid hasta pensamos en un dibujo para la cola. Hipo no había despertado aun, asi que no me moleste en llevarla a su casa. Salí hace un par de horas de mi turno de vigilancia con la esperanza de que Estoico se presentara rápidamente, yo tenía que terminar varios pedidos. Sin Hipo estas casi dos semanas habían sido de arduo trabajo, ya que no paraban de llover pedidos de nuevas armas ya que todo se había perdido en la lucha contra el enorme dragón. Genial, más trabajo para mí.

—Muchacho loco, dándole más trabajo a su viejo maestro —resoplaba yo en señal de frustración, pero aun asi no estaba enfadado con él. Hipo siempre había cumplido con creces las expectativas que yo tenía de un aprendiz. Hacia armas tan finas que me sentía yo un aprendiz. Nunca tomo crédito de las cosas que hacía, es más muchos llevan armas pensando que las hice yo cuando en realidad fue Hipo quien las hizo para ellos, pero él no quería que lo supieran.

—¡Bocón! ¡Ven rápido! —Phlegma la madre de Astrid entró corriendo en la fragua con una mirada un tanto perturbada. Pensé que sería alguna clase de problema doméstico, asi que lentamente me saque el delantal de trabajo.

—¿Qué paso? —le pregunté, al comienzo no tan interesado en problemas, ya que yo mismo tenía varios, tenía mucho pedidos que terminar y poco tiempo para hacerlo.

—Es Hipo —me miró un poco preocupada. Yo sabía cuánto se preocupaba Phlegma por Hipo, Valka había sido muy amiga de ella y casi lo veía como un hijo para ella.

—¿Que hizo ahora ese chico? —me quejé mientras empezábamos a andar hacia la casa del jefe.

—Parece que se fue —¿se fue? ¿Pero cómo? Quiero decir Chimuelo no puede volar.

—Como que se fue, hace unas horas que yo vi que estaba en su cama como hace más de dos semanas —mi mente viajo rápidamente a la aleta que le había preparado, me metí a su pequeña habitación en busca de la aleta que había dejado allí, no estaba.

—Bueno al parecer se despertó, pero no hay rastro de él —salí rápidamente de la habitación y Phlegma estaba esperándome en la puerta, asi que empezamos a caminar, pero claro ella caminaba con largas zancadas y yo tenía que casi que arrastrar mi pierna mala.

—¡Espera! que no es fácil andar con esto —para un hombre de una sola pierna puede ser difícil llegar a subir algunas cuestas.

—Oh claro —se disculpó mientras aflojaba el ritmo.

—¿Lo sabe Estoico? —la idea de que Estoico se enterara me hacía pensar en todos los escenarios posibles, sin duda sería un gran golpe para él. Estoico se sentía culpable por lo que había pasado, no había escuchado a Hipo y se había obstinado con la idea de vencer a ese dragón por sí solo. Todo desembocó en que su hijo casi perdiera no solo una pierna sino la vida.

—Creo que no, solamente estábamos Gothi y yo. Fuimos a ver como estaba —Gothi y Phlegma habían sido las que había atendido a Hipo desde que llego de la isla Dragón, habían hecho la amputación y el cuidado de que la herida no se infectara.

—Ve a buscarlo, yo iré a registrar la casa —nos separamos, continúe mi camino a la casa de Hipo. Cuando entre se veía y se sentía vacía, el fuego había sido apagado, asi que se sentía fría. En el fondo la cama donde Hipo había estado dormido se veía vacía. Subí a la planta superior a registrar su habitación y se veía un poco revuelta. La ropa que usualmente estaba colgada había desaparecido. Me acerqué al escritorio y encontré un par de sobre con tres nombres: Papá, Astrid... y mi nombre.

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