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Unos días habían pasado de la confesión entre Pablo y Lionel.
No se habían vuelto a ver, el fin de semana largo había retrasado que se vieran en la escuela y no se habían juntado en ningún momento. Lionel necesitaba procesar, pensar en todo lo sucedido aquel día. Porque si bien Lionel era un joven audaz esta cualidad no quitaba que analizara muy bien las consecuencias y las situaciones después de tomar algún tipo de riesgo o algo que no había hecho nunca.
Se había pasado el fin de semana completo pensando en Pablo, en sus ojos, en todo lo que le hacía sentir cuando estaba con él.

-Dale Lio, llegas tarde al colegio- habló su madre apurando a un Lionel recién cambiado y con más cara de dormido que de despierto.

-Sí ma- contestó el otro refregandose la cara, el sueño parecía vencerlo por lo que volvió a mojarse la cara con agua fría y salió caminando rumbo a la escuela.

Después del típico izamiento de bandera y una entrada breve, ingresó al aula sentándose el el fondo, el banco que compartía con Pablo.
Se sentó y cinco minutos pasaron, Pablo no llegaba, luego fueron diez, quince, hasta que finalmente llegó la hora de salida y Aimar no había aparecido en todo el día. Lionel se había preocupado un poco, si bien nunca se avisaban cuando iban a faltar, no era algo normal que Pablo falte por lo que decidió pasar por su casa a la salida de la escuela.
Tocó la puerta y Mary abrió sonriendo.

-Hola Lio- saludó con una sonrisa en su rostro.

-Hola- sonrió el adolescente parado en la puerta.

-Pasá- asintió haciéndose a un lado mientras Lionel entraba. -¿Venís a ver a Pablo no?- consultó cerrando la puerta.

-Gracias, y sí, se me hizo raro que no fuera a la escuela- asintió sonriendole.

-Se levantó con fiebre- negó. -Pasá, está en la pieza- espetó y Lionel caminó hasta la pieza de Pablo.

Antes de entrar, golpeó sus nudillos contra la puerta de madera. Un "¡Pase!" se escuchó adentro de la habitación y Lionel entró viendo a Pablo en la cama.

-¿Qué haces acá?- preguntó Aimar con una sonrisa en su rostro al ver a Lionel.

-Hola, ¿No?- rió el otro. -Te vine a ver- alzó sus hombros sentándose en el borde de la cama.

-¿Por qué?- preguntó Pablo mirándolo mientras se tapaba.

-Me preocupé cuando no te ví en la escuela- confesó Lionel mientras corría uno de los rulos que caía sobre el rostro de Pablo.

-¿En serio?- sonrió mirándolo, Aimar era tan fácil de leer, tan expresivo.

-Sí bobito, ¿Por qué te mentiría?- negó Lionel acariciando el cabello de Pablo, después de correr aquel rulo su mano simplemente se había dirigido a aquel montón de bucles para acariciarlos.

Pablo cerró sus ojos sonriendo, no le gustaba mucho que tocasen su pelo, pero a Lionel realmente le dejaba hacerle de todo aunque sonara exagerado.

-Que lindos mimitos- sonrió abriendo sus ojos. -¿Te queres quedar a comer?- consultó sintiendo como la mano de Scaloni bajaba a su mejilla acariciándola.

-Dale- asintió sonriendole, Pablo en un acto casi por reflejo dejó un pequeño beso en la mano de Lionel quien se había derretido por aquel gesto, realmente Aimar le generaba ternura.

Después de un rato en silencio, donde solo se hablaban por miradas, Mary tocó la puerta avisando que la comida estaba lista y obviamente invitando a Scaloni a quedarse a comer. Este aceptó la invitación, aunque realmente ya la había aceptado previamente a su hijo.

-Sopita para Pablo y fideos para nosotros- asintió Mary sirviendo y Pablo hizo una mueca, odiaba la sopa. -No te voy a dar sopa, te estoy jodiendo- rió al ver la cara de su hijo.

-Si era sopa no comía- negó Pablo haciendo que Mary y Lionel rían.

Después de comer, a pesar de que Pablo insistiera para que Lionel se quedara este se fué dejando a Aimar enojado con él, aunque obviamente no era cierto y ese "enojo" iba a pasarse con rapidez.

[...]

Al día siguiente..

Pablo se levantó muy bien por lo que Mary decidió enviarlo al colegio, después de un par de quejas Aimar cedió a la orden que su madre le había dado y es que, ¿Quién no quería ir al colegio si iba a ver a Lionel Scaloni?
Aimar caminó hasta el colegio poniéndose la capucha del buzo gris que llevaba, el frío parecía colarse por cada parte de su piel y aunque Pablo era team frío a muerte, no estaba amando tanto el frío en ese momento.
Al llegar a la escuela, se sentó en el último banco donde ya se encontraba Lionel.

-Buenas y santas- rió Aimar sentándose al lado de Scaloni.

-Hola- negó riéndose al escuchar el saludo que había recibido de su amigo.

Las dos primeras clases fueron lentas, era una tortura tener matemática con esa profesora.
El par de amigos caminaron hasta el quiosco que había dentro de la escuela ya que Aimar pedía a gritos un café. Después de pedir el café, volvieron a su curso y se sentaron en sus asientos.

-Hace un frío de la puta madre- murmuró Pablo tomando la bebida que al estar caliente lo reconfortaba un poco.

-¿Tanto frío tenés?- rió Scaloni girandose a verlo ya que estaba terminando tareas de la clase que seguía.

-Una banda, te juro- asintió riéndose junto a él.

Siguieron charlando hasta que su preceptor entró comunicando que tenían hora libre ya que el profesor había faltado. Scaloni se había irritado un poco al haber malgastado el tiempo de recreo en hacer los ejercicios pendientes y que el profesor no fuese pero el enojo se fue inmediatamente al ver como Pablo festejaba por poder dormir.

-Qué lindo loco- sonrió Aimar, como le había cambiado el humor. -A mimir- rió mientras se acomodaba en la silla.

De un momento a otro Pablo ya buscaba como acomodarse para dormir.

-¿Querés acostarte?- consultó Lionel dispuesto a dormir al igual que su amigo, Pablo asintió.

Lionel dió unas pequeñas palmaditas en su pecho invitando a que Pablo se recostara sobre él.
Aimar aceptó la invitación gustoso y cerró sus ojos sonriendo, se sentía feliz.

-Mirá vos, nueva parejita en el curso- escuchó decir Scaloni a Ayala y sonrió pensando en aquella posibilidad.










1049 palabras.
n/a: q opinan d un posible fic de julián y enzo? comenteeen💞

𝗔𝗟𝗚𝗢 𝗖𝗢𝗡𝗧𝗜𝗚𝗢; 𝘀𝗰𝗮𝗶𝗺𝗮𝗿 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora