El Gris del Cielo,

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Ya habían pasado algunas horas desde el desastroso accidente en el cual el príncipe de Camelot había protegido a Sir Marcus, haciendo que la gran bestia lo lastimara a él.

Y la cosa es que Arturo se quejaba, le hablaba a su sirviente y Merlín respondía con palabras cortas sin siquiera dignarse a mirarlo a la cara.

"Es una lástima que no se hablen durante el viaje."

Eso es lo que le había dicho Marcus la noche anterior. ¡Pero eso no era culpa de él, sino plenamente de Merlín! El chico estaba siendo irrespetuoso y Arturo podría despedirlo por su comportamiento en un santiamén.

Aunque todos sabes que eso nunca pasaría.

Entre los toques suaves y los largos dedos de Merlín limpiando y cuidando su herida, realmente el dolor de esta había pasado a segundo plano.

Estaba acostado sobre su bolsa de dormir, cabeza apoyada sobre su almohada y vista hacia el cielo gris.

El príncipe amaba el invierno, aunque a veces extrañaba el azul del cielo. En esa estación, todo solía ser muy gris, y Arturo definitivamente prefería el azul.

Si no fuera por eso, le encantaba todo del invierno.

Como caían los copos de nieve sobre las rocas y las plantas.

El placer de una bebida caliente a la luz de la fogata.

El resplandor de todo su alrededor por la blanca nieve.

Arturo podía contar las mil cosas que amaba sobre el invierno, pero su cosa absolutamente favorita era que el las acampadas, tenías que entrar en calor, y para ello estaba la cercanía de la gente. Esa era su excusa clave para acercarse a su sirviente un poco más de lo que un príncipe debería.

Solo esperaba que Merlín no se diera cuenta, tal vez le parecería raro.

Eres un tonto., se regañó a sí mismo en su mente, sintiendo un copo de nieve posarse en su nariz.
¿A quien le importa lo que piense Merlín?
¿A quien le importa Merlín? Él es quien te estuvo ignorando, el bastardo. Debería ser él quien se preocupara por esas cosas.

-Merlín.- llamó su atención al sirviente, quien estaba alejado unos metros. -¿Estás bien?- preguntó, aún que su plan principal había sido regañarlo y insultarlo por ignorarlo todo el viaje. Suponía que la mariposa se había metido de nuevo en sus asuntos.

Merlín se dio vuelta ligeramente, claramente sorprendido por la pregunta pero sin parecer demasiado interesado. -Si, estoy bien.- le respondió tan frío como el suelo sobre el que estaba acostado.

-Merlín.- repitió, esta vez un poco más fastidiado. -¿Que te pasa?-

-Señor, no me pasa nada.- dijo con el mismo tono de antes.

-No.- dijo, negándose a dejar la conversación así. Se estaba sentando, para hablar más firmemente. -No aceptaré esa respuesta. No estuviste hablando desde que salimos de Camelot y me respondes como si te hubiera hecho lo peor del mundo. Quiero saber lo que te pasa y quiero que me lo digas bien.-

Merlín se había acercado sorprendido, dándole la cara y mirándolo a los ojos por primera vez en el día.

-Bien, quieres saber que me pasa, ¿no? Bueno, te lo diré. Es por lo de la bestia.- Arturo estaba apunto de quejarse al enterarse que ese era la razón por la que lo había estado callado todo el día, pero Merlín no le dejó. -Y no, no es por lo que crees. Admito que no estoy a favor de que mates al animal, pero hay más detrás de eso. La razón es que—
Merlín iba a decir algo, pero se le quebró la voz.
Estaban los dos sentados sobre la tierra, dejando que la brisa invernal ocupara el silencio.

-¿Cual es la razón, Merlín?- preguntó Arturo esta vez un poco más suave, mirándolo atentamente mientras el otro fijó su vista en el suelo.

-Es un ser mágico.- soltó de repente, confundiendo a Arturo. -Y no me sorprende que lo mates, Arturo. Ya lo has hecho otras veces. Lo que me sorprenda es que te lo vayas a comer. Lo más impactante es que tu padre, el mismísimo Uther Pendragon desee probar carne de un ser mágico. ¡Arturo, estarías ingiriendo magia! Magia.- Los ojos de Merlín ahora brillaban en su azul oscuro, como el cielo que Arturo extrañaba. -¿No te importa en lo absoluto tener magia en ti? Estaría adentro tuyo, cuando estuvieron tanto tiempo tratando de deshacerse de ella.- 

Otra vez el silencio reinó, mientras Arturo procesaba lo dicho. Sin palabras se recostó en su bolsa de dormir, volviendo a visualizar el cielo.

Un largo rato no hubo más que eso, Arturo admirando la belleza del cielo con las palabras de Merlín en su mente, y Merlín sentado en silencio esperando una respuesta que dudaba en que llegara.

-¿Pero a quien le importa?- dijo el príncipe Arturo de repente, cortando el fuerte sonido del viento. -¿A quien le importa? Comer magia, ingerirla. Que esté en tu interior.- A Merlín le dio un escalofrío. -Comer magia por que es una cosa más en este mundo, como si te estuvieras comiendo a una simple vaca. La magia no haría ninguna diferencia, no tiene maldad en si. ¿Realmente hace una diferencia tener magia en tu interior?-

Un aleteo, luego dos y así hasta convertirse en una mariposa en su pecho izquierdo como si se desviviera por salir, aleteando con tanta fuerza que si escuchabas atentamente, podías reconocer el desesperado aleteo de ella.

Así se sentía Arturo. Así era la mariposa en el lado izquierdo de su pecho. Podría haber dicho cualquier cosa, tal vez no sabía que quería decirlo pero pensamientos que siempre habían quedado abandonados en el fondo de su corazón, siendo demasiado personales como para ser dichos en voz alta. Arturo Pendragon podría haber admitido cualquier cosa y hubiera sido culpa de su mariposa.

***

Avec tout mon cœur -MerthurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora