El príncipe Arturo despertó con un extraño gusto en la boca. Las sábanas en las cuales estaba envuelto se sentían muy incómodas, y tan pronto como abrió sus ojos mínimamente, una aguda punzada de dolor atravesó su craneo.
Unas cuantas imágenes pasaron por su mente en las cuales él estaba en una fiesta, bebiendo un par de copas de más. También recordó vagamente una cabellera rubia y unos ojos marrones.
Supo que el día anterior no había estado precisamente sobrio, y que hoy tendría que lidiar con las consecuencias.
-¡Merlin!- llamó, como primer palabra de la mañana. Pero tan pronto como abrió su boca, notó que su voz le raspaba en su garganta. -¡Merlin!- repitió aún así. Esperaba que su sirviente viniera con un vaso de agua y remedios para la resaca. Sin embargo, Merlin nunca apareció con dichos elementos.
Suspirando frustrado, Arturo se levantó de su cama, esta vez sin un dulce desayuno esperándolo, si no con una molestia punzante en la cabeza y ganas de vomitar.
Se vistió como pudo, aunque cada movimiento se sentía pesado.
Finalmente vestido pero no mirándose muy bien, salió de su habitación dirigiéndose a la cámara de Gaius para pedirle algún remedio para la resaca.
-Estúpido Merlín... El peor sirviente de la historia...- murmuró y otras cosas más sobre su incompetente sirviente, antes de llegar donde Gaius.
Tocó la puerta antes de entrar, pero el sonido del golpe en la madera le hizo fruncir el ceño de manera inhumana.
Al poner un pie en la habitación, Arturo sintió un fuerte revoloteo en su barriga, el cual casi lo hizo vomitar. Luego el revoloteo de su estómago subió hasta la parte izquierda de su pecho y se intensificó, justo antes de desaparecer.
-Odio estas resacas...- dijo el rubio para si mismo.
-¡Oh, príncipe Arturo!- saludó el médico de corte, saliendo de una pequeña habitación con una pila de libros en sus brazos.
-Espero que haya amanecido bien.--Tal vez lo hubiera hecho, si Merlín no fuera tan incompetente.- expresó Arturo molesto, cruzándose de brazos. El anciano levantó su ceja, preguntando que habría hecho esta vez.
-Gaius, tengo una resaca terrible. Me preguntaba si podrías darme un remedio para eso.-Por supuesto, mi señor. Si me permite buscar un momento.- dijo, antes de voltearse hacia un estante con varios frascos.
-Aquí lo tengo. Debe tomar la mitad ahora y el resto luego de almorzar. Aunque primero tiene que haber desayunado, o le caerá bastante mal.-Bien, muchas gracias.- le agradeció a Gaius, aceptando el frasco. -Una cosa antes de irme, ¿Sabes donde está Merlín? No lo encuentro desde despertarme, y la verdad es que estoy perdido sin él. Más le vale no estar con la Julieta esa, ya me cae bastante mal de por si. También se atreve a distraer a mi sirviente de sus tareas.-
La ceja de Gaius se disparó para arriba, mirando a su príncipe sorprendido.
Pero no podía estar más sorprendido que Arturo, ya que el se había congelado en su posición con los ojos ampliamente abiertos luego de decir sus propias palabras.-Uh... Bueno, ehem. Yo... lo ví hace unas horas. Dijo qué tenía mucho trabajo que hacer, eh, con toda la visita.-
-Ah, ehm.- respondió aclarándose la garganta. -En ese caso... Lo dejaré trabajar. Y, eh, gracias por el frasco.- Arturo asintió incómodo con la cabeza en modo de saludo y desapareció de la habitación.
Los pasos del rubio eran cortos y rápidos y ya casi se había olvidado de su molesto dolor de cabeza.
"¿Estoy perdido sin él?", se regañó a sí mismo en su cabeza. ¿Qué es? ¿Una maldita brújula?
Arturo bajó las escaleras hasta llegar al comedor, donde se encontró a su padre, la reina Lourine y Lady Morgana desayunando.
Al ver que la sirvienta que servía a Lourine era la mismísima Julieta, quiso darse la vuelta y volver por donde vino. Pero lamentablemente era muy tarde.
-¡Oh, príncipe Arturo!- saludó suavemente la pecosa reina. -Por favor, únetenos para desayunar.-
El rubio sonrió, escondiendo su incomodidad. Escuchó como su barriga rugió levemente. Entonces dudó en su sentarse con ellos, pero en ese instante sintió unos ojos marrones penetrándolo...
La rubia sirvienta lo estaba mirando como si esperara que diera una respuesta. Eso a Arturo lo puso nervioso, ya que le pareció que un sirviente no tendría porqué estar mirando a sus superiores de esa forma...
Pero Merlín siempre lo hace.
Le dijo el Arturo en su cabeza, acompañado de ese extraño aleteo en la parte izquierda de su pecho.
¿Que carajo pasa contigo?-Es una oferta abrazadora, pero me temo que no tengo mucho hambre.- rechazó Arturo gentilmente, ocultando la verdadera razón.
-¡Tonterías!- dijo su padre de la nada. -Si la reina Lourine desea que desayunes con nosotros, entonces así debe ser.- agregó Uther, sonriéndole ampliamente a la mujer sentada al lado suyo, aunque ella se tensó levemente.
-Eh, bueno. Supongo que no tendría ningún problema en probar un poco del pan.- aceptó Arturo acercándose a la mesa y sentándose.
-Julieta, sírvele un poco de leche por favor. Gracias.- Le indicó amablemente la reina a su sierva.
Entonces la rubia se acercó, silenciosa como un zorro pero de alguna manera, a Arturo le pareció que el sonido de sus zapatillas fue lo más ruidoso del mundo.
-Eh, muchas gracias, Julieta.-
Y él lo intentó, realmente lo hizo, intentó darle una amable sonrisa a la sirvienta pero todo lo que salió fue una extraña mueca de incomodidad infinita en su rostro.De repente notó un destello de luz a su lado y cuando se fijó en el, vio a la Lady Morgana tapando una risa creciente con su vaso de jugo.
Ahí fue cuando Arturo apretó los labios y la fulminó con la mirada, lo que le hizo a la vidente más difícil ocultar su risa.
Por suerte los gobernantes estaban envueltos en una conversación, por lo que no se dieron cuenta.
Arturo decidió ignorar a la pelinegra y comer su desayuno; mientras más rápido terminara, antes podría irse y no tendría que soportar esa molesta mirada.
ESTÁS LEYENDO
Avec tout mon cœur -Merthur
Fiksi PenggemarArturo Pendragon es un príncipe muy celoso, lo que se demuestra cuando Merlín se vuelve cercano a una señorita que conoció en el bosque. Lamentablemente para el rubio, sus sentimientos se mostrarán sin barreras esta vez... Tendrá que hablar con tod...