Xandrey (CRYSTALIA)

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       La taverna estaba desgastada por los años, sin embargo a los clientes no les importaba en lo más mínimo ya que  se encontraba siempre con cupo lleno, ni el olor a cerveza añeja, los charcos de orín ni  ver la sangre salpicada como parte de la decoración en las mesas debido a riñas pasadas los desanimaba. Los clientes  se divertían como si fuera el último día de sus vidas y para algunos realmente  lo era ya que muchas veces las peleas resultaban mortales, a veces influídos por la cerveza y otras por la pasión que desataba el juego de cartas llamado Avalor  que consistía en 6 colores que representaban las magias conocidas y varios símbolos, muchos apostaban todo lo que tenían, pero otros solo iban para  olvidar las carencias de sus vidas,  las responsabilidades de sus días,  los recuerdos de sus pecados y todo aquello que los atormentaba,  lejos de la cómoda aristocracia del castillo de Crystalia. La taverna El Viajero se encontraba como cada día y noche llena de bullicio, la bebida y el placer se mezclaban, al fondo en unas divisiones hechas con retazos de madera, las gentiles cortesanas fornicaban con gran jubiló a cambio de algunos metales, que sus clientes ebrios  pagaban con satisfacción. 

      En medio de las mesas de la taverna El Viajero había una mujer conocida como Ravylen de Sabath tenía ropa colorida y peinado muy  extrafalario, comenzó a recitar unas palabras mientras tocaba su Dualira, intrumento de cuerdas y cristales que estaba  de moda en  Rapsodia mismo que tocaba la aristocracia así como el pueblo; la función de los bardos  era contar historias y transmitir mensajes, en este caso el mensaje era sobre la convocatoria al torneo El Final de Los Tiempos emitida por el imperio de Therion, mismo que se llevaría en el reino de Solaris; al mismo tiempo  Alexandrey  tropezaba con una silla que se quebró de inmediato y de la cual salieron decenas de polillas, con mucho equilibrio pudo evitar la caída con ayuda de su espada, tenía tres días de ahogarse en cerveza, sin dormir ni probar alimento; el cantinero y dueño de la taverna, era un hombre de complexión intimidante y mirada menos cordial, media un poco más de dos varas de altura, sumamente  fastidiado ante el grotesco espectáculo de Alexandrey, decidió cobrarle la cuenta, muy  molesto. 

      —Hey tu imbécil, rompiste mi silla, era la más nueva —indicó  el cantinero mientras apuntaba a Alexandrey con el dedo índice y todos se callaron empezando con  Ravylen  para poner atención a lo que sucedía.

     —¿Sabes quién soy yo? —preguntó Alexandrey arrastrando la lengua.

     —Claro que lo sé, eres el tipo que me debe 127 metales y en este mismo momento me los va a pagar —dijo molestó el cantinero cerrando sus puños.

      Xandrey se levantó súbitamente en tono amenazador, era de la misma complexión que el cantinero, pero más atractivo y joven, sin embargo sólo basto ese movimiento para que su cabeza diera vueltas debido a la embriaguez, cayó de bruces contra el suelo y quedó noqueado. Antes de que el cantinero lo agarrará a patadas una mujer atrás de él le tocó el hombro. Era la mujer bardo Ravylen de Sabath  que minutos antes recitaba la convocatoria del imperio.

      —Ten amigo 130 metales, —dijo la bardo mientras le arrojaba un saco de monedas— pero ni se te ocurra tocarle un pelo. 

      —Solo me debe  127 metales hermosa —respondió el cantinero con aire de burla al momento de coger el saco, mientras le lanzaba un escupitajo a Xandrey acompañado de  una  patada  en las costillas misma que lo hizo retorcerse de dolor.

      —Lo otro es por la curación de tu nariz rota imbécil, por tratar así a tu mejor cliente —dijo enfurecida la mujer bardo dando un fuerte golpe que sin dificultades quebró el tabique del cantinero, que luego de tomarse la nariz y quitarse lo aturdido, se abalanzó sobre Ravylen que ágilmente retrocedió. 

      Sin darse cuenta un hombre atrás de él  extremadamente grande de unas 3 varas de altura lo cargó por la cintura con facilidad y arrojó al cantinero a una de las mesas que se destruyó al instante, hubo algunos trabajadores de la taverna que al ver la acción se levantaron de sus sillas o dejaron de hacer lo que estaban haciendo,  notaron que no sólo era el gigante y Ravylen  protegían a Xandrey que se encontraba  completamente ebrio, sino habían otros cuatro  empuñando sus armas los otros clientes  lo pensaron dos veces y decidieron seguir haciendo sus labores. 

      —Que bueno que son hombres inteligentes, nosotros ya nos vamos —dijo el más viejo de todos, un hombre de barba y cabello plateado,  llevaba una túnica azul turquesa  la cual resaltaba una piedra tornasol colgada de su cuello, se apoyaba con ayuda de un bastón, lo llamaban Sadyk.

      —Estos idiotas hicieron que tirará mi cerveza, —indicó enfurecido el gigante musculoso.

      —Tranquilo Dyrax, —dijo un hombre que llevaba un casco de armadura pero sin el resto, su cuerpo lo cubría un gubón negro de manga larga— debemos de llevar a Xandrey a su casa o donde sea pero ya debemos irnos de aquí antes de que nos metamos en más problemas. 

      —Moryak tienen razón —dijo el Sadyk—  debemos de alejarnos,  que no tardarán en buscar el responsable de este alboroto, el alborotó nos salió muy caro, nuestros últimos 130 metales.

      El grupo salió de la taverna mientras los otros seguían con sus asuntos de entretenimiento y placer. 

      —Esperen, mi cerveza, —dijo Xandrey con voz balbuceante.

      —Déjate de tontería Xandrey, estábamos tan tranquilos— dijo un hombre rubio y delgado con ojos azul cielo que llevaba una gran capa colgando a su espalda.

      —¿Es  verdad  lo del torneo Ravylen? —preguntó  Sadyk el anciano.

      —Claro que es verdad, se van a juntar todos los reyes, habrá algo muy grande y deberíamos de ir, también estarán lores de todos los reinos —respondió Ravylen.

      Xandrey se incorporó al escuchar aquello. 

     —Entonces será una buena oportunidad para tratar de localizar a mi hermana y vengarme del que me la arrebató. —explicó  Xandrey mientras se enderezaba aturdido aún por la borrachera. 

      —Muy bien, entonces debemos de viajar inmediatamente, solo que no tenemos caballos —dijo Ravylen.

     —Pues debemos de obtener algunos, creo que ya debemos de ponernos a trabajar en serio —agregó Dyrax entusiasmado. 

      Todo sea por encontrar a Elvarya, mi querida hermana, pronto, muy pronto ya lo verás, te encontraré, pensó Xandrey con una fuerte jaqueca mientras caminaba con su grupo. Se habían conocido hace varios años y tenían muchas anécdotas de aventuras juntos, pero de alguna forma sabían que  tal vez no contarían con la misma fortuna siempre. Se perdieron entre la gente de la aldea que realizaba sus diversas actividades, Ravylen sacó su Dualira y comenzó a tocar mientras cantaba una canción popular, el sol ya estaba por ocultarse, nadie notó  que en el horizonte se observó una luz que caía del cielo, justo en la dirección dónde se encuentra el continente salvaje de Arkham, más allá de la muralla roja.


LA OSCURA PROFECIA DE RAPSODIA/SANGRE Y METALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora