La mafia de las fisuras

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Nos quedamos en la terraza viendo la nieve caer al regresar de nuestra cita. Justamente hoy había un festival y al no poder asistir, los fuegos artificiales a la distancia eran un consuelo vanal.

Una fisura se abriría pronto y no quería acercarme porque tenía mucho miedo. Cada vez se me hacía imposible detectarlas y no caer en pánico. Antes me ocultaba en casa hasta que la fisura se estableciera, así pude entrar en la última para ayudar a mi mamá pero acabé perdida hasta que Dash me sacó.

No quería que mis problemas afectaran nuestra relación pero el siempre se mostró muy comprensivo con la facultad de escuchar para aliviar las cargas emocionales

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No quería que mis problemas afectaran nuestra relación pero el siempre se mostró muy comprensivo con la facultad de escuchar para aliviar las cargas emocionales. Decía que eso era su mejor habilidad pues todos con los que se cruzaba, terminaban volcando su asuntos sobre el. Querían consejo o descargar su dolor en alguien que los oyera y quien mejor que Dash para hacerlo. Con hacer de oído fue que se ganó el favor de medio mundo y no había nadie que le dijera que no, si necesitaba algo.

Pero para el no había nadie que lo escuchara salvo yo o mi mamá e hicimos el esfuerzo para que estuviera cómodo aunque a veces, su dilema se tornaba irresoluble.

-Siguen ahí cierto?- al voltear su mirada, sus ojos mostraban un fulgor azul

-Si- mirando el cielo, lo abracé

-Los espíritus son raros. Se metieron en mis ojos. Pero por qué?- ni idea a que se refería

-Dirás fisuras-

-No, son espíritus! Ellos me empujaron a ser rastreador y gracias a ellos te encontré-

El veía una cosa mientras que mi madre y yo otra en tanto los demás, no notaban nada. Para el eran destellos y para nosotras eran reflejos de fisuras.

Cuando teníamos que ponernos serios para charlar sobre eso, salía con la historia ridícula sobre que unas bolas de fuego azul lo empujaron dentro de una fisura. Escucharlo hablar de lo mismo cada vez que aparecían en sus ojos, era para reírse. Chamanes, ataúdes, espíritus y criaturas diminutas dimensionales que jugaban bromas a la gente, abundaban en ese cuento.

Francamente sería una buena anécdota si fuese cierto pero no iba a contradecirle ya que sonaba muy serio al respecto y ya nos acostumbramos.

-Hace frío, vayamos dentro. No quiero que te enfermes como la última vez-

-Mira quien habla- ambos ya estuvimos en cama y no fue agradable

Caminando por el pasillo, una de nuestras inquilinas salió a saludarnos.

-Buenas noches señora Greenhouse! Cómo está?- estaba demasiado arreglada

-Buenas noches señora Greenhouse! Cómo está?- estaba demasiado arreglada

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La Razón por la que me casé contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora