Contradicción

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       La lavandula latifolia, conocida como spicata, spica o lavanda española, es un arbusto perteneciente a la familia de lamiáceas. Es una planta nativa del centro y este de España, sur de Francia y norte de Italia. Crece en áreas montañosas y en matorrales. Sus hojas llegan a medir 10 centímetros aproximadamente y sus violetas flores suelen aparecer en agosto. A diferencia de otros tipos de lavanda, esta desprende un aroma desagradable, un característico olor alcanforado y herbáceo. Es similar al olor de las bolitas de naftalina utilizadas para repeler insectos. Esto se debe a su alto contenido de cineol y alcanfor.

       Pero no solo su aroma resulta claramente distintivo al resto de su especie, sino que también sus propiedades terapéuticas son diferentes. Sigue siendo usada con fines antisépticos, antiinflamatorios y descongestionantes: es capaz de calmar la tos y abrir las vías respiratorias al inhalarla. Incluso es la preferida para masajes músculo-esqueléticos. Pero a pesar de ser muy útil para dolores de cabeza, picaduras, inflamación, problemas respiratorios y quemaduras, no es tan recomendable su uso en niños o mujeres embarazadas. Además, que, al contrario que la lavandula angustifolia, esta puede producir un efecto estimulante en algunas personas.

       Sin embargo, aún permanece la belleza en los llamativos tonos de sus flores.

       Y al igual que cualquier esencia, si no es usada de la manera correcta, el resultado puede ser uno completamente distinto al que te aseguraban sus supuestos beneficios. Síntomas como los dolores de cabeza, las alucinaciones, vómitos o el aumento cardiaco son de los más mínimos de los que deberían empezar a preocuparte. Pues si no sigues las indicaciones de algún médico o profesional con respecto a la lavandula, sus componentes tóxicos pueden empeorar los síntomas de alguna enfermedad del hígado, un ataque de epilepsia, el síndrome del intestino irritable o incluso enfermedades neurológicas como el Parkinson.

       Pero muchas personas ignoran esta advertencia.

       Jungwon vio las señales. Las analizo detenidamente. Intentó convencerse de los daños a corto y largo plazo, pero aquella flor de tonos violetas fue más llamativa. Aquella flor que cada que aparecía tomaba una presencia inigualable a comparación de cualquier otro individuo. Aquel aroma distintivo que te advertía que el resultado no sería nada favorecedor, pero que aun así te inundaba de la tentación de probar. No pudo evitar caer rendido ante los grisáceos tallos de la planta.

       Fue entonces que cometió el error de beber de aquella taza y tragar su esencia. Jungwon se encontraba sentado en una cafetería a un costado de Park Sung Hoon y en frente del resto de sus amigos universitarios. Por debajo de la mesa, sus dedos palpaban la fría y pálida mano de Park, quien reaccionó de forma discreta al tacto y con delicadeza entrelazó sus dedos. Los dos, agarrados de la mano, bebiendo de una taza de té mientras platicaban animadamente con el resto de sus amigos, disfrutaban de ese "algo" que los unía de distintas maneras. Para Jungwon era un lazo romántico cargado de sentimientos encontrados, secretos y aventuras inolvidables. Mientras que para Sung Hoon era únicamente sexo.








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Lavender EffectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora