Última llamada a mi ángel.

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 Narra Elena:


Besé su frente con sumo cuidado y de nuevo sentí esa brisa, pero esta vez acompañada de una leve caricia, la primera desde hacía mucho.

Una caricia, un simple roce de pieles, o en ese momento algo extraño, algo que desde mucho que no era con tanto cariño, esa caricia la recordaré siempre, porque marcó un antes y un después en mi forma de ver el mundo y de valorar a la gente. En ese momento me sentí viva de nuevo, algo dentro de mi volvió y ese algo me hacía feliz, y también me hacía falta. Sonreí por el simple hecho de pensar que podía ser ella, solo necesitaba eso, solo un poco mas de esperanzas en que ella volviera. Yo siempre he sido una chica a la que las cosas le afectan mucho y la forma de pensar de los demás también, así que si los demás perdían la esperanza yo también, pero esa vez fue diferente, nadie podía cambiar mi forma de pensar en que ella volvería.

Algo en la ventana llamó mi atención, era una simple luz en la cumbre de una montaña lejana, era una pequeña luz roja que cambiaba de color, depende de donde la miraras. Me acerqué a Sabina y me senté en el sillón de al lado de la camilla, me fijé otra vez en la luz. En ese momento era azul y no parecía que estuviera tan lejos, sino que parecía que se acercaba a la ventana. Mi mirada estaba fija en la pequeña luz cambiante, hasta que algo pasó rápidamente por la ventana asustándome, la luz había desaparecido y en la ventana había una libreta, que yo no recordaba a ver visto antes. Me levanté mirando a Sabina, algo me daba mala espina.

Lo que yo nunca me hubiera imaginado que aquella libreta me diera tristeza y felicidad, pero al mismo tiempo dejándome mil dudas.


Dos días antes:

Narra Natalia (la chica que sale corriendo de la clase de música):


Mire por sexta vez la mesita, había una foto mía y de Sabina, la convencí para hacernos la foto, ella odiaba las fotos. Salíamos bastante bien, recuerdo que nos tomamos un montón y que ella ponía malas caras en todas, porque se negaba a hacerse fotos bien, y esa foto era un poco improvisada, ella estaba sonriendo de lado con los brazos cruzados mientras me miraba de reojo, estaba ''cabreada a su manera'', Sabina estaba de perfil, yo tenía mi cabeza en su hombro y le abrazaba por detrás. Esa foto nos la hicimos el último día que ella vino, por el accidente de Bibian, el día que ella despertó, Sabina me llamó y me dijo que el padre de Bibian le había amenazado, así que ella se volvió a ir a Irlanda pero esa última tarde la pasamos juntas, María, Sabina y yo. Aun recuerdo el día que nos hicimos amigas.


Flashback:

Estaba paseando con María de la mano, cuando dos hombres nos empujaron y ambas caímos al suelo. Uno de ellos empezó a pegarme patadas, y el otro manoseaba a María, intenté le levantarme pero solo me llevé otra patada en el estómago de aquel hombre, empecé a toser sangre. Cuando escuché a María gritar saqué fuerzas de donde pude y empujé al tío aquel, pero fue un esfuerzo en vano, ya que cuando me levanté me empujó y me tiró al suelo aun mas fuerte que la última vez. María gritaba mi nombre, pero yo no podía responder, el mismo hombre me empezó a manosearme a mi tambien.

- Hey, mira como llora esta por su novia. - Dijo el hombre que tenía a María

El hombre dejó de manosearme y se puso encima de mi, sus rodillas estaban en ambos lados de mi cintura y sus manos estaban en mi cara. Era de noche y nadie pasaba por allí a esas horas.

- Por favor, dejarla en paz - Dije yo elevando un poco la voz.

- Esta es mas fuerte, mirala, solo pide que deje a su novia, ella está dispuesta a sufrir el doble solo por salvarla a ella.

- De verdad que asco de lesbianas. Los hombres con las mujeres y no mujeres con mujeres. - Dijo el chico que tenía a María.

El peso del hombre ya no estaba sobre mi, busqué con la mirada donde estaba el chico.

- ¿Qué decías desgraciado? ¿Que una mujer no puede estar con otra? ¿Porque? ¿Lo pone en tú biblia? Lo que tú estas haciendo es todo lo contrario a lo que dices, rechazas a personas que se aman entre ellas, y lo haces porque tú eres incapaz de querer a nadie, ni si quiera a ti mismo, eso es penoso. - Dijo la chica que golpeaba a los hombres.

Ella me ofreció su mano para ayudarme a levantarme, ella iba de negro, una cazadora de cuero negra y pantalones baqueros negros tambien. Yo iba a coger su mano, pero María se tiro encima de mi y empezó a mirar si tenía algo, solo un ojo un poco morado y mil moratones por toda mi espalda y estómago. Cuando acabó de comprobar que no tenía nada, me fijé en que ella tenía un pequeño corte en el labio. Nos levantamos y yo agradecí a la chica aquella.

- Gracias, muchas gracias. Yo soy Natalia, y no se que hubiera sido de no ser por ti.

- Yo soy María y te debo la vida. Bueno te debo dos, la de mi chica y la mía.

- Jajaja, yo soy Sabina, y no os preocupéis no ha sido nada - Sabina tenía una brecha en la ceja y su labio estaba partido, en la mejilla tenía la marca de un fuerte puñetazo.

- Dios mio, vas llena de heridas. Vamos a llevarte a urgencias.

- No, no hace falta, yo tengo que irme.

- Espera, ¿Que haces paseando a estas horas por aquí?- María estaba abrazada a mi, podía notar que su corazón le iba a mil por hora

- Estoy paseando, simplemente vengo de correr y quería despejarme un poco antes de volver.

-¿Corres en baqueros?

-No, me refiero a que estaba corriendo en una carrera de motos. - Dijo ella mas que obvia.

- Será mejor que te curemos eso. ¿No te duele? -Pregunté yo.

- ¿Esto? - Dijo señalando su ceja, yo asentí - He tenido peores ¿Por que no venis conmigo? Seguro que os gustará. - Yo miré a María, ella me miró y asintió.

- Claro -Dijo María- Será divertido

-Antes que nada prometan no decirselo a nadie. .-Ella se tocó el pelo, lo hacía muy a menudo, y yo pude ver cortes en sus muñecas.

- Hagamos un pacto de sangre.- Dijo María burlona.

- Lo siento, me da mal rollo la sangre.

- Pues parece mentira, mirando tus muñecas diría que la tuya no.

-Eso no importa- Dijo ella quitándole importancia al asunto

- Tendremos esta conversación mas adelante.


Fin del flashback.


Miré el reloj, eran aun las dos y media de la madrugada, me giré y abracé a María.

- No te preocupes Natalia, mañana vamos a Irlanda, y veremos que ella esta en buenas manos. Pero por dios, relájate un poco.

- Le debemos la vida te acuerdas de cuando la conocimos hace tres años.

- ¿Quieres que vayamos a dar una vuelta y te despejas? - Yo solo asentí despacio

Te haré recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora