5.

29 3 0
                                    




Beatrice

Me miraba sorprendido, el silencio se palpaba tenso. Intente respirar porque me sentía ahogada.

–Debes irte Bei– dijo al final.

No había más. Solo sentía un dolor en mi pecho. Esa sensación de destrozo total, él ya no era el mismo.

Ya no había vuelta atrás, en parte tenía razón lo nuestro nunca funcionaría. Ya lo tenía más que asumido. Me había rechazado en mi propia cara. Y eso dolió.

–Ya no quiero que seamos mejores amigos, no vuelvas a hablarme en tú vida– me levante del sofá y tire de mí, lejos de allí aunque todavía cojeara. No le quería ver.

–Betrice, por favor escucha– intento alcanzarme pero fui rápida, aunque me muriera de dolor. Cerré la puerta de un portazo.

Me eche en el suelo apoyando la espalda en la puerta, mis lágrimas resbalaron en cascada por mis mejillas.

De verdad no le quería ver, sentía el dolor en mi corazón. Ya no había vuelta atrás, desde que se fue a estudiar fuera tuve que aceptar que ya no quedaría nada de nosotros.

No sé cuánto tiempo estuve tirada, pero en el momento que la otra vecina, una anciana de unos ochenta años me di cuenta donde estaba.

–Niña, ¿Qué te ocurre? – pregunto amable.

–Nada, tranquila, ya regreso a casa– me levante con la atenta mirada de la señora. Me perdí luego por la puerta.

Mi madre estaba en la cocina, no me había dado cuenta de la sed que tenía y menos me di cuenta que hoy mi madre libraba así que tocaba interrogatorio.

– ¿Qué haces con esas pintas?, Hija– me miro de arriba abajo.

–Mamá es que... – solloce.

Mi madre me dio un abrazo, mis lágrimas no cesaban. Pero una madre siempre estaba ahí para todo. Era la única persona que me iba a llegar realmente a consolar y ayudar.

Me mando a ducharme y ponerme el pijama. Ya había anochecido casi. Tenía tantas cosas en la mente y me dolía el maldito tobillo.

Vi que Kayla me había mandado un mensaje y yo quise volver a romper a llorar cuando me pregunto.

No respondí en el momento, de verdad no me apetecía ni hablar con ella,, solo quería coger cualquier libro de mi estantería y leer hasta quedarme dormida. Era una via muy fácil de escapar de la realidad.

Baje a cenar, esa noche mi padre tampoco estaba en la mesa. Trabajaba demasiado, tanto que a veces me preocupaba.

–No tengo más hambre– dije a mi madre recogiendo mi plato y llevándolo a la cocina.

–Cariño, sabes que yo nunca me meto en tus asuntos, se que eres mayorcita, sabias bien que Lucke no iba a volver igual. Sabes perfectamente, que se ha hecho un hombrecito mayor.

Solo asentí en respuesta, como volviéramos a hablar de eso seguramente me volvería a poner a llorar y era lo que menos quería.

Mi móvil vibro en mi mano cuando subía por las escaleras. Era Kayla como no.

– ¿Qué coño ha pasado Beatrice? – dijo muy alterada.

–Lucky ha cambiado demasiado, Kayla, no es el mismo cariñoso y atento. Es frío. No sé cómo explicarlo– las lágrimas volvieron a resbalar sin poderlas controlar.

–Él me llamo, me lo explico todo, creo que deberías ser menos infantil, Beatrice, está bien separarse un tiempo, pero no es eso de desaparecer por las buenas – intento explicarme.

–He tomado una decisión– trague grueso y me eche en la cama, después de haber elegido ya el libro con el que me iba a entretener esta noche.

–Por cierto, Beatrice, estuvieron ayer hablando con la constructora, va haber un cambio de planes.

–Soy todas oídos– reí un poco en todo el desastre de día.

—Mi padre ha comprado un edificio de una empresa, mañana empezaran con todo el orden y el diseño de las plantas, creen que así es más fácil. Y como mucho tardaran una semana en colocar todo.

— ¿Enserio?— grite emocionada.

—Sí, lo mejor es que nuestra planta va a estar tal cual como esta. Mañana podríamos reunirnos allí mismo y empezar a contratar a el personal — dijo con mucha ilusión.

Al final se había alegrado el día aunque sea un poquito, porque eso significaba que debía apartar el libro, e irme a dormir.

—Te espero mañana a las nueve, te mando la ubicación, y nada de llorar Betrice, descansa— se escuchó unas risitas antes de que colgara.

Mi amiga siempre había sido una cabra loca, muy fuerte, y demasiado bonita, incluso más que yo. Era la chica a las que todos querían. Pero ninguno conseguí atravesar su corazón de hierro. No me mal interpretéis yo tampoco estaba mal, pero la tenía cierta envidia. En todo.

Ella tenía dinero, su familia estaba rodeada de billetes, nunca le faltó de nada. A mí tampoco, quiero decir, pero yo no vivía en una mansión.

El sueño me venció a mitad de uno de mis libros favoritos. Me recordaba demasiado a mí y a Lucke. Un amor imposible.

Nota de autora:

Es la primera vez que subo un capítulo desde el ordenador y espero actualizarlos siempre que pueda por aquí.

Muchas gracias por todo el apoyo en Atrévete a quererme.

Aviso importante: Esta es la segunda parte de la serie Querer, trata sobre la amiga de Kayla. no tenéis porque leer antes la primera parte, que lo aconsejo para enteraros de todos los personajes y algunas acciones ya explicadas allí. Cada libro va a ser de uno de los personajes principales del libro.

Gracias por votar.




















.

Es un error quererte (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora