8.

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BEATRICE.


Lucke entro de golpe. Sus ojos se tornaron fuego cuando nuestras miradas se cruzaron un segundo.

Charles no paro, ni si quiera se dio cuenta que había alguien más. Hasta que le agarró del cuello y le estampo contra la pared.

—Vuelve a tocarla y te juro que te mato— dijo Lucke con una rabia que nunca le había visto.

—Con que no tenías a otro zorra, me das asco—exclamo mirándome a mí.

Lucke le dio tal paliza que cayó al suelo.

—Lárgate de aquí si no quieres problemas—los hombros se le tensaron, los puños estaban apretados. Nunca le había visto así.

—Niñato estúpido, ella es mía, no sé cómo te puedes acostar con ella cuando ha sido violada, y usada por mí. No te lo ha contado ¿Verdad?, nadie la va tocar así—torció los labios creyendo que iba a cambiar todo a su favor.

Otro golpe a su cara, y Lucke ya no se detuvo. La sangre manchaba el suelo. Estaba paralizada. 

—Eres escoria, vuelve a venir, ponerla una mano encima y ya no sales vivo—se levantó y me miro con rabia y puede que con dolor—. Llama a la policía Bei— me sonrió y llevo a Charles al pequeño baño.

Allí le encerró, se conocía la casa como si fuera suya.  Cuando se aseguró que no saldría de allí, acudió al salón. Donde yo todavía no me había movido, ni llamado a la policía. Él lo deduzco porque no había cambiado la posición.

—¿Te duele? — pregunto para cortar el hielo aun sabiendo la respuesta.

—Sí— gemí de dolor al hablar.

A esas alturas, tenía que tener mi labio hinchado, y la cara hecha un cuadro.

—Desde cuando lleva pasando esto—pregunto esta vez muy serio.

—Desde tercero de carrera— trague grueso.

—Lleva tres años. Joder Bei, debiste contármelo— me abrazo con sumo cuidado.

—No podía, nadie lo sabe—trague un poco de sangre seca y me quede mirándolo.

—Vamos a denunciarlo, ¿De acuerdo?,  jamás volverá a tocarte— calmo las lágrimas acariciando mi pelo y dejándome echarme en su pecho—. Cuéntamelo todo, y luego llamare a la policía, necesito que declares todo lo que has visto.

Asentí y le mire. Contándole todo en resumen.

Charles era un estudiante de una de las otras carreras que se impartían en la universidad. Periodismo. Una noche en una fiesta privada, me hablo. Nos hicimos amigos, cada vez hablábamos más, íbamos a tomar café en los recreos, así un día llevo a besarnos, otro fue enamorándonos. Hasta que un día follamos en mi habitación. Fue la única vez que quise, no me gustó nada, pero él quería y yo lo hacía porque le quería. Llego el día que no aguante más y me forzó, no era capaz de dejarle, me amenazo con decirle lo que paso a todos, nadie me iba a querer así. Trague todo, hasta que se me dio la oportunidad de dejarle, pero en ese momento él ya tenía la mirada en otra. Ya no le interesaba. Evitaba encontrarme con él y su nueva novia. Eso fue pan comido, porque hasta me ignoraba también. Me lie con otros chicos olvidándome de todo, pero no llegaba a la cama. Y luego en el subconsciente siempre estaba Lucke.

—Y eso fue todo, hasta el día de hoy. No sé porque me esperaba aun su perdón. Porque he vuelto a caer en su trampa—me salto otra lágrima.

—Tú no tienes la culpa de nada Bei, tranquila, todo acabo.

La policía llego seguidamente. Tomaron mi declaración, la de Lucke. Firme la denuncia contra Charles.

Pronto se abriría el juicio, y era hora de hablarlo todo con mis padres, que seguramente se enterarían antes de que yo abriera la boca.

—Voy a matarte zorra— grito cuando salió por la puerta, un policía le dio un golpe seco y se lo llevo.

Cuando todo se tranquilizó. Mire a Lucke, avergonzada. Los agentes habían visto la tela rota y los pantalones por ahí tirados, los cogieron como pruebas, yo estaba arropada con una manta por lo que ellos no vieron nada pero Lucke si, y me di cuenta en ese momento.

Me tendió ropa que cogió rápida de mi armario.

—Nos vamos al hospital—ordeno con lastima.

El camino fue silencioso y sonaba música pop demasiado lejos porque los dos estábamos absortos en nuestros pensamientos.

—Nunca debí irme de aquí, esto no hubiera pasado—se recrimino a si mismo pero también iba para mí, vi como sujeto con más fuerza el volante.

—Nada de esto es tu culpa, solo de él y yo por permitirlo.

—Tenía que protegerte, joder ¿Por qué no me llamaste? — gruño enfadado con si mismo—. Lo siento pero no puedo verte así de mal.

Hubo un silencio en respuesta porque llegamos al hospital. Nos miramos sabiendo lo que iba a pasar a continuación. Todo el mundo me conocía por ser la hija de la cirujana jefa. No me hacía especialmente ilusión.

Una de las enfermeras me acompaño a una sala, hizo que Lucke se quedara en la sala de espera. Me curo las heridas.

Mi madre al rato entro casi gritando.

—Hija mía ¿Qué ha pasado? —dijo con mucha preocupación.

—Mamá—solté una lágrima y la abrace con cuidado—. Estoy bien—dije para tranquilizarla.

—Ha llegado a tu padre el caso, me ha llamado preocupado. Bei, tenías que habernos contado— reprocho pero no paro de abrazarme.

Cuando me hubieron curado y mi madre asegurado de que estaba bien, tuvo que dejarme le quedaban dos horas más de guardia. Quería venir conmigo, podría haberlo hecho sin ninguna repercusión en el trabajo. Pero quería estar sola. Y mi padre no volvería hasta la mañana siguiente.

Así que a manos de Lucke volvimos al edificio.

Es un error quererte (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora