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Beatrice.

Sus labios casi rozan los míos, nuestras miradas echan chispas, sin perder el contacto visual y sus manos van a mi cadera instintivamente. El tiempo se congela hasta que me renuevo incómoda.

—Eh, lo siento, ahora el torpe soy yo—se rasca el pelo nervioso.

—No te preocupes, será mejor que me ponga el hielo, antes de que se me hinche—digo agarrando de sus manos cálidas la bolsa.

Pero él, no me lo pone fácil y lo sujeta con fuerza, se sienta a mi lado, y muy despacio me quita la zapatilla, y el calcetín para aplicar el frío.

—Así estará mucho mejor, una venda comprensiva y seguro que como nueva —dice con esa puta sonrisa.

—Pues si, y llevar el peso de las muletas una semana—digo con pesadez, odiaba hacerme lesiones articulares.

—Sí quieres te llevo yo cogida a donde sea —se ríe dándome una palmadita en el hombro.

—Eso a sonado muy mal, Lucky —digo riéndome contagiándome por su risa.

—Bei, lo decía en coña —dice y me doy cuenta que sigue sin camisa, y esos pantalones deportivos grises, se le marca todo.

Lucke se fija en la dirección de mis ojos, mirando su paquete, mis mejillas se vuelven coloradas y mi voz se corta. Él da una carcajada enorme y yo quiero desaparecer.

—Bei, no sabía que los años te habían tratado así para ser tan... pervertida—sigue riendo y yo me cabreo con eso último que ha dicho.

—Cállate —ordené

Esta situación estaba siendo muy incómoda, pero no me puedo resistir al "amor de mi vida" y por desgracia mi mejor amigo.

Que no está nada interesado en nosotras.

—Creo que debería irme, ya estoy mejor—digo casi sin voz, esos abdominales me están matando.

—Sí quieres te acompaño hasta la puerta, no creo que puedas ir tú sola—dice mirando en dirección a mi pierna.

—No... tienes porque hacerlo, puedo sola—digo intentando controlar mis nervios, como no sé aparte le beso aquí mismo.

—Bei, no seas tonta—dice y me vuelve a coger en volandas.

—Solo son tres pasos, no necesito todo esto—digo mientras salimos por la puerta de su piso y toca el timbre de mi puerta.

—Pero esto se hace por los amigos—me enseña sus dientes blancos en una sonrisa perfecta.

Mi madre abre la puerta y me quiero morir, esta sin camisa, la primera le mira sorprendida y más cuando ve que estoy en sus brazos, luego se fija en mi pierna.

Se ríe por lo bajo a ver el espectáculo.

—¿Qué te ha pasado?—pregunta mi madre con una voz traviesa.

—Estuvimos corriendo, se tropezó y bueno hemos ido a mi casa para curarla—dice Lucke, no se podía callar la puta boca, mi madre a veces es muy mal pensada.

—Esta bien—dice entre risas—. Cuanto has crecido Lucke, me alegro que hayas vuelto a la ciudad —dice haciendo amago a que pasemos.

Este me deja en el sofá, esta vez y por suerte no pasa nada raro, respiro tranquila. Creo que se me ha olvidado respirar hace rato.

—¿Quieres tomar un café, con unas magdalenas que acabó de hornear?—ofrece mi madre a Lucke.

Que diga que no, que diga que no, es el momento más incómodo de mi vida.

—Lo siento, muchas gracias por el ofrecimiento—dice con una sonrisa y se empieza a dirigir a la puerta.

Menos mal que el destino nos ha escuchado, si no estaríamos en serios problemas.

—Nos vemos pronto , Bei—dice y me giña el ojo con una sonrisa saliendo por la puerta.

Seguidamente mi mamá me avasalla a preguntas subidas de tono, a las que molesta le contesto a todas no.

Intento subir a mi cuarto, pero me duele como el diablo andar, igualmente intento apoyarme y subir para echarme en la cama.

Miro en WhatsApp, Kayla esta viniendo me quiere contar una súper noticia, mira por donde que yo también.

De repente alguien toca la puerta dudo un momento quien será.

—Amiga—grita corriendo hacia mí Kayla.

—Cuéntame —le digo porque no puedo aguantar más las sorpresa.

—¿Qué te ha pasado? —pregunta cuando se detiene un segundo a mirarme detenidamente.

—Cuéntame tu primero, luego te cuento yo—digo con una sonrisa.

—Mi padre ha aceptado, ha comprado un edificio, empezaran las reformas mañana mismo en dos meses podemos trabajar—dice pegando saltitos en la cama.

—Eso es una súper noticia —me contagio de su entusiasmo aunque carezco de ello en estos momentos.

—Pues si, porque la jefa voy a ser yo, y tú vas a ser la vis jefa, ¿Qué te parece, aceptas? —y eso me pone de buen humor, siempre hemos querido trabajar juntas.

—Claro—grito no muy alto abrazandola.

Estamos unos segundos en ese abrazo que me reconstruye. Luego suelta y se pone sería.

—Ahora, cuéntame tú—dice volviendo a un tono de voz normal.

—Me tropecé corriendo—digo sin saber si contarle que nuestro Lucky está aquí a escasos metros de nosotras.

O puede que le viera en la fiesta, que no creo, puede que lo sepa porque el mismo la aviso.

—¿Y ya está?—pregunta con los ojos en blanco.

—Sí, fue con Lucky ha vuelto a la ciudad, bueno estuve en su casa—digo poniéndome roja como un tomate.

—Ya le has dicho que vives enamorada de él ¿no?—dice entre risas.

—Claro que no Kayla, somos mejores amigos, nunca podrá pasar nada entre nosotros—digo triste, no sé cuando me atreveré a contarle la verdad.

—Yo no digo nada, pero te estas perdiendo tu juventud, amargada sin estar con nadie, y si decirle la verdad, que parece que babeas por él—dice riendo.

—Lo dice aquí la que aún es virgen—río a la vez.

—Bueno, al menos yo me lio con algunos chicos, aunque solo cuando voy borracha—admite y las dos reímos.

—Tienes razón —digo porque que otra cosa más puedo decir a una verdad como una casa.

—¿Sigue viviendo al lado? —pregunta curiosa.

—Sí—afirmó volviéndome a poner roja al recordar lo de antes.

—Entonces estamos perdiendo el tiempo, vamos a ir a su casa y le vas a contar la verdad de una vez por todas—Kayla me arrastra y ni puedo negarme.

Cuando tocamos el timbre, me apoyo en mis muletas para no caerme de los nervios, esperamos unos segundos, cuando suena el sonido del cerrojo trago grueso.

—Pero mira a quien tenemos aquí —dice abrazando a Kayla.

—Yo también me alegro de verte, venimos porque Beatrice quiere decirte algo—explica Kayla.

—Pues dime —dice él mirándome fijamente y yo me pongo nerviosa.

Nos miramos pero las palabras no me salen.


Nota autora:

Gracias por leer esta segunda parte de atrévete a quererme que ha llegado a 10K.

Aviso que esta historia solo la publicaré todos los miércoles. Pero aún estoy pensando si escribirla de golpe y subirla entera para que la podáis disfrutar por completo. Mientras nos vemos en Somos Fuego.

Es un error quererte (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora