7.

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Beatrice.

Me esforcé por olvidar lo que paso minutos antes, entre con mi madre que me sorprendió con un banquete de comida.

Al final no iba a ser un mal día. Mientras comíamos reí y me puse alegre. Era un día para celebrar, empezaba a trabajar. La literatura era mi pasión.

El teléfono sonó y sabia casi al cien por cien lo que significaba. Y en efecto mi madre corrió a prepararse. Una urgencia en el hospital. Volvía a quedarme sola.

—Lo siento hija, espero que esta noche si podamos cenar en familia—ojala que fuera así decía con la mirada y se marchó.

La soledad que inundo la estancia no era nada tranquilizadora. Lucke volvió a entrar en mis pensamientos. Pero no me quería amargar.

Subí a mi habitación, coloque el portátil en el escritorio, empece a escribir sin casi detenerme, solo lo hice para prepararme un café y de vuelta a la silla.

Una notificación salto y al segundo el ruido de la música, descolgué y su voz sono al otro lado.

—Que emoción ¿verdad?, ¿Qué te ha perecido todo? —Kayla hablo tan tierna como siempre.

—Es lo mejor que nos ha pasado—dije al unísono pero más triste.

—Mañana te cuento lo que me ha pasado, he conocido a un chico.

—Esto sí que es nuevo— sonreí alegrándome por ella.

—Mañana a la misma hora, ya hay que empezar a trabajar como verdaderas profesionales— sin esperar a que la contestara colgó el teléfono.

Mire el teléfono, el grupo de familia, mis padres me dijeron que no podrían acudir ninguno de los dos, y otra vez sola.

Era hija única. No esperaba a nadie solo estaba yo y la soledad casi cada día. Cualquier adolescente, aunque yo ya no lo era tanto, se alegraría de que sus padres apenas acudieran a casa pero yo ese día los necesitaba. Pero todo en esta vida no puede ser.

Después de cenar las sobras del mediodía, puse una película en la tele, a la que no preste mucha atención en mi mente solo existía Lucke.

El timbre sonó de repente, sobresaltándome, nadie llamaba a estas horas, mi pulso se aceleró con un escalofrío.

Abrí la puerta despacio con el candado cerrado.

—Soy yo— dijo con su tono de voz ronca.

—¿Qué quieres? — dije a la defensiva.

—Necesito que hablemos— suspiro lentamente como si su paciencia se acabase.

—¿Para qué?, ya hablamos y está todo solucionado — me sudaban las manos de los nervios.

—Dame una oportunidad— dijo esta vez aún más serio.

—Pasa— abrí el candado con sumo cuidado. No estaba nada preparada para que las palabras salieran de nuestras bocas de nuevo.

—Te echo de menos. Beatrice, vuelve conmigo por favor, perdóname todo lo que paso— su respiración se tornó más rápida igual que la mía.

—No Charles, ya no me valen lamentaciones— le mire con pánico.

Sabía cómo era y aun le deje entrar en mi casa, después de todo lo que me hizo, todo lo que me hizo sufrir.

—¿Estás con otro verdad? — su mirada también se clavó en la mí.

—No— casi grite y no sé si fue solo por el dolor o porque me escondía de los sentimientos que sentía por Lucke.

—Seguro— dirigió una sonrisa oscura y se fue acercando más a mi cuerpo.

—He dicho que no, no quiero volver contigo, me pusiste los cuernos, cuando me entere te perdone pero seguiste hablando con ella. No me veas la cara de estúpida—alcé la voz.

—Venga, cariño no te pongas así, subamos a tu habitación como en los viejos tiempos—su sonrisa se escuchó muy cerca de mi oreja y sus manos atraparon mi cintura.

Me trague la bilis del asco que me daba que me tocara. Me levante de golpe, cortando cualquier contacto con él.

—Largo de mi casa—chille con rabia, enfado y miedo.

—No cariño, hasta que no me digas que si no me muevo—se acomodó en el sofá.

Charles era mi primer novio, ahora ex novio. Estaba enfermo, loco de remate, si pensaba que iba a ser la misma idiota que antes.

—Sales o llamo a la policía— grite de nuevo, hice el amago de sacar el móvil del bolsillo pero no estaba, mierda me lo deje en la cama.

—Parece mentira que no me conozcas ya, yo consigo todo lo que quiero— se levantó y de un largo paso llego hasta mí. Me agarro a la fuerza y me tiro al sofá.

—Siempre ceras mía cariño, tienes mi huella marcada—beso mi cuello y arranco mi camiseta.

Volví a gritar esta vez más fuerte, no podía volver a ocurrir. Ya era una mujer, no iba a dejar que volviera a pasar. Pero era más fuerte que yo, lo tenía encima presionándome. En un momento de debilidad golpee con la rodilla en donde más les duele.

Grito a su vez cuando medio se apartó pero tampoco dejaba mucho espacio para huir. Lo intente pero me volvió a sujetar y grite un socorro. Ahogado en la paliza que dio a mi cara seguidamente.

—Cállate la boca— gruño y volvió a lanzarse sobre mí.

No iba a estar callada por supuesto que no, cuando sus asquerosos labios dejaron los míos. De nuevo grite socorro. Aunque sabía que nadie me iba a ayudar.

Otro bofetón llego a mi mejilla esta vez me salió sangre de la nariz y del labio.

Sus manos desabrocharon mis pantalones brutalmente, mientras yo tragaba mis lágrimas y mi propia sangre.

—Si te hubieras portado bien desde el principio cariño, no tenía que haber utilizado la fuerza.

—Vete a la mierda— grite de nuevo escupiéndole sangre.

Sus manos de nuevo volaron a mi cara. Pero no me rendí seguí gritando. Nos gritamos mientras él se hacía cada vez más con mi piel.

—Abre las piernas para mi zorra—gruño serio.

—No— grite en rotundo.

A esas alturas me dolía toda la cara y mi cuerpo tendría algún que otro moratón a causa de la fuerza con la que me sujetaba.

Me las abrió por el mismo, era débil y él tenía mucha musculatura. Volví a gritar cuando sus dedos iban a colarse por debajo del tanga.

Un segundo la puerta se abrió.

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Holi, intentaré subir más capítulos para que os vayáis metiendo en la historia.

Es un error quererte (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora