6. Error

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BEATRICE

La alarma sonó fuertemente, aporree con el dedo para apagarla. No me quería levantar, no había dormido bien. Necesitaba dormir doce horas diarias, si no, no era persona.

Maldiciendo a todo lo que estaba a mi alrededor me levante de la cama. Cuando di dos pasos mi amargada cara cambio, hoy empezaba a trabajar por fin, mi sueño estaba a unas cuantas manzanas de mi casa.

Baje a desayunar, unas tostadas con tomate y aguacate, acompañadas de un café y un zumo de naranja.

Seguidamente me interne en el baño, donde me asee y me di una ducha. Cuando me eche todas las lociones corporales. Era la hora de vestirse. Lo más difícil para una mujer es elegir un look adecuado para un día especial. Me probé mil vestidos mil faldas y acabe eligiendo unos vaqueros ajustados negros a juego con los zapatos, y una camisa escotada, color granate, solo me quedaba pintarme. Ya iba con la hora pegada el maquillaje fue muy básico y me quedo estupenda. A las nueve en punto lo estaba flipando con Kayla.

—Estas guapísima— dijo mi amiga con un cumplido—. Y esto es una pasada.

—Y tanto, esto es hermoso— sonreí cómplice.

Sonrío como una estúpida, esto se está haciendo real, es un sueño hecho real.

Pronto Richard se presentó y dio un beso a su hija pequeña. Un montón de empresarios, se acumularon en el despacho de reuniones.

Después de una hora hablando de términos, de contratar aciertos trabajadores, dimos una vuelta por todas las plantas. Algunas faltaban algún que otro detalle.

Toda esa mañana lo estuve flipando, no tuve tiempo de pensar en Lucke.

Acabo con una pequeña inauguración en la planta cero. Kayla y yo cortamos la cinta roja.  Brindamos con champan y estuvimos hablando con personas desconocidas, patrocinadores.

Cuando todo hubo acabado, Kayla se despidió de mí, tenía una comida muy importante con su padre.

Recogí mis pocas pertenencias, también salí.

Llegue a mi edificio, estaba agotada y necesitaba descansar mis pies, los tacones me estaban matando y más después del pequeño accidente.

Llegue al portal, pulse el botón del ascensor, espere hasta que llego al minuto, me adentre en él. Cuando iba a ascender una mano evito que la puerta se cerrara, y justo cuando entro el sujeto, se cerraron. Ahogue un grito en la garganta.

Lucke estaba hermoso, su buena vestimenta, su pelo bien peinado. Se quedó mirándome a los ojos, yo le devolví la mirada incrédula. Mis mejillas se sonrojaron.

—Hola— dijo tragando grueso.

Yo no podía decir ni una mísera palabra. Quería que la tierra me tragara o llegar a nuestra planta. Pero el destino no quería nada de eso. El ascensor hizo un ruido muy raro y se paró.

—¡Mierda!, no sé por qué no lo arreglan ya— frustrando se apoyó en la pared.

Me daban pánico los sitios muy muy cerrados, más si estaba al lado el chico del cual estaba enamorada.

El silencio se hizo unos segundos. Hasta que nuestros ojos volvieron a conectar.

—¿Vas a hablarme en algún momento Beatrice?— lo dijo duro, no con la misma amabilidad de siempre.

—No tengo nada que hablar contigo, ya me lo dijiste todo— dije mientras cambiaba mi peso de un pie a otro.

—Siéntate, esto va para largo—aviso, mirándome de arriba abajo.

No me lo pensé dos veces, ya sabía que esto iba a tardar, llevábamos meses con el mismo problema, la excusa del seguro de la comunidad era —son muy antiguos, tendréis que cambiar toda la instalación—. Pero claro aquí nadie quería poner un duro, era una derrama demasiado importante, para las tres cuatro veces que se podía parar al mes.

Al minuto Lucke hizo lo mismo.

—Oye, Bei, siento mucho todo lo de ayer— se disculpó.

—No tienes por qué sentirlo, lo dejaste claro— dije seria.

—No sabes lo difícil que es para mí joder, no tienes ni idea de lo jodido que es todo esto, no debí volver.

—Es tu hogar—dije encogiéndome de hombres.

El silencio se volvió a hacer unos minutos, suficientes para que mis cuerpo sonara por los espasmos del frío. Sin decir palabra. Él me arropo con sus chaqueta. Despues volvió a mirarme, y se dejó caer al lado mío.

—Volví por ti— esas tres palabras duras salieron por su boca. Y dieron un vuelco a mi corazón.

—¿Por qué?— solté.

—Veras, yo tenía pareja en la universidad. Cada día era más feliz. Los dos sabíamos que nuestro trabajo era el sexo, y como expertos conectábamos muy bien en la cama. Probé demasiadas cosas con ella.

—No hace falta que me hables de esto. Ve al grano — corte, porque no quería escuchar sus historias de amor.

—Me puso los cuernos con mi mejor amigo, no encontraba mi sitio allí del todo. Era el último año de carrera. Me iba a quedar allí, si hubiera funcionado aquello. Pero no lo hizo. Lo único que me hizo sacar fuerzas para terminar, eras tú. Pero no deseaba para ti un hombre como yo, dude en volver o no. Pero necesitaba verte.

—Para romperme en pedazos como lo hiciste ayer— unas lágrimas despistadas corrieron por mis mejillas.

Lucke las recogió con sus dedos, giro mi cara para mirarle directamente. Su intensidad me erizo cada parte de mi piel.

Antes si darme cuenta, sus labios se chocaron contra los míos, feroces y hambrientos, sus manos viajaron hasta mis pechos. Y un segundo después el ascensor se empezó a moverse, hasta llegar a nuestra planta.

Se levantó de un salto y me dio la mano para levantarme. Justo a tiempo cuando las puertas se abrieron.

Salimos y nos miramos nerviosos.

—Esto ha sido un error—dijo entre dientes, pero me seguía mirando.

Hasta que mi madre abrió ls puerta ilusionada y el con un movimiento rápido y sin mirar atrás entro en su piso.

Es un error quererte (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora