2.

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Beatrice.

Intento abrir la puerta, antes de que llegue Luke, esto de vivir puerta con puerta en este momento se vuelve odioso.

Para mi mala suerte, él llega antes de que me cuele en el interior de mí piso.

—Oye Bei, no pretendía molestarte—se disculpa con una sonrisa amarga y es lo más sexy que he visto en años—Quiero, que sigamos siendo mejores amigos, claro si tu quieres—dice rascándose la nuca.

Mi mejor amigo es una puta tentación. Es tan mono cuando se pone nervioso.

—Déjame consultarlo con la almohada—digo con una risa.

—Buenas noches Bei —dice dándome la espalda para abrir su puerta.

Me recorre una nostalgia, al oírle decir de nuevo el apodo que él me puso, saliendo de su boca.

—Igualmente Luky — también abro mi puerta y me cuelo dentro de mí casa.

Ha vuelto, y está vez va a quedarse. Me tapo la boca para no hacer ruido, seguro que mamá estará durmiendo. Me saco los tacones por el tobillo y ando en puntillas hasta mi habitación.

Cojo mi camisón que utilizo de pijama y me lo pongo, desprendiéndome antes de la ropa mojada. Cuando me quiero dar cuenta, se que aún llevo puesta la chaqueta de él, permito olerla y me siento en casa. Pero ahora le tengo que volver a ver, para devolvérsela.

Me quedo profundamente dormida al meterme bajo las sábanas.

A la mañana siguiente me rompe un dolor de cabeza que me mata —Por dios si no bebí tanto, por favor—digo en voz alta para mí misma, maldiciendo haber desfasado ayer.

Voy directa a la ducha, pero antes me detengo en la chaquetita negra, todos los recuerdos se me agolpan, y se me cierra el estómago.

Dejo que el agua, se lleve el cloro y el olor a fiesta. Al salir me pongo unos Jeans y una camiseta de tirantes. Nada mejor que hacer deporte para distraerme.

Llego a la cocina y están mis padres desayunando, zumo de naranja, café, tostadas y cruasanes sin chocolate en una bandeja.

—Buenos días hija—dice mi madre sirviéndome el café caliente en una taza, junto a un paracetamol y agradezco que esté en todo.

—Buenos días, mamá, papá —digo mordiendo una tostada con mantequilla.

—Igualmente hija, ¿Qué tal la fiesta de ayer?—dice mi padre apurando las últimas gotas de su vaso con zumo.

—Muy bien papá, ¿Y tú, mucho trabajo esta noche? —preguntó dando otro gran sorbo al líquido caliente.

—Sí hija, estamos hasta arriba, de echo me tengo que volver a ir—dice colocándose la chaqueta.

—Venga ya, papá debes de descansar—digo cabreada por que apenas está en casa últimamente.

—Tengo un juicio muy importante hija, pero cuando acabe vendré a casa a descansar —dice dándome un beso y la frente y desapareciendo por la puerta.

Nos quedamos mi madre y yo acabando de desayunar, la ayudo a recoger las cosas, aunque tuviéramos amas de casa para las labores de limpieza y cocina, nos gustaba dejar las cosas limpias.

Subo a mi cuarto a ponerme las deportivas, el pelo se me secaría al aire libre asique no me lo peine solo me hice una cola rápida y sencilla.

En el recibidor cojo una chaqueta, y mi mochila equipada con una botella de agua algunas vendas por si tuviera alguna lesión y alguna que otra cosa más.

Es un error quererte (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora