BEATRICE.
A la mañana siguiente me levanto, deseo poder levantarme y darme una ducha tengo el sudor pegado, el cuerpo agarrotado. Cuando me doy cuenta que no estoy en mi cama, que estoy al lado del cuerpo también sudado de Lucke. Vuelvo a la realidad, anoche hicimos el amor en mil posturas diferentes, dormimos y volvimos a hacerlo, tenía agujetas donde no sabía que había.
Era la primera vez que me sentía bien en el sexo, disfrutaba, me deje llevar, por él. Porque era fácil, todo, era lo que deseaba hace muchos años, y allí estaba Lucke, abrazándome contra su cuerpo sin dejarme espacio para moverme.
Tenía razón, no se andaba con cuidado, follaba tan bien, sabia tanto que dudaba que en días pudiera moverme. Deje de luchar y me rendi en el colchón pensando en cada parte donde el deposito besos, dejando marcas que debía ocultar aun más con maquillaje.
Esas marcas no eran de dolor no eran malas, esas marcas eran de pura pasión. De algo que yo si deseaba.
No me di cuenta que él ya se había despertado y se me quedo mirando, estaba desnuda y las sabanas no me cubrían. Pero su mirada no era de lascivia si no de miedo, o incluso confusión.
—Buenos días, Bei —dijo con la voz seca.
Le devolví el saludo, me tape con la colcha porque empezaba a sentirme muy expuesta, aunque en el fondo no me importaba que volviera al ataque. Aunque me doliera exactamente todo, y no solo por la sesión intensa, si no también por los golpes.
Después de vestirme con una camiseta suya que me llegaba justo por las rodillas, bajamos y me sirvió el desayuno.
Solo estábamos hablando con monosílabos. Era raro, habíamos pasado fronteras que no se iban a olvidar.
—Debería volver a mi casa —dije rompiendo el silencio cuando acabe de tragar el zumo de naranja recién exprimido.
—Como quieras —su voz sonaba muy diferente a la de anoche.
No entendía nada, pero no quise volver a insistir. Me levante no sin emitir un gruñido de dolor. Y subí a su habitación, escuche sus pasos detrás de mí.
—Si quieres, antes de irte dúchate —levanto el brazo para apoyarlo en el marco de la puerta por encima de su cabeza. Solo iba con unas calzonas de deporte grises, que marcaba su paquete, ya había comprobado que era grande y me coloree por haber examinado su cuerpo de arriba abajo.
Sabía que se dio cuenta, pero no dijo nada, me metí en el baño. Toda mi cara ardía de vergüenza y de estimulación.
Si antes no podía sacar a Lucke de mi cabeza ahora mucho menos. Deje que alguna corriera por las heridas y los puntos de sutura, que escocia.
Cuando todo resto de suciedad se fue de mí, me enfunde con una toalla y salí. Me mire al espejo. Tenía un aspecto horrible, aun así después de volverme a vestir con mi ropa, puse una sonrisa. La noche fue genial y eso borraba de mi mente todo lo malo.
Lucke estaba sentado en la cama, con la cabeza agachada, estaba absorto en sus pensamientos hasta que se fijó en que ya estaba lista para irme a mi casa y hablarle a mis padres de la verdad y todo lo ocurrido. No quería irme y romper esta burbuja que ya notaba desde esta mañana tensa.
Me acerque a él, y puse mi mano sobre la suya. Luego gire con cuidado su cabeza para que me mirara.
—Gracias —articule con verdadero cariño.
—Bei —gruño con un quejido de dolor dentro de su corazón.
—Nos vemos esta tarde —no me lo pensé dos veces, le di un beso rápido en su boca.
No sé cuando vi que eso fue buena idea. Su cuerpo actuó separándose de golpe.
—Olvídalo —dijo apartando el contacto visual.
—¿El qué? —pregunte automáticamente aun sabiendo la respuesta.
—Todo lo de anoche, no va a ver un después de esto nunca, prefiero que sigamos siendo mejores amigos como siempre. No sé qué me paso me deje llevar, lo siento.
Me trague las lagrimas y corrí, tampoco me detuvo. Cerré su puerta de un portazo. Con el dolor en mi cuerpo y en el alma. Me di cuenta que si entraba en ese momento en casa iba a ser mucho peor porque debía de dar muchas explicaciones que en ese momento no quería ni podía dar.
No me lo pensé dos veces, llame al ascensor. El exterior me recibió con una brisa llena de agonía. Como sintiera la mía propia. No me estaba muriendo pero algo en mi sí.
Lucke era un capullo igual que todos con los que había estado. No sé en qué momento creí que esta vez sí podía ser, en la noche me dio todo el amor que había necesitado y querido desde que se fue.
Estaba enamorada en ese entonces, pero después de haber probado todo de él, lo estaba aún más.
No sé cuántas horas ande, aunque me ardían los pies, y el frio ya llegaba hasta cada fibra de mí ser. No me di cuenta que se estaba metiendo el atardecer, y no era nada más que medio día cuando me largue.
Llegue a un parque en uno de los rincones de la ciudad y me acurruque, contra el viento que soplaba con fuerza. Allí me quede sin darme cuenta de nada absorta en mi pensamiento y en el dolor que se metía poco a poco en mi alma.
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Es un error quererte (pausada)
Romance2 QUERER Luke es un atractivo sexologo. Es un hombre que odia el compromiso, pero ama el sexo. Beatrice es una mujer segura de si misma. Filóloga y lleva a manos una empresa editorial más famosa de Estados Unidos. Viven puerta con puerta, han crec...