Capitulo 1

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Hace dos años mi mejor amiga me hizo una propuesta que yo rechacé.

Irnos a Londres por un año a trabajar de Au pair, era algo que siempre habíamos hablado, desde nuestra adolescencia habíamos soñado con hacer ese viaje juntas cuando cumpliéramos los dieciocho antes de ir a la universidad. Sin embargo cuando llegó el momento la vida real se interpuso. Al acabar el instituto ambas decidimos que era mejor ir a la universidad ese año con todas las personas de nuestra edad. Ya haríamos ese viaje al acabar la carrera.

El verano de 2019, después de graduarnos, cuando ella me dijo con ilusión que era el momento de irnos e incluso que ya había estado buscando posibles familias yo no acepté. Cuando cuatro años atrás le dije que al acabar la carrera nos iríamos no mentía, en ese momento era lo que deseaba. Sin embargo en cuatro años la vida y los sueños pueden cambiar mucho.

Durante la universidad yo conocí a alguien, al chico perfecto y el amor de mi vida, o eso creía. Sabía que si me iba durante un año lo perdería, las relaciones a distancia no funcionan, por lo que me negué a realizar el viaje con ella.

Hoy, dos años después voy subida en un avión destino Londres. Sola, porque aquel día no solo perdí un sueño, también quien había sido mi mejor amiga durante toda mi vida. Ella si se fue, no a Londres, no de Au pair, a Madrid a vivir sus sueños lejos de nuestro pequeño pueblo en el que siempre se había sentido atrapada. Y aunque al principio nuestra amistad siguió nunca volvió a ser igual, con el tiempo ella encontró la vida que quería, entraron a ella nuevas personas, el tiempo para vernos cada vez era menos y las charlas también, hasta que dejaron de ser. Un día ella decidió que yo no era suficiente, que no merecía la pena mantenerme en su vida.


Y al final mi novio perfecto también resultó no ser tan perfecto, ni el amor de mi vida, o al menos yo no era el amor de la suya. Después de tres años de relación él decidió que ya no me quería, que la monotonía había gastado nuestro amor, eso dijo, aunque yo recalque que el mío seguía intacto, si algún amor se gastó fue solo el suyo. Esa consideración le pareció insignificante, la única realidad es que ya no me quería y que la relación se acababa en ese momento. Sin discusión, me conocía lo suficiente como para saber que si daba pie a discutir eso no acabaría nunca.

***


Desde que aterricé en Gatwick el tiempo ha sido nublado y frío. Si, ya sé que me estoy mudando a Reino Unido pero es que estamos a 30 de agosto. Esta mañana cuando salí de casa el termómetro marcaba cuarenta grados y ahora mientras estoy parada enfrente de la típica casa inglesa de dos plantas y ladrillo rojo en la que se supone que voy a vivir llevo una sudadera, lo cual me encanta porque siempre he sido una chica de sudadera, pero también es extraño.

Después de este análisis del tiempo tan brillante creo que es el momento de llamar a la puerta y conocer por fin en persona que va a ser, o técnicamente ya es, mi compañera de piso e instalarme.

Llamo al pequeño timbre que se encuentra a un lado de la puerta.

Mientras espero en los escalones que separan el nivel de la calle del de la casa no puedo evitar mirar en todas direcciones. Es tan diferente a mi pueblo, a mi hogar, pero a la vez es todo lo que podía esperar de una calle residencial en pleno barrio de Fulham y eso también la hace hogareña a su manera ya que es exactamente igual a como la llevo imaginando desde que tomé la decisión de mudarme.

La puerta se abre, dejando paso a una pecosa muchacha castaña.

     –Hola –dice con una enorme sonrisa –. ¿Tú debes de ser Andrea no? Meredith me dijo que vendrías

La Camiseta | Kai Havertz |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora