Capítulo 18

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Me seco las palmas de las manos en la tela de mi vestido negro. No tengo ni idea de donde me va a llevar Kai en nuestra primera cita. Me parece ridículo estar subida en estos tacones pasando frío con un vestido elegante de tirantes para tener una primera cita con alguien con quien he estado a solas tantas veces y manteniendo una especie de relación desde hace meses. No debería estar tan nerviosa, es una noche más con él.

Me encamino hacia el coche cobrizo que está aparcando en la acera. Mis pasos frenan en seco cuando la puerta del conductor se abre dejando ver a Kai ataviado con una sudadera con capucha y unos pantalones de chándal.

Sus ojos se abren, con lo que parece asombro, repasando mi vestido. Subiendo de mis tacones de aguja hasta el elaborado recogido que deja ver unos brillantes pendientes.

-Estas preciosa. -Su mirada calienta mi cuerpo. Ya no creo que su expresión indicase asombro -. Pero creo que no teníamos en mente la misma cita -dice lo obvio, señalando su atuendo.

Bajo los ojos avergonzada. Me he pasado dos horas arreglandome para nada.

-Me cambio. Tardo poco.

-¡No! -Acorta la distancia que nos separaba -. Estás guapísima no vamos a estropear eso. -Sus labios acarician mi mejilla.

-Pero voy a desentonar.

-Solo yo te voy a ver y para mí estás perfecta.

Me tiende su mano. Lo acompaño al coche, algo avergonzada todavía.

Me acomodo en el asiento del copiloto. La música inunda la cabina.

Rompo la calma cuando veo el cartel que señala que hemos abandonado Londres.

-¿Dónde vamos?

-Es sorpresa.

-¿Hasta cuando?

-Hasta que lleguemos.

-¿Y cuando vamos a llegar?

Me mira divertido.

-Ponte cómoda.

Suelto su móvil del soporte y jugueteo con él hasta encontrar música a mi gusto. Si quiere que me ponga cómoda esta es la mejor manera.

La voz de Shoda Monkas empieza a salir por los altavoces del vehículo. Cierro los ojos recostando la cabeza en la ventanilla.

El repiqueteo de sus dedos sobre el volante me hace abrir los ojos. Contemplo el perfil de Kai. La luz del ocaso recorta su silueta por la ventanilla, sus ojos fijos en la carretera y sus largos dedos siguiendo el ritmo de la música sobre el volante. Quiero grabarme esta imagen en la memoria para siempre. Ya no me importa llevar un fino vestido de satén o no saber donde voy. Estar a su lado es lo único que importa.

Después de más de una hora de viaje toma un desvío por una carretera rural. El sol se ha escondido del todo en el horizonte, pero puedo ver que estamos rodeados de vegetación. La carretera nos conduce entre llanuras verdes, incluso en esta época del año, antes del inicio de la primavera. Kai para el coche en un aparcamiento y se baja raudo.

Aparece en mi lado del coche y abre la puerta tendiendome la mano. Viste una sudadera, pero se está comportando como un caballero en una cita. Esto me saca una sonrisa.

-¿Si te pido que cierres los ojos lo vas a hacer?

-No necesitas preguntar eso -respondo enarcando las cejas.

-Me conformaré con haberte traído hasta aquí sin que descubrieras la sorpresa.

Abre el maletero, sin soltarme la mano, y saca del mismo una cesta y una manta de picnic. Además de un chaquetón que me entrega.

Me pongo la prenda sobre mi vestido negro. Inspiro, está impregnada del olor de su suavizante, ese que inunda en ocasiones las estancias de su hogar.

Unidos subimos una pequeña colina, yo con los zapatos en la mano. En la que extiende la manta. Me pide que me siente en ella, antes de empezar a vaciar la cesta.

Coloca frente a mí dos copas de cristal y una botella de vino frizzante, además de una botella de agua.

-El domingo juego una final -responde a una pregunta que no he hecho.

Acompaña la bebida con unos delicados canapés y pequeños bocadillos de diferentes sabores.

Se sienta a mi lado. Dejando la comida frente a nosotros. Llena nuestras copas.

-Por nuestra primera cita. -Chocamos los recipientes.

Cenamos entre risas y confidencias. Los nervios que me han inundado durante todo el día no solo han desaparecido sino que se antojan lejanos e increibles. Como he podido estar tan asustada. Es Kai, el hombre con el que he compartido tantos momentos desde que llegué a la ciudad y con el que siempre me he sentido yo misma, que estemos en una cita oficial no iba a cambiar eso.

Guarda los recipientes vacíos y las sobras en la cesta de nuevo. Nos tumbamos juntos mirando el cielo inundado de estrellas. Nunca pensé que podría contemplar un cielo así lejos de casa.

-¿Por qué has elegido esta cita? -Rompo el silencio.

-Los dos nos hemos criado contemplando el cielo en zonas campestres. Ahora lo haremos juntos.

-Pensaba que me llevarías a un restaurante elegante.

-Espero no haberte decepcionado.

Repto por la manta para juntar nuestros labios. No podría decepcionarme.

Estar tumbada a su lado, sintiendo como su mano acaricia la piel desnuda de mi brazo por debajo del abrigo, es algo que nunca me habría atrevido ni a soñar.

Vuelvo a acurrucarme con la cabeza en su pecho, escuchando los latidos calmados de su corazón que contrastan con mi corazón desbocado.

-He mandado mi manuscrito a algunas editoriales -suelto. No tenía pensado contarselo hoy, ni hoy ni nunca porque dudo que ninguna editorial decida publicar mi novela.

Su silencio me saca del estado de euforia en el que me encontraba sumida, el mismo que me ha hecho soltar la información sin pensar.

-Nunca me has enseñado lo que escribes -responde finalmente.

Me incorporo y lo miro entornando los ojos.

-No sabes español.

Se sienta para quedar frente a mi en la misma posición en la que me encuentro. Si ha notado mi intento de asesinarlo con la mirada ha decidido pasarlo por alto.

-Cuando la editorial que elijas lo traduzca al inglés, o al alemán, leeré todos y cada uno de tus libros.

-Son ellas las que me tienen que elegir a mí.

-Eso lo doy por hecho, serás tú la que tenga que elegir porque todas van a querer publicar tu obra.

Estudio su expresión buscando burla, pero soy incapaz de encontrarla, lo dice en serio. Cree que las editoriales se van a pelear por mi manuscrito incluso sin haber leído ni una palabra. Nadie había creído nunca así en mí, ni yo misma.

Me abalanzo sobre él y reparto besos por cada milímetro de su cara, hasta que atrapa mis labios y me besa profundamente.

La Camiseta | Kai Havertz |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora