Capítulo 15

576 33 38
                                    

Abro el archivo de mi novela que ha estado abandonada durante meses.

Se siente como volver a casa después de un largo viaje. Reencontrarse con tus amigos y familiares. Nada ha cambiado y sin embargo todo es diferente.

Necesitas volver a conectar con las personas que dejaste. Volver a formar parte activa de sus vidas. Conocer chistes que se han creado en tu ausencia. Escuchar anécdotas de las que no has formado parte. Volver a crear rutinas y construir momentos.

Releo el manuscrito de principio a fin. Reconectando con mis personajes y reviviendo los momentos que pasamos juntos.

Para cuando llego al final mi tiempo de escritura de hoy ha finalizado. Tengo que acabar de preparar el equipaje. Mañana vuelo a casa a pasar las vacaciones de navidad. Estoy ansiosa por volver a ver a mi familia. y amigos. Pero me asusta la idea de volver a otras cosas que dejé atrás. En los pueblos pequeños es fácil encontrarse con gente. Y yo he avanzado mucho en estos dos meses viviendo en Londres. Sería horrible echarlo todo a perder por una tontería.

Antes de irme quiero ir a ver a Kai para despedirme.

***

—Te he traído un regalo.

—Lo prefiero el día 24. —Kai se tapa la cara con las manos mientras lo dice, anticipándose al cojín que impacta sobre la misma. Como las doscientas veces que me ha hecho comentarios sobre el tema de las vacaciones.

—Rompete una pierna.

En sus ojos se enciende una chispa de decisión.

—Buena idea. —Se levanta del sofá.

Lo miro espantada.

—Era broma. —Agarro su mano para que se quede a mi lado.

—Odio esta liga. —Se derrumba a mi lado.

Paso los dedos por su pelo consolándolo. Como espectadora siempre me ha encantado el boxing Day pero nunca me había parado a pensar en lo que sienten los futbolistas extranjeros que tienen que pasar las navidades lejos de sus países natales y familias.

Apoya su cabeza sobre mis rodillas mientras lo sigo acariciando.

—No estarás solo. Vendrá tu familia ¿No?

—Mi hermana —contesta con los ojos cerrados —. A la que adoro. Pero unas navidades de dos son un poco tristes.

—Habrá años mejores. —Beso sus párpados.

—El próximo año las pasaremos juntos.

El año que viene. Qué vértigo me produce pensar dónde estaré dentro de un año. La Andrea de hace un año tenía claro dónde se encontraría hoy. Y no era nada parecido a mi situación actual. Tendría que estar decorando mi casa del pueblo junto a Jaime, casa comprada con el dinero que habría ganado con la publicación de mi primera novela. Sin embargo no tengo casa, ni Jaime, ni novela. Eso es lo malo de los planes a largo plazo. Cuando se rompen tu vida queda hecha cenizas. O quizá no tiene nada que ver con planificar la vida y solo se trata de mí.

—¿Quieres ver el regalo o no?

Abre los ojos perezosamente.

—¿A ver? —Extiende la mano.

—Tienes que dejar que me levante. No está aquí.

—Ya no quiero. —Se abraza a mi cintura.

—Vamos, que me hace ilusión. —Muevo las piernas haciendo que su cabeza apoyada rebote ligeramente.

Se levanta refunfuñando. Imito su gesto aunque con una sonrisa en los labios.

Echo a andar fuera de la habitación. Cuando me intenta seguir le indico que se quede en el salón. Salgo a la puerta de la calle, donde dejé el regalo cuando llegué para que Kai no lo viera. Levanto la planta y vuelvo a entrar a la casa. Mientras recorro la pequeña distancia que separa el recibidor del salón me doy cuenta de que posiblemente he creado unas expectativas sobre el regalo que no están justificadas. Me entran ganas de darme la vuelta y volver a dejar la maceta en la calle e inventarme alguna excusa por la cual no tengo ningún regalo. Me sobrepongo a mi inseguridad y sigo avanzando. Puede que el regalo sea barato e incluso un poco ridículo pero espero que sepa valorarlo.

La Camiseta | Kai Havertz |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora