vol (ocho)

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Ao'nung en cuanto sintió los rayos del sol iluminar su rostro se levantó de su hamaca y se equipó. Quería hacer sus tareas diarias lo más velozmente posible y así poder pasar más tiempo con su amante. Le había estado preparando una sorpresa. Toda la noche se la había pasado haciendo unos collares de pareja, solían ser muy comunes entre los amantes metkayina y siendo sinceros, Ao'nung no era muy bueno expresando sus sentimientos mediante palabras, así que creía que si le daba pequeños regalos a Neteyam le haría entender todo el amor y admiración que sentía hacia él.

—¿A dónde vas tan temprano?— Dijo Ronal, su mirada se veía molesta, cruzaba sus brazos esperando una respuesta para su pregunta.

—¿Yo? Voy a entrenar, es mejor si lo hago desde muy temprano.—Mordió su labio inferior, nervioso.

—Tu padre aún no se levanta, ¿y qué es eso que tienes en tus manos?—Se acercó al joven con la intención de quitarle el objeto, sin embargo no lo logró.

—No es nada, madre. Por favor, necesito irme. —

—¡No! — Tomó del brazo del chico evitando que pudiera poner un pie fuera de la tienda.—No sé qué te sucede, Ao'nung. Desapareces a altas horas de la noche y eso está afectando tu rendimiento. —

Ao'nung sintió un sabor amargo en su paladar, últimamente había estado siendo más distraído con su entrenamiento y sus tareas. Eso podría ser un gran problema a la larga. Su familia tenía grandes expectativas en él y no quería decepcionar a nadie.

—Lo sé. Me disculpo por eso, haré mejor las cosas de ahora en adelante. —

— Eso espero, Ao'nung.— Miró al joven una vez más para luego retirarse del lugar, dejando al heredero muy frustrado.

Volvió a sentir ese enorme peso en sus hombros, esa horrible sensación que lo hacía sentir constantemente observado. Sabía que el pueblo estaba pendiente a cualquier acción que el heredero hiciera, y si no daba lo suficiente de sí mismo podrían creer que no estaba listo para ser un buen líder en un futuro.

Sus miedos lo invadían, hasta que una dulce voz lo sacó de sus pensamientos.

—¿Tienes problemas con tu madre?— Preguntó Neteyam. Había estado oculto escuchando la conversación todo este tiempo. No lo malinterpreten, no por qué él quisiera, si no que había ido a la casa del joven un poco más temprano de lo usual, ya que la noche anterior Ao'nung le había dicho que tendría una sorpresa para él.

—¡Ah!— Ao'nung gritó sorprendido, se supone que Neteyam debía esperarlo en la orilla del mar, no afuera de su hogar.

— ¿Qué mierda, Neteyam? ¿Desde hace cuanto que estás parado ahí? —

—Lo suficiente para escuchar la conversación que tuviste con tu madre. ¿Estoy siendo un problema para tu entrenamiento?— Neteyam se veía preocupado por su pareja. No quería que Ronal lo viera como un obstáculo para el crecimiento de su hijo, aunque dudaba que la mujer supiera de la relación de ambos.

—Claro que no, Ma'teyam. Solo estoy un poco distraído y ya.— Ao'nung intentó tranquilizar los pensamientos de su pareja.

— Dime la verdad, Ma'nung...— 

— Solo deja de preocuparte, Neteyam.— Sonrio mirando al chico. Luego sacó un collar de conchas marinas y se lo entregó a su pareja.

— Es un regalo para tí, ma'yawne. — Neteyam sonrió calidamente y admiró la hermosa joya.

—Es precioso, Ma'nung...— Colocó el collar alrededor de su cuello con ayuda de Ao'nung. — ¿Me veo lindo?—

— Tú siempre te ves lindo, mi amor. — Aquellas palabras hicieron que el corazón de ambos se acelerara. Neteyam no tardó en sonrojarse.

𝐙𝐎𝐍𝐆𝐓𝐒𝐄𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora