mune (dos)

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Tsireya dijo que nos enseñaría a respirar correctamente para así durar más tiempo bajo el agua, así que nos acercamos lentamente hacia la orilla y nos sentamos en un círculo encima de una enorme roca.

—Respiren hondo...—Dijo Tsireya inhalando por la boca lentamente —...Y después exhalen.—Habló para luego botar el aire restante de sus pulmones por la nariz —Imaginen una llama titilante, hagan que su corazón lata más despacio con cada respiración —Explicó.
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Lo'ak y Tsireya se fueron juntos y yo me quedé a solas con Ao'nung y su mirada amenazante.

—Tu cola es delgada, perfecta para trepar por los árboles pero no para nadar bajo el agua. Serás lento. Tus brazos son igual de delgados que tu cuerpo, ¿acaso no te dan de comer en tu tribu? —Dijo burlándose.

—Si me dan de comer, Ao'nung. No te preocupes por eso —Le respondí con una sonrisa, intentando seguirle el juego.

—Está bien, si quieres quedarte aquí tienes que aprender a montar —Hizo un sonido particular llamando la atención de los ilus, haciendo que estos se acercaran hacia el chico celeste. —Tienes que subirte encima pero con cuidado, son más sensibles que otros animales.—
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Neteyam se subió encima de la criatura que no paraba de moverse, la sensación diferente a la de un ikran. Se sentía más pegajoso. El chico intentaba mantenerse erguido para no caerse del animal, sacando su trenza lentamente para formar el vínculo con este. Sentía que se caía del pegajoso animal, así que Ao'nung lo tomó de la cintura para que se no se cayera del ilu. Neteyam cerró sus ojos, intentando concentrarse en el Tsaheylu.

Ao'nung miró a Neteyam. —El vínculo debe ser suave, siente su respiración...—

De un momento al otro fue arrastrado por el animal bajo el agua e intentó sostenerse lo que más pudo. Pero sin embargo, se resbaló y cayó en el agua.

Ao'nung suspiró. —Esto es demasiado fácil, hasta un bebé puede hacerlo —Se burló.
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Dormir le resultó difícil al joven metkayina, por lo que decidió ir un rato a las orillas de la isla o tal vez nadar un poco. Eso de seguro lo ayudaría a dormir. Se equipó rápidamente para salir, con cuidado de no despertar a nadie, hasta que a lo lejos vió una pequeña y delgada silueta en el agua. Se preguntó qué era y por curiosidad se acercó. Era Neteyam, el chico omatikaya, intentando montar un ilu y fracasando en cada intento. Se veía frustrado, así que decidió acercarse a él.

— ¿Qué haces despierto tan tarde? Deberías estar descansando —Le preguntó a Neteyam para luego sumergirse en el agua junto a él.

—Lo sé, ¿pero como se supone que mejore si no práctico esto?— Respondió apenado, funciendo el ceño.

—Te ayudare por la mañana si lo necesitas, pero ve a descansar —Empezó a empujar el cuerpo del omatikaya para llevarlo fuera del agua.

—...¿Por qué no te caemos bien, Ao'nung?,  es como si nos juzgarás constantemente...— Suspiró, un poco dudoso de su pregunta.

Ao'nung se sorprendió un poco, pero aún así decidió contestar —No es que no sean de mi agrado, es solo que son... Diferentes a nosotros— Ao'nung exhaló.

—Diferentes, ¿es algo realmente malo?— Se acercó, acortando la distancia entre ambos jóvenes. La mirada de ambos chicos se encontraron. Estaban muy atentos ante las palabras del otro.

—En realidad, no creo que ambos seamos tan diferentes como tú crees, Ao'nung.—Su mirada era suave y dulce, como si quisiera transmitir paz hacia el otro chico.

El mencionado quedó un poco impactado por la pronta cercanía del chico, pero no sé alejó — Tal vez tienes razón, vamos a la orilla. Será más fácil hablar ahí— Tomó la mano de Neteyam y lo llevó hacia la arena.

Ambos chicos se quedaron conversando un buen rato hasta que cada uno se tuvo que irse a su hogar. Ninguno de los dos pudo dormir bien esa noche, ya que había un sentimiento que crecía conforme ambos adolescentes pasaban más tiempo juntos.
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𝐙𝐎𝐍𝐆𝐓𝐒𝐄𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora