Capítulo 4

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Lo gracioso de la situación es ver todo en cámara lenta, si, lenta

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Lo gracioso de la situación es ver todo en cámara lenta, si, lenta

Mis ojos detallan lentamente a Rebecca; desde su rostro de perfil hasta el brazo izquierdo que se mantiene tendido hacía el frente.

Mis pies se sienten pesados cuando me quiero situar de frente a la morena que está de pie. El aire está tan tenso que temo moverme.

Cuando reacciono y me giro un dulce olor llena mis fosas nasales y no, no estoy hablando del perfume caro que desprende su piel, estoy hablando de un olor familiar, un olor a niñez, un olor a frutas.

Mis ojos observan la mano extendida a mi dirección, sus largas uñas pintadas de color blanco, anillos en varios dedos, luego su muñeca adornada con una hermosa pulsera que sin temor a equivocarme sé que es oro blanco.

La detallo, realmente es lo que hago cuando mis ojos siguen subiendo cómo si no quisieran dejar de ver cada tramo de piel. Por un momento temo dejar que mis ojos sigan subiendo, no quiero hacerlo.

Sé que no es normal lo que estoy sintiendo, no sé porque mi corazón late tan fuerte que temo a morir del dolor que provoca, mis manos pican, la respiración se me volvió pesada, estoy malditamente ansioso.

Mi cabeza duele cuando mis ojos detallan cada rasgo de su hermoso rostro; fracciones finas, nariz perfilada, labios con una hermosa forma, sus ojos, sus ojos son un golpe a la realidad, al pasado, a mí.

Mis ojos verdes se quedan fijos en los claros de ella.

«—Eres hermosa, chloe— digo viendo a la morena a mi lado— mamá dice que eres una princesa.

—Eso lo dices tú, Ángel.»

Después de que los momentos de mi niñez me golpean viendo esos ojos claros, vienen lo de mi adolescencia, si, hasta que yo tenía quince años ví esos lindo ojos claros, pero ahora viendo su rostro sé que es ella, no estoy loco ni alucinando, la mujer frente a nosotros es Chloe, mi princesa.

Ya no luce como tal, ahora es diferente; su rostro es el de una mujer, una mujer hermosa y ¡Dios! Su cuerpo lo certifica. Quise mantener mis ojos en su rostro, pero su cuerpo envuelto en esa hermosa tela de color blanco hace relucir su hermosa piel, ese escote elegante en sus pechos.

—Ángel... Amor mío— ahí, cuando escucho la voz de Rebecca es que reacciono—¿Estás bien?

—En una de mis clases de arte— su voz resuena en mi cabeza de tantas maneras que mi cuerpo se estremece— nos explicaron con la mirada de un retrato, que sí una persona te mira de esa forma es por dos razones; Es porqué representas o te pareces una persona que perdiste o un gran amor...— dice sentándose— Dime Ángel ¿Cuál de los dos me le parezco? ¿Una perdida? ¿Un amor? O aún mejor— tiene una sonrisa en su rostro cuando termina de sentarse viéndose perfecta— ¿Una perdida amorosa?

Te Vi VenirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora