La generación Black está aquí
¿Quién mejor para llevar el apellido Black a otras aventuras que el heredero mayor?
Exacto, nadie mejor que él joven ruso; Ángel Black.
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Chloe De Luca
«¿A quien engaño?»
Me quiero mentir. Si no lo hubiese querido ver no pregunto la hora en la que teníamos que vernos.
Trazo la forma de la taza con mi dedo índice. Observo la hermosa mañana desde la ventana de la sala de estar.
«Ángel Black»
¡Dios mío! No sé cómo explicar lo que sentí cuando lo ví. No mentí cuando dije que no sabría que él estaría en aquella cena, la verdad no lo sabía.
¿Ángel? Ja, tiene cara de demonio y cuerpo de infierno. Nuevamente la imagen que no me ha dejado dormir me atormenta.
Tiene las facciones de su rostro marcadas, ojos penetrantes, sus labios oh Dios. Mis manos picaron por acariciar la sombra de la barba que cubre mitad de sus mejillas. El corte de su cabello, largo arriba, corto a los lados y ese hermoso camino que lo conecta con su barba.
Ángel es muy diferente a todo lo que yo me imaginé. Desde que decidí abandonar no volver a saber de él, así fue. No volví a ver una foto, no quise saber si había cambiado a aquel hermoso niño de cabellos castaños, largo y rizados.
Ahora que lo ví mi corazón latió frenéticamente. Y si, si tengo miedo de lo que sentí. Yo me acostumbré a no admitir lo que sentía por él, incluso me olbigue a olvidarlo y solo verlo como un lindo recuerdo del pasado.
Me pareció injusto que Ángel solo decidiera no saber de mí, que solo dijo; "No volveré hablar contigo, Chloe. Si tienes nuevos amigos y él, te parece lindo que solo él sea tu amigo". Fue tan estúpido que era yo quién buscaba la manera de hablar con él, pero me cansé y solo decidí no volver a preguntar.
«Nuestra boda será así, pero será nuestro secreto»
Esas palabras volvieron a atormentarme cuando lo ví con Rebecca. Yo había olvidado esas palabras que fueron dichas por él desde el matrimonio de sus padres.
No fue fácil alejarme de Ángel, pero tenía que hacerlo y cuando fuí creciendo me dí cuenta que no lo veía realmente como un amigo, pero me convencí de que era una locura.
«Soy mayor que él»
Esas palabras fueron las que me repetí en el pasado y que ahora las tomaré con más fuerzas. Es una locura que mi corazón lata así solo por haberlo visto y ¡Dios! Ni hablar de lo que sentí cuando me acorraló en aquel balcón.
