No tardó mucho en reaccionar después de que la puerta se cerró detrás de la espalda ancha. Saltó de la cama corriendo fuera de la habitación para detener al muñeco. En sus planes no estaba perder a su única compañía. A lo único que lo hacía volver a casa.
—Espera —sujetó la de Hyungwon impidiendo que abriera la puerta. Hyungwon lo miró desolado. —No te vayas.
Hyungwon negó, sus ojos rojos por el llanto.
—Suéltame. Traicionaste mi confianza y me pusiste en peligro —dijo alzando el mentón. —Si yo no hubiera despertado... quién sabe que cosas que habría hecho tu amigo.
—No, Kihyun jamás te lastimaría —aseguró. —Y si ese fuera el caso, no lo permitiría.
El muñeco lo miró en completo silencio.
—Volveré a la fábrica —exclamó quitando la mano de Hoseok de su brazo.
Hyungwon abrió la puerta pero Hoseok la cerró haciendo uso de su fuerza, bloqueando la salida con su enorme cuerpo. Hyungwon resopló.
—Hoseok, por favor. No seas infantil.
—Escúchame, Wonnie —Hoseok suspiró despegándose de la puerta, todavía sin apartarse del camino. —Kihyun y yo estábamos preocupados por ti y para no incomodarte con preguntas, creímos que era mejor hacerte una revisión del sistema.
Hyungwon frunció los labios.
—Lo que hicieron fue incluso más incómodo —tomó una respiración profunda y encogió los hombros.
Las acciones de Hoseok lo habían tomado desprevenido y aun no estaba listo para salir de su papel. El arrepentimiento se veía plasmado en el rostro del mayor pero Hyungwon necesitaba asegurarse que Kihyun o Hoseok no volverían a intentar tocar su cuerpo para buscar los jodidos botones y toda esa estupidez que debería tener.
Si quería conservar su vida como muñeco de compañía debía ser más inteligente y pensar en todo, hasta el mínimo detalle.
Hoseok aprovechó su guardia baja para tomar su mano y llevarlo hacia la sala. El muñeco se dejó guiar mientras planeaba sus siguientes movimientos. Unos que no pusieran en riesgo su estancia en la cómoda y acogedora casa.
—Lo lamento —susurró Hoseok entrelazando sus manos. En sus ojos lágrimas contenidas y el labio inferior apresado por sus dientes. —Sé que nada de lo que diga hará que olvides los malos momentos que te hice pasar, y de los cuales estoy muy arrepentido, pero no volverá a ocurrir.