8 Sentimientos desgarrados

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Aquella noche Lucía no pegó ojo. Cada vez que cerraba los ojos veía a Hugo morir en sus brazos. Era todo lo que tenía en aquel mundo y ahora se había ido para no volver nunca. Lloró. Lloró como nunca lo había hecho hasta entonces, porque se acababa de dar cuenta que estaba sola en ese nuevo mundo. Todos sus seres queridos habían desaparecido. Algunos vivían tan lejos que era imposible dar con ellos si aún seguían con vida.


No lo había visto cambiar después de morir. Connor se la llevó con ellos al rellano del edificio para que no viera cómo su compañero de vida se transformaba en un jarrón vacío para toda la eternidad. Pasaron pocos minutos hasta que se produjo el cambio. Apenas unos gruñidos lastimeros anunciaron el despertar de la bestia y, pocos segundos después, los hermanos acabaron definitivamente con la vida de Hugo. Dejaron tiempo a Lucía y Connor para llorar a sus muertos y decidieron que lo mejor sería buscar refugio en otro piso alejado para no prolongar el sufrimiento del grupo. El pequeño Santi miraba a su padre sin comprender lo que acababa de pasar.


- Papi, ¿por qué lloras? ¿estás triste por mamá? - le limpió una lágrima con sus pequeñasmanitas.- No pasa nada, le daremos sus pastillas y pronto se pondrá bien.- Mami no va a volver, peque...- lo dijo con el corazón encogido y abrazó fuerte a su hijo.-Cariño, mamá se acaba de ir al cielo... entiendes lo que digo?- ¿Está con Pipo?- Si mi vida, ahora podrán volver a dar largos paseos por la playa del cielo y Pipo correrá felizcon mamá.- ¿Y tendrá muchas chuches y podrá jugar todo el rato?- Jugará y comerá chuches para siempre. Y no le sentarán nunca mal, porque en el cielo note enfermas.- Entonces no estés triste, porque seguro que será feliz.


Connor lloró más todavía por las palabras de Santi. Cuando se calmaron un poco salieron del edificio y buscaron entre las calles, hasta que encontraron un supermercado de barrio con la puerta abierta y lleno de provisiones. Como no había peligro ni en el interior ni en los alrededores, decidieron pasar allí la noche hasta decidir el siguiente paso.


No fue hasta nueve días después del incidente que decidieron moverse. Lucía se pasó los días y las horas en silencio deambulando por los pasillos, sin hablar con nadie y sin contestar cuando le hablaban. Apenas dormía alguna hora suelta y le tenían que obligar a comer. Brenda no la dejaba sola en ningún momento temiendo que pudiese hacer alguna tontería. La acompañaba en silencio, respetando sus tiempos y sumida en sus propios pensamientos. Áxel intentaba distraer a Santi con juegos inventados e intentaba hacer partícipe a Connor. Pensaba que así le mantendría la mente ocupada, y lo consiguió. Al fin y al cabo, le quedaba su hijo y daría todo lo que estuviera en su mano para que el pequeño pasase por lo que quedaba del mundo de la mejor forma posible.


- Me voy a Irgo.


Todos miraron a Lucía estupefactos. Estaban comiendo unos botes de legumbres precalentados que encontraron en los estantes, y que cocinaron con el microondas que había en la trastienda. Era lo primero que había dicho desde la muerte de Hugo.


- ¿Que te vas a dónde?- A Irgo. Es un pueblo fantasma de las montañas, en Lleida. Mi amiga Aina se fue con sufamilia cuando esto apenas empezaba. Por lo que sé, tienen montado un campamento y esprácticamente imposible llegar de lo mal que está la carretera. Dicen que los zombis nopueden, al menos. No saben subir desniveles de piedra.- Lleida está lejos...¿estás segura de que hay una base allí?- Al menos hace unas semanas estaba...


Brenda apartó el bote de lentejas y la miró seria.


- El plan era coger un barco, Lu. No podemos ir a un pueblo fantasma que ni siquierasabemos que exista todavía, al que tardaremos semanas en llegar, solo porque tú estés deluto.- ¡Brenda!- ¿Qué? Es la verdad, tiene que ser realista. No estamos preparados para un viaje así. Menoscon este frío. Podemos encontrar hielo en la carretera, quedarnos tirados y morircongelados en minutos.- ¿Y para vivir en un barco si estamos preparados?- ¡Era un buen plan!- ¡Pero tiene lagunas! Piénsalo, ahora somos menos y la única que no pierde los nervioscuando pasa algo eres tú. A la larga necesitaremos a más personas.- En eso tiene razón, pero no pienso exponer a mi hijo a más peligros. Si vosotros queréisiros, adelante, lo entenderé. Pero yo me quedo con el plan del barco.- Connor, no sabes navegar.- Ni falta que hace. Con estar dentro del barco no habrá peligro, los zombis son tontos, nosaben subir a barcos. Además, con el frío estaremos calentitos y tenemos un centrocomercial inmenso justo al lado. Abasteceré bien todo y sólo bajaré lo justo. Me prepararébien, tranquilos.


Era un buen razonamiento, pero Lucía estaba convencida. Áxel la apoyó y, tras una larga discusión con su hermana, decidieron acompañar a Lucía. Tendrían que buscar un buen coche si el pueblo estaba tan alejado de la civilización y en medio de la montaña. Además, tendría que ser grande para poder llenar de provisiones el maletero. Eso lo tenían, sólo había que llenarlo con lo que quedase en la tienda y primero acompañarían a Connor y al niño al barco para asegurarse de que llegaban bien.


Unos días más tarde, subidos en un Nissan Terrano de color verde oliva, llegaban al puerto deBarcelona para elegir lo que sería el hogar de Connor y Santi. El niño se quedó impresionado con un yate bastante grande que había atracado a un lado del Maremagnum. Habría pertenecido a alguien con mucho dinero, porque al entrar a revisarlo vieron que la habitación era una suite con cama doble y jacuzzi, junto a un pequeño camarote con claraboya desde el que se veía el mar, una cocina enorme, un salón con sofás y unos balcones en los que, en los días de verano, se habrían montado fiestas llenas de alcohol y drogas.


El niño enseguida corrió a mirar la colección de películas que había en un pequeño armario al lado de la tele. Estaban muchas de sus favoritas: Gru, Las aventuras de la Patrulla Canina, Cantajuegos, El rey león, La Sirenita...


- ¡¡¡Me encanta este barco!!! ¿Podemos vivir aquí? Porfaaaaa.- Vale, pero me tienes que prometer que nunca bajarás al muelle ni a ningún otro sitio si noes conmigo.- ¡Lo juro!- Entonces, ya tenemos casa.


Pasaron el día entero colocando las provisiones en la cocina y las despensas del barco. Lucíacomprobó que todo funcionase bien y le dio un curso rápido de navegación a Connor. También le explicó cómo reparar los motores en caso de avería y le mostró los libros de instrucciones demanejo del barco que encontró en una librería del salón. Le dejó subrayada toda la información que consideraba útil. Esa noche la pasaron todos juntos y, por idea de Santi, hicieron una pequeña fiesta de despedida antes de que el grupo se marchase a las montañas.

A la mañana siguiente, con las primeras luces del alba, se despertaron y tomaron un buen desayuno. Cargaron el coche y se abrazaron.

- Os voy a echar de menos, chavales.- Nosotros a ti también, Connor. Nos has enseñado muchas cosas. Eres un tío grande.Cuídate, ¿vale?- Vosotros también, no hagáis el tonto por ahí. - cogió de los hombros a Brenda – Controladlos humos de la enana para que no la maten.- Que te den... voy a echarte de menos.- Se abrazaron unos segundos – Anda, vámonos, noquiero llorar.


Abrazaron a Santi y, después de unos últimos juegos rápidos, subieron al coche y siguieron camino a su destino final.

El resurgirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora