24._Otoño

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Una naranja en un cesto de mandarinas. Eso era Mary para todos los elfos, pero para Thranduil ella era un limón. Entre más atención le prestaba más extrañezas le encontraba. El rey elfo también había advertido ella evitaba a su hijo Legolas. Casi parecía que le mostraba más reverencia que a él, mas no iba a hacer una pregunta que ella acabaría eludiendo. Además había descubierto un modo de conseguir respuestas sin necesidad de usar su magia u otra forma de presión. Mary solía hablar más cuando se sentía cómoda, cuando no tenía que responder preguntas.

Ver las cabañas de los elfos del Bosque Negro si que fue una experiencia para Mary. Nada de eso se mostró en los libros o el cine. Era algo totalmente nuevo para ella y absolutamente todo se ganó su atención. Observar a los elfos comunes le resultó muy interesante, pero también experimento un pequeña congoja que confundió con nostalgia, pues observó a padres, hijos, amigos, amantes ir y venir por su hogar. Un sitio donde no pudo evitar sentirse como una extranjera, aunque esa sensación paso rápido gracias a que los elfos que estaban fuera del palacio se mostraron menos recelosos de ella y si más curiosos. Por supuesto habían oído de la muchacha humana que el rey albergaba en el palacio, pero muy pocos ahí habían tenido oportunidad de verla por lo que todos querían corroborar que tan inusual era, pues se contaban toda clase de historias respecto a la mujer. Desde que preparaba singulares comidas hasta que fue capaz de desafiar al rey de tal forma que logró obtener de él lo que quería. Para algunos eso era exagerado, sin embargo, todos estaban de acuerdo que de un modo imposible de definir, ella era diferente q cualquier ser humano que hubiesen visto.

Muchos elfos estuvieron dispuestos a responder preguntas y hasta enseñarle que estaban haciendo. Lo hacían con ese modo medio indulgente que Mary había naturalizado y que no sabía cuando dejó de molestarle. Por supuesto la buena voluntad de los elfos también era influenciada por la presencia del rey.

La compañía de Thranduil levantó para él una tienda con todas las comodidades posibles. Parecía tener pensado quedarse ahí hasta la noche o el día siguiente. Algo que llamó bastante la atención de la muchacha, a quien una elfa de melena castaña le regaló unas bayas muy sabrosas que Mary comía lanzandolas al aire para atraparlas con la boca. Sin embargo, no todos los elfos eran gentiles. Siempre había unos más hoscos que no la miraron bien y posiblemente no comentaron cosas agradables de ella. Si bien Mary no entendía el elfico, si entendía el lenguaje corporal y lo hacía muy bien. Los gestos, las miradas y demás le decían muchas cosas. Cuando observó a una pareja de elfos viéndola desde lejos, le bastó observarlos un momento para darse una idea de lo que podían estar diciendo. No le dio mucha importancia y siguió su camino preguntándose si la casa de Meldon estaría por ahí.

Cuando el cielo se pintaba de ocaso, Mary decidió ir con Thranduil para saber si volverían al palacio o no, aunque todo apuntaba que se quedarían ahí por esa noche. El guardia en la entrada la dejó pasar como si nada y en el interior Mary encontró al rey junto a Legolas bebiendo un poco de vino y comiendo algo de fruta. La muchacha se disculpó, pues creyó había sido inoportuna, mas Thranduil la invitó a sentarse con ellos. Hasta le ofreció un poco de vino.

-No, gracias- respondió de manera algo precipitada.

Legolas se sonrió divertido al recordar lo que pasó en el banquete. Nadie pudo despertar a la pobre muchacha después de beberse el vino en la copa de su padre y Meldon tuvo que cargarla todo el camino de regreso al palacio. Mary agregó una disculpa, no tenía ánimos de controversias y de forma educada preguntó si se quedarían ahí esa noche. La respuesta fue la esperada y obviamente Thranduil no le iba a dar explicaciones de sus razones para ello y ella tampoco se las pidió. Al quedar sentada junto a Legolas perdía de inmediato la mitad de su ánimo. Y él, que sabía el misterioso efecto que tenía en la mujer, le ofreció un plato con unos alimentos. Mary lo miró, dudó, pero aceptó la comida de manos del principe elfo.

El calabozo de los elfos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora