20._Protesta

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Cuando Mary despertó terminó sentada en la cama con la expresión de haber tenido una pesadilla. Pero no. Ni siquiera tuvo sueños mientras estuvo dormida. Se encontró en su habitación y en compañía de la elfa de siempre que la miraba con rareza. Lo último que Mary recordaba con nitidez era haber estado tocando la flauta para el rey. Después de eso todo era confuso, aunque si recordaba haber bebido el vino de Thranduil de la copa de él al habérsela arrebatado. Tardo un par de minutos en darse una idea de que había sucedido y cuando lo hizo su semblante cambió por completo. Estaba furiosa. Se vistió tan rápido que no le dio tiempo a la elfa de ayudarla en nada. Dejó la habitación corriendo y fue directamente por el rey elfo. Parecía un pequeño torbellino que se coló bajo la colina abriéndose paso por los pasillos a toda velocidad.

Todo su buen juicio y calma desapareció. Mary tenía como único objetivo confrontar a Thranduil y si para ello tenía que pasar por encima de sus guardias lo iba a hacer, pero no fue necesario. Ellos no evitaron que se acercara al rey que descansaba en su trono. A Thranduil le sorprendió bastante verla allí y recordando lo que pasó en la fiesta y viendo la actitud con la que, la mujer, se aproximó a él no tuvo para ella el más cordial de los recibimientos, cuestionando severamente su atrevida actitud.

-¿Atrevida yo? Aquí el único atrevido es usted, señor- le respondió Mary dejando al monarca bastante desencajado- Sé lo que intentó hacer anoche, durante la fiesta, y déjeme decirle que ha sido una de las peores cosas que alguien a ensayado conmigo.

Thranduil se puso de pie indignado con la arrogancia de Mary. A un gesto de su mano los guardias se retiraron y él descendió hasta la mujer que no le quitó los ojos de encima en ningún momento. Realmente estaba furiosa. Su mirada, su voz, su postura lo gritaban, pero ni toda la ira de Mary hubiera sido suficiente para amedrentar al rey del Bosque Negro, que no habló hasta que sus custodios estuvieron lo suficientemente lejos.

-Te recibo en mi palacio, te trato como a una invitada, te invito a mi banquete y tienes la osadía de venir a mi trono a reclamar que...

-¡Qué intentó hurgar en mi mente!- exclamó Mary interrumpiendo a Thranduil de  manera ruda.

El rey la miró con cierto desdén y paso junto a ella para caminar por el lugar mientras hablaba. Siempre hacia eso, pero en esa oportunidad Mary no se lo permitió parandosele en frente y negándose a moverse. En ese momento Thranduil había dejado de ser un rey, de ser un elfo, para pasar a convertirse en alguien a quien ella simplemente estaba detestando.

-Tu actitud no hace sino confirmar que mis sospechas son ciertas- le dijo Thranduil, dando un paso atrás y al costado, apartándose un poco de ella- Escondes algo muy celosamente y no quieres yo conozca ese secreto.

-¿Y por eso uso su magia para...para meterse en mi cabeza? ¿Quién se cree que es? Nadie tiene derecho a adentrarse en la mente de otro- le dijo Mary dando dos pasos hacia él, viéndolo directamente a los ojos.

-Modera el tono de tu voz- le advirtió Thranduil inclinandose un poco para verla directamente a la cara- Te estás dirigiendo a un rey. A quien puede decidir tu destino...y veo que me apresure al sacarte de los calabozos. Me ocultas información, me hablas sin sensatez ni consideración. No puedo confiar en alguien como tú...

-Regrseme al calabozo entonces- le respondió Mary- Al menos ahí tenía privacidad, pero no se atreva a volver a intentar leer mi mente...¡No se lo permito!

-No estás en posición de prohibirme nada- le indico el rey apartándose de ella- Mucho menos de negarte a decirme la verdad...

-En lo que respecta a mi mente le niego todo, Thranduil- exclamó Mary acercándose a él con una todavía más insolente. Casi lo tomó por la ropa para evitar se alejara de nuevo- A usted y a cualquiera. Mis pensamientos, mis recuerdos, son cosa mía nada más. Nadie tiene derecho a entrar en esos sagrados aposentos ¿A caso usted se sentiría feliz de saber que alguien más tiene acceso a sus ideas, a sus experiencias, a sus penas y a su más íntimo dolor?

El calabozo de los elfos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora