Epílogo

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Muchos vieron a Mary dejar la fortaleza convertida en una luz blanca. Era imposible ocultar que no era un ser humano ordinario, pero decir la verdad no parecía una opción sensata. Fue Meldon quien inventó una explicación para dejar tranquilos a los demás elfos. A grandes rasgos se presentó a Mary como un espíritu viajero que cayó en la Tierra Media desde el firmamento, tomando la forma de las criaturas más sencillas que encontró. Pero al personificar a un ser humano olvidó quien era y una vez su memoria se restauró volvió a su lugar. A un sitio remoto más allá de la estrellas. La historia no era del todo una mentira y los elfos creyeron en ella rápidamente. Era una mujer muy rara después de todo. Pero hubieron algunos a quienes esa explicación no convenció. De todas formas el paso de Mary por el reino del bosque fue como una de tantas brisas de verano y pronto se volvió algo anecdótico. Pero no para todos.

Thranduil nunca apartó del todo a la mujer de sus pensamientos. Y había momentos en que se cuestionaba el no haber intentado hacer que ella dijese algo más. Una pista, al menos, de qué papel cumpliría él en todo lo que estaba por venir. A ratos no estaba seguro de si llegado el momento crucial, él actuaría como se suponía debía actuar. Había días en que ese temor lo alteraba y buscaba el consejo de Meldon que siempre lograba calmarlo, pero nunca por mucho tiempo. No hasta una tarde varios años después de la partida de Mary.

Thranduil estaba disfrutando de un banquete al exterior de la fortaleza. Era un día caluroso de primavera y su cabeza estaba coronada por flores frescas de la estación. Se veía relajado tendido entre los cojines que se habían puesto sobre el tapete para su comodidad. Sostenía una copa de vino que llenaba de tanto en tanto y vaciaba en su boca de manera pausada, como si intentara desglosar cada nota de sabor y aroma. Sus ojos celestes miraban el sol colarse entre las verdes ramas del roble bajo el cual había decidido descansar y en ocasiones probaba un poco de fruta fresca que tenía sobre una bandeja de plata a su lado. Realmente nada parecía estarlo mortificando, pero Legolas lo veía con preocupación. Sabiendo que su padre no le daría ninguna respuesta le pidió a Meldon que hablara con él.

Con buena voluntad, Meldon se aproximó a su señor quien se alegro de que se acercara y lo invito a sentarse a su lado. Después de que Mary se marchó, el consejero pidió le confeccionarán un medallón de plata en cuyo interior guardo el mechón de cabello que le quitó a la mujer. También pidió pusieran en esa joya la piedra azul que Mary la había dejado. Esa prenda era el tesoro de Meldon. Jamás se apartaba de ella. El rey fijó sus ojos en el medallón un momento, después y se una forma un poco apática le preguntó si no temía que la presencia de Mary hubiera alterado demasiado las cosas. Si no le preocupaba que ella de forma indirecta hubiese afectado el desarrollo de la historia. A esto mediante un pequeño rollo de papel que Meldon cargaba consigo y a un trozo de carbón que usaba a modo de lápiz le respondió con otra pregunta: ¿Piensa que ella ejerció una influencia sobre usted o crees usted tendrá un papel importante? Thranduil contestó que era muy posible.

-Mí señor tenga cuidado con la valoración que tiene de usted mismo- escribió Meldon- No dudo que pueda tener un rol importante, sin embargo, es más probable que sea otro quien cumpla con un labor más activo.

Tal vez porque en ese momento Thranduil llevaba muchas copas en el cuerpo o solo no presto atención, no pudo desentrañar el significado de esas palabras. Pero Meldon sabía lo que decía y al presentar su pequeño texto miró a Legolas. Mary siempre evitó al príncipe. Huí de él todo el tiempo sin importar la circunstancia.

-Mary no quería predisponer nada. Ni para bien, ni para mal. Haga de cuenta que ella fue un sueño que susurró en su oído la posibilidad de un buen futuro y se desvaneció al alba- escribió por último, Meldon.

Ese consejo si llegó al rey. Después de esa jornada Thranduil decidió hacer de cuenta que esa mujer lo visitó en una de esas visiones que se tienen previo a dormir. Cuando la realidad todavía es perceptible, pero los sueños se confunden con la verdad. Mas no la olvido. Y Meldon tampoco. Él era quien más presente la tenía quedándose con el cuaderno y la manta que le pertenecían. Los escondió, pero no por celos sino para que su presencia se volviera más y más un simple recuerdo carente de toda relevancia. Y en soledad cargo con el fantasma de su ausencia por muchas décadas. Un siglo es un paradero en la vida de un elfo dijo el rey alguna vez. El dolor puede hacer de un segundo una eternidad dijo Mary en una ocasión. La espera puede extender los días al infinito, hubiera dicho Meldon.

El calabozo de los elfos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora